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Desde Kankuamia: abuelita, ¿Por qué es tan buena el agua aserenada?
Daniel Maestre Villazón / Viernes 13 de julio de 2007
 

"Abuelita, ¿por qué es tan buena el agua aserenada?

Hijo, el agua aserenada es buena porque tiene la dulzura
y la claridad de la luz de las estrellas".

Mientras miro el fuego, recuerdo los ojos de mi abuela y la mirada
dulce que siempre tenia, la cual se endulzaba más cuando me contaba
historias o me daba consejos. Recuerdo su rostro sonriente mientras
con un cucharón de palo revolvía el café, cuando este empezaba a
hervir, pangaba el anjijibre y le echaba un pedazo de panela. Estos
recuerdos son tan fuertes que suelo sentir el olor del café, que
llenaba toda la cocina cuando empezaba a hervir.

Decía mi abuela que las historias sagradas sólo pueden ser contadas en
la noche, porque en la noche habla el corazón y desde el corazón, la
Madre saco las historias para dársela a sus hijos. Para que sus hijos
desde el corazón las recuerden y mantengan la armonía del universo
contándolas y viviéndolas como ella las dejó. Y desde el corazón
hablaba mi abuela, por eso cada una de sus palabras era dulce como la
panela que utilizaba en el café, por eso, entraba de manera suave a mi
mente y al corazón.

Alguna vez me dijo que en muchos pueblos indígenas se designaba "alma y palabra" con el mismo termino, que por eso las palabras debían ser verdaderas porque eran como el alma, y para mi abuela, el alma es
transparente. Decía también que la verdad no se puede callar y hay que
decirla, porque si no la decimos le estamos mintiendo a la Madre y
ella se pone triste o se puede enojar con nosotros (creo que por eso
siempre estoy en problemas).

Esas palabras de mi abuela las recordaba a principios de este año,
cuando tuve la oportunidad de asistir a la posesión de un Gobernador
indígena y escuché cómo el nuevo Gobernador juraba defender la
comunidad así fuera con su propia vida, estoy seguro que así seria,
porque, por mucho tiempo los indígenas, protegidos solamente con un
bastón de mando o con un poporo, han sido capaces de defender su
tierra, su comunidad y a su gente. Y esta fidelidad a la palabra y al
compromiso que asumen lo que ha llevado a muchos de estos lideres a la tumba. Cómo olvidar a Kimy Pernia Domicó o a Freddy Arias y a muchos más, que por estar denunciando los atropellos cometidos a sus
comunidades fueron asesinados. Es la hora y aún el gobierno no
responde por estos crímenes, diciéndonos dónde están los culpables e
imponiéndoles el debido castigo. Mientras pienso esto, recuerdo las
palabras de mi abuela.

Hoy en día, siento tristeza cuando escucho o miro en la radio y la
televisión, o leo en los periódicos las declaraciones de muchos
políticos y dirigentes del país diciendo que no hablaron porque tenían
miedo. No siento más que pena por ellos, porque no fueron capaces de
defender a las personas que con su voto los llevaron al cargo que hoy
ocupan, y ese silencio ha dejado a muchos hogares y familias destruidos
y ha convertido a todo el territorio colombiano en un gran cementerio
donde yacen muchos cuerpos de personas que confiaron a través del voto su vida a un dirigente político que hoy la única excusa que argumentan es el miedo a los paramilitares o decir que no sabían de la situación que sus comunidades estaban viviendo, como alguna vez escuche decir a algunos dirigentes políticos del Departamento del Cesar y Valledupar "nosotros no sabíamos que a los kankuamos los estuvieran matando", esto es difícil de creer cuando los asesinatos en su mayoría fueron cometidos a 15 minutos de Valledupar, o qué puedo pensar de los senadores que nunca fueron capaces de denunciar esos hechos y tienen hoy el descaro de decir que siempre han sido serios y honestos. La abuelita me repetía siempre, "no puedes decir que eres serio y honesto, si no eres capaz de denunciar la injusticia que ocurre frente a mis ojos".

A pesar de toda la mentira y engaño que existe en el país, mi abuela,
me recomendaba que nunca perdiera la esperanza y la capacidad de
soñar. Porque la persona que no sueña, es una persona que pierde la
alegría de vivir, y los sueños solo son posibles construirlos desde la
alegría que produce la capacidad de compartir. Pienso que esa alegría
de compartir era lo que hacía que los ojos de la abuelita brillaran,
cuando nos contaba las historias guardadas en su corazón, historias
que son para mi el tesoro más valioso que tengo y que es el único
tesoro que la violencia no me podrá quitar, y no me la podrá quitar
porque siempre habrá en este país un lugar hermoso y los lugares
hermosos son mágicos y todos los lugares hermosos son una puerta para entrar a Kankumia… Kankuamia, la ciudad invisible de la memoria y la alegría, la ciudad transparente como el alma y como debe ser la
palabra, la ciudad donde hablan y habitan las historias de los abuelos
que hablan desde el corazón y con el corazón lleno de generosidad;
generosidad que nos regaló la Madre cuando les dejó a los primeros
hombres sus historias y les encargo que las contaran siempre en las
noches, para que así las palabras fueran endulzadas por la dulce luz
de las estrellas y tuvieran la tranquilidad que trasmite la luz de la
luna para de esta manera ir armonizando el corazón de las personas y
sobre todo el corazón de la Madre que hoy tanto lo necesita por la
indiferencia que el hombre experimenta hacia ella.