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Terrorismo de Estado no es exclusivo de dictaduras
Agencia de noticias UN / Viernes 14 de octubre de 2011
 

No solo en las dictaduras y los gobiernos autoritarios se ejerce la tiranía a los civiles, también en las democracias, según expresaron especialistas en el Simposio Iberoamérica: La Ciudad y el Poder.

Castor Bartolomé Ruiz, Enrique del Percio, Cecilia Pires, José Carlos Moreira, entre otros investigadores brasileños, analizaron este tema durante la realización de la mesa temática “La urbe global y el gobierno de la vida humana. Derecho, justicia y fraternidad en los espacios del poder”.

De acuerdo con los panelistas, el terrorismo de Estado es el único que tiene todo a su servicio, todo un sistema de represión, con todo un engranaje burocrático y toda una estructura institucional prestada al servicio de la persecución de una parte de la sociedad civil. Disemina el terror dentro de la ciudadanía a través de asesinatos, desapariciones forzadas, torturas, entre otros crímenes.

“El crimen practicado por el Estado es mucho más grave que el de la criminalidad común, porque es practicado por alguien que debería proteger a las personas y que tiene un poder que difícilmente cualquier otro grupo interno posee. Por lo tanto, la categoría de terrorismo de Estado está muy cercana a prácticas que en el derecho internacional de los Derechos Humanos llamamos crímenes contra la humanidad”, explicó José Carlos Moreira, miembro de la Comisión de Amnistía de Brasil.

De acuerdo con los miembros que participaron en la mesa, cuando un Estado comienza a ejercer este tipo de prácticas de manera sistemática, ya sea porque es una dictadura o a través de extralimitaciones del poder en una democracia, hacer oposición al gobierno no es terrorismo porque siempre será legítimo resistir contra la tiranía.

Explicaron que también existen figuras intermedias como la desobediencia civil, en la que se expresa el desacuerdo de los ciudadanos a ciertas políticas que el Estado impone o aplica.

El terrorismo de Estado, que también acontece en las llamadas democracias, se oculta bajo buenos resultados económicos de las naciones. “Si la economía va bien, entonces no hay problema de que los Derechos Humanos sean violados, como pasa en Brasil y China y en todos los países”, comentó Moreira.

Los panelistas coincidieron en que la dictadura iniciada en Brasil en 1964 no fue una “dictablanda” como algunos sectores quieren reconocerla. Durante los 21 años en que el país suramericano estuvo bajo esta figura, hubo más de 400 muertos y millares de torturados. Para los analistas aún se ven las consecuencias de la represión, que expandió sus tentáculos a otros países de América Latina. Solo hasta ahora se está conformando una comisión de la verdad para esclarecer lo sucedido durante la aplicación de esta política.

La salida de algunos sectores al sentirse reprimidos por el Estado, no importa si se vive en una democracia o en una dictadura, es buscar los espacios que están en pro de los Derechos Humanos y realizar movilizaciones que no pasen desapercibidas a nivel internacional.