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Colombia: estrategia mediática de la violencia paramilitar
Andrés Monroy Gómez / Miércoles 16 de febrero de 2011
 

Lo medios de comunicación, convertidos en campo de batalla, son el escenario donde se ganan o pierden guerras. La incursión de las nuevas tecnologías de la comunicación ofrece nuevas opciones para la difusión de la propaganda a favor o en contra de cualquiera de las partes enfrentadas en un conflicto armado, o en situaciones más complejas, para la estigmatización de civiles que no comparten las propuestas del ejército de turno.

Periodismohumano publicó en agosto del año pasado el artículo “La radio del odio, fomentando la muerte” sobre el papel de los medios de comunicación en la gestación del genocidio ruandés y la condena a cadena perpetua de Valerie Vemeliki, uno de los locutores que desde la radio Mil Colinas incitó al genocidio.

Casos como ese se reflejan sin dificultad en cualquier país que padezca de confrontaciones armadas.

Colombia, con una violencia intestina que ya supera los 50 años, no podía escapar a la estrategia mediática de los diferentes ejércitos que se disputan el control militar y económico. Para el caso de los grupos de mercenarios de extrema derecha o paramilitares, se han desenmascarado los nexos de decenas de políticos, muchos de ellos de la corriente política del expresidente Álvaro Uribe Vélez, con estos grupos en lo que el país ha conocido como la parapolítica. También, se ha dado inicio al debate sobre la participación de multinacionales y sectores de la economía doméstica en la financiación de estos grupos armados de extrema derecha. Pero aún no se ha abordado el tema de cómo los paramilitares utilizaron o sometieron a los medios de comunicación para desplegar su estrategia de terror sobre Colombia.

¿Por qué estrategia del terror? Según el sociólogo y columnista Alfredo Molano, entre junio de 2006 y diciembre de 2010 la fiscalía ha documentado 173.183 homicidios, 34.467 desapariciones forzadas, el desplazamiento de 74.990 comunidades, el reclutamiento de 3.557 menores de edad, 3.532 extorsiones, 3.527 secuestros y 677 casos de violencia contra mujeres, todo lo anterior, cometido por los grupos paramilitares de extrema derecha.

Por eso, es necesario abordar la incidencia del paramilitarismo en la tarea de la prensa colombiana desde diferentes ópticas: 1. La coerción (amenazas, asesinatos, atentados) sobre periodistas y medios de comunicación; 2. La complicidad de algunos medios y/o periodistas; 3. La utilización de medios de comunicación propios y 4. La indiferencia de algunos medios de comunicación a la tragedia de las víctimas del paramilitarismo.

Según el reportaje Periodismo: la mordaza de los paras “Para los paramilitares la prensa siempre ha sido una realidad incómoda. Dentro de su dinámica de creación, expansión y consolidación, siempre intentaron justificar ante la opinión pública su lucha contrainsurgencia. Sin embargo, sus crímenes y atrocidades, no encontraron el mejor eco en la prensa, tanto nacional como regional. Al final, no les quedó más que las amenazas, intimidaciones e incluso asesinatos de aquellos comunicadores que les resultaban incómodos, bien sea por sus denuncias e informaciones”.

A pesar de su publicitada desmovilización, los grupos paramilitares ahora bajo las etiquetas de “Bandas Criminales” (Bacrim) o “Bandas Emergentes”, siguen atacando: 12 de las 194 agresiones ocurridas en 2010 contra periodistas son atribuidas a estos grupos, según el informe de la Federación Colombiana de Periodistas (Fecolper).

En el informe “Prensa Silenciada”, publicado por la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) en abril de 2009, hasta entonces 7 casos de periodistas asesinados fueron reconocidos por los paramilitares, mientras existían 20 investigaciones de crímenes, luego de revelaciones hechas por ex miembros de las autodefensas que involucran desde políticos hasta funcionarios del Estado.

Para Reporteros Sin Fronteras, las milicias de extrema derecha o grupos paramilitares, están en la clasificación de los “depredadores de la prensa”. “Las amenazas de muerte dirigidas a periodistas, en ocasiones muy conocidos y enemistados con el gobierno de Álvaro Uribe, frecuentemente llevan la firma de las “Águilas negras”. Por otro lado, según el Proyecto Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa, “Las denuncias sobre corrupción política y administrativa, y el accionar de grupos paramilitares, son los principales móviles en el caso de 59 periodistas asesinados por razones de oficio en Colombia entre 1993 y 2009”.

Sobre la complicidad de medios de comunicación o periodistas, existen preocupantes datos, como el pago hecho por paramilitares a algunos periodistas, para el desarrollo de diferentes actividades. Otro caso, por citar un ejemplo, es el de los presuntos vínculos del director de un importante periódico del norte del país con Salvatore Mancuso , ex comandante de las AUC. Clodomiro Castillo fue asesinado en marzo del 2010, luego de sus repetidas denuncias desde la revista el “Pulso del Tiempo” sobre esta presunta relación.

Respecto a la utilización de medios de comunicación de propiedad de los paramilitares, el artículo “Paras versión 2.0” publicado el 14 de febrero de 2011 en el portal verdadabierta.com es un gran paso en ese debate, necesario en el proceso de construcción de la memoria histórica del conflicto armado colombiano.

Según el informe periodístico, “los crímenes que cometieron los paramilitares en la década de los noventa y comienzos del siglo XXI no fueron a las espaldas del país. Durante su expansión en varias regiones, estos grupos montaron varios medios de comunicación, como parte de su estrategia política y militar, en los que divulgaban abiertamente sus crímenes bajo la supuesta bandera de combatir a la guerrilla”.

En el caso de la radio, se menciona la creación de la emisora Colombia Libre, del Bloque Central Bolívar, que se sintonizaba en varios pueblos de una amplia zona del país conocida como el “Magdalena Medio”, en la frecuencia 98.5 FM. En gran medida la creación de esta y otros medios de comunicación se atribuye a Jesús Noraldo Bastos, conocido con el alias de “Parabólico”. En declaración ante los fiscales que siguen las investigaciones contra los paramilitares, el excomandante de ese Bloque, “Julián Bolívar”, afirmó que “Desde San Blas se emitía la señal de Colombia Libre, la cual se convirtió en un poderoso órgano de información, divulgación y propaganda de las autodefensas. Además de ser un instrumento para desacreditar políticamente al enemigo, a través de mensajes de impacto sicológico muy efectivos”.

Por otra parte, el informe periodístico reseña la estrategia de comunicaciones a través de la internet, conde cada facción de los paramilitares de las “Autodefensas Unidas de Colombia – AUC” contaban con páginas de internet donde publicitaban sus acciones.

Finalmente, sobre la indiferencia de algunos medios de comunicación frente a la tragedia de las víctimas del paramilitarismo, el ejemplo a citar lo proporciona el sacerdote jesuita Javier Giraldo, quien en octubre 27 de 2010 envió una carta a la directora del periódico El Colombiano de la ciudad de Medellín. Esta carta acompaña un ejemplar del libro “Fusil o Toga, Toga y Fusil”, que narra la tragedia vivida por la Comunidad de Paz de San José de Aparatadó, víctima de la agresión paramilitar en alianza con algunos militares.

El sacerdote Giraldo señala en la carta que “la realidad trágica vivida por las víctimas no se refleja ni de lejos en los medios masivos de “información”. Agrega Giraldo que a pesar de que todos los crímenes sufridos por esta población fueron puestos en conocimiento de las autoridades, otra fue “la imagen que los lectores de El Colombiano se han formado de la Comunidad de Paz. No sólo el silenciamiento de los crímenes y la protección mediática a sus autores, sino, lo que es más grave, la tergiversación de los hechos y la estigmatización de las víctimas, se constituyen en actitudes sistemáticas del diario que usted dirige, las cuales merecen el más radical repudio de quien tenga principios éticos”.

Esta es tan solo la enunciación de un tema pendiente para los colombianos. El derecho a la información, con su carácter fundamental, ha sido manipulado por todos los actores armados del conflicto colombiano. ¿Quién y cómo se reparará la pérdida que sufre la sociedad luego de cada asesinato o amenaza contra un periodista? ¿Cómo se reconstruirá la confianza en los medios de comunicación, cada vez más deteriorada? Es hora de dar ese debate.