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Peregrinación al Casanare 2009
Jonathan Marín S.J. / Lunes 2 de noviembre de 2009
 

Los pasados 31 de octubre y 1 de noviembre fueron de peregrinación por el Casanare. Muchas organizaciones defensoras de derechos humanos, organizaciones de víctimas de todo el país y organizaciones internacionales participamos de este evento que contó con cerca de 300 peregrinos.

Nos congregó la memoria de un genocidio olvidado e invisible al país, el recuerdo de tantos colombianos y colombianas que han caído asesinadas por paramilitares en complicidad con las fuerzas estatales y por la guerrilla, la solidaridad con los sobrevivientes que encarnan el dolor del familiar desaparecido, ejecutado, desmembrado, olvidado en la impunidad.

Recorrimos los municipios de Chámeza, Recetor y Yopal con el ánimo de hacernos presentes a las víctimas, comprometernos unas vez más por la defensa de la dignidad humana del campesino, escuchar los relatos de la barbarie y hacer un esfuerzo por visibilizar un genocidio olvidado y oculto para Colombia. Para esto último, el Cinep y Cospacc elaboraron un informe de caso para el Casanare que se llama “Casanare: Exhumando el genocidio”.

Se hace un recuento, por demás insuficiente a la cantidad de crímenes, de las violaciones al derecho internacional humanitario y derechos humanos de los pobladores de esta región; un esfuerzo también argumentativo por entender las dinámicas sistemáticas de estos hechos; un esfuerzo aún mayor por elaborar una cronología de los hechos con nombres, fechas, y responsables; y ejemplos auténticos de resistencia humana ante la tragedia.

Desafortunadamente, en medio del evento el pasado domingo, cuando se presentaba un video en el que las víctimas recordaban a sus familiares, el Ejército se hizo presente en el acto con el fin de capturar a Wilfredo Bernal Bernal. Este hombre ha sido públicamente perseguido y se han realizado cantidad de montajes judiciales en su contra. La gente del municipio de Recetor sabe perfectamente quién es él, cómo lideraba reuniones con los ciudadanos para resolver problemas locales y con las víctimas que, como él, habían perdido a un hermano, un padre, esposa o hijos.

Es conocido también el liderazgo de uno de sus hermanos en el concejo del municipio y las continuas amenazas de diverso tipo que ambos sufren.

Entendimos este hecho en Recetor como un acto de sabotaje, pues lo hacían en medio de una peregrinación con repercusiones nacionales e internacionales, para decir luego que habían capturado a un guerrillero en medio de una reunión de defensores de derechos humanos. Exigimos la orden de captura que no presentaron y argumentamos que no nos era posible entregar a una persona en medio de un evento de víctimas.

Luego el Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía (CTI) se hizo presente y nos declaramos en asamblea permanente, pues, ante semejante operatividad y funcionalidad de “la justicia” en pleno puente festivo, no podíamos olvidar también la ineficaz operatividad y funcionalidad de “la justicia” cuando sucedían las masacres. Wilfredo, que ya se esperaba tal hecho, decidió entregarse en Yopal y propusimos entonces llevarlo nosotros mismos a la URI. No fue fácil, pues luego de retirarse el CTI, la Policía, con un intenso operativo de intimidación, no daba lugar a nuestra propuesta.

Después del liderazgo de Gloria Cuartas y Javier Giraldo, S.I., se logró el permiso de la Policía. No obstante, luego de un corto trayecto de camino, nos salió al paso el Grupos de Acción Unificada por la Libertad Personal (Gaula) del Ejército y, después de intentar nuevamente obstruir la peregrinación, decidió llevarnos en custodia hasta Yopal en donde se entregó Wilfredo.

Repudiamos los montajes y persecuciones que muchos ciudadanos en el país tienen en su contra. Rechazamos los falsos positivos judiciales y la incapacidad de “la justicia” para llevar a la cárcel a los perpetradores de los crímenes de Estado. Estamos en total desacuerdo con la patología sistemática de las FFMM que les hace perseguir a quienes tienen que proteger y proteger a quienes tienen que perseguir.

Si se observa el alto grado de militarización del Casanare, en consecuencia se podría decir que el nivel de protección es muy alto. La realidad es otra pues a pesar del enorme apoyo económico de la Brigada XVI por parte de Estados Unidos, desde hace casi 20 años la violencia en el Casanare “se inicia con el seguimiento, señalamientos y asesinato de líderes campesinos y comunales, pasando por una época desoladora donde la práctica de la desaparición forzada se convierte en algo corriente para los grupos paramilitares” (Casanare: exhumando el genocidio. Cinep 2009. Pág. 13).

Es necesario aclarar que hay una expuesta relación entre estos hechos y la permisividad –incluso participación- de las FFMM. De modo que aún hoy se han presentado denuncias en casos de ejecuciones extrajudiciales (cfr. Ibíd. Pág. 13-14).
La peregrinación fue un auténtico esfuerzo por el no olvido y la no repetición de estos hechos. Ojalá estos encuentros cuenten cada vez más con el acompañamiento de personas que quieran conocer la verdad de lo que sucede en nuestras regiones.

Como en otras regiones, “su historia ha estado marcada por una dupla problemática, trágica y recurrente. De un lado, una injusticia social que se revela claramente en la pobreza y el abandono estatal; del otro, una violencia social y política que se remonta a los años 40 y 50 del siglo XX y que sin perder esa esencia fundamentalmente campesina, adquiere un ropaje diferente a partir de los años 60 y 70 hasta el presente: el de un conflicto armado interno” (Ibíd., Pág. 5-6).

Dos rasgos del Casanare que adquieren un significado mayor cuando se tiene en cuenta la forma en que se configuraron las fuerzas económicas, políticas y sociales. En ese espacio se instalan el fenómeno petrolero y el paramilitar y de conflicto que lo acompaña (cfr. Ibíd., Pág. 6). Rasgos que el país y el mundo han de conocer.