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Enfermedades gástricas, más latentes en zonas de montaña
Antes del descubrimiento de la bacteria Helicobacter pylori, en 1989, se pensaba que las úlceras y gastritis eran producidas por la baja calidad de la alimentación o por problemas emocionales
Hermann Sáenz Prieto / Martes 3 de enero de 2012
 

Colombia cuenta con una de las cepas más agresivas de Helicobacter pylori, bacteria que provoca graves males gastrointestinales. Cerca del 80% de la población, a la edad de 10 años, ya está infectada, proporción alta si se compara con el 30% de los países desarrollados.

Antes del descubrimiento de la bacteria Helicobacter pylori, en 1989, se pensaba que las úlceras y gastritis eran producidas por la baja calidad de la alimentación o por problemas emocionales. El hallazgo del australiano Barry Marshall cambió por completo el enfoque que se le daba a la patología, convertida en el segundo padecimiento infeccioso más frecuente después de las caries.

Se calcula que el 40% de la población mundial estaría contaminada con la bacteria, pero la infección no es igual en todas partes: en los países en desarrollo es más frecuente por las condiciones socioeconómicas y las malas costumbres de salubridad e higiene. El microorganismo se puede transmitir a través del agua, la leche, las moscas y las manos sucias, y se elimina por la materia fecal.

En muchas ocasiones se queda en el estómago por el resto de la vida, aunque no se manifieste la enfermedad o se produzcan siquiera úlceras. Lo único que crea es una pequeña inflamación suficiente para producir secreciones gástricas que expelen urea, el alimento favorito del H. pylori.


Alta proporción

Algunas personas manifiestan síntomas con o sin la gastritis grave. “Son dos cosas aparte. Se pueden tener molestias, generalmente ardor en la boca del estómago, a veces pesadez o distención abdominal en un grupo de pacientes, pero la mayoría no siente nada. Alguien puede padecer gastritis severa e incluso cáncer y nunca presentar síntomas”, comenta Óscar Iván Gutiérrez, experto gastroenterólogo de la Universidad Nacional de Colombia.

Aunque buena parte de la investigación de este profesor retirado quedó paralizada y enclaustrada dentro del Hospital San Juan de Dios al momento de su cierre, los datos generados por su grupo siguen siendo, en la actualidad, referente científico.

No en vano, el pasado 29 de septiembre Gutiérrez obtuvo el Premio Scopus, que reconoce a los investigadores cuyos trabajos hayan recibido el mayor número de citas en los últimos años, como es el caso de su trabajo con H. pylori.

Uno de sus estudios más relevantes fue el realizado con 750 personas, de las cuales una tercera parte manifestó molestias estomacales; su hallazgo estableció que el microorganismo estaba presente en el 92% de los evaluados.

“En países como el nuestro, aproximadamente 80% de los niños están infectados a los 10 años de edad; en cambio, en los desarrollados, máximo el 30% pero a la edad de 50 años. Eso implica que en Colombia, a la edad de 60 años ya la mayor parte de la población lleva 50 años con la bacteria, y si hay otros factores adicionales como los ambientales o genéticos, se pueden desarrollar gastritis más avanzadas o cáncer”, agrega Gutiérrez.

Entre las causas ambientales estudiadas en el país, el médico destaca lo descubierto por el doctor Pelayo Correa –otro experto en el tema– en el departamento de Nariño, una de las zonas con el promedio más alto de cáncer gástrico en el mundo.

Se encontró que allí la alimentación se compone de pocos vegetales frescos, pero sí de mucho consumo de sal, especialmente en las áreas rurales donde no hay refrigeradores; los pobladores salan la carne y los alimentos para conservarlos, lo que propicia las condiciones para la aparición de H. pilory.

En general, el cáncer de estómago se detecta con mayor frecuencia en las áreas montañosas, por ejemplo Boyacá y la zona del Viejo Caldas. Al contrario, muy pocos casos en la región costera y los Llanos Orientales.

Otra de las causas ambientales en las áreas montañosas se relacionan con aguas contaminadas con nitritos (utilizados en algunos fertilizantes y en la conserva de carnes), que se pueden transformar en el estómago en nitrosaminas, sustancias cancerígenas. “Ingerir arepa quemada o cualquier elemento en ese estado puede llevar al organismo sustancias carcinógenas. De manera que no se ha establecido un solo factor sino la suma de varios, pero adicionalmente es posible que exista un hecho genético adicional”, explica Gutiérrez.


Cepa agresiva

La prueba indirecta está en lo que se ha llamado el “enigma africano”, debido a que existen países de ese continente en donde puede existir 100% de infección por el Helicobacter a la edad de 2 años, pero nunca se desarrolla el cáncer gástrico; no se sabe si es debido a un factor genético o ambiental.

Se dice que las defensas que desarrollan estas personas contra las enfermedades parasitarias podrían, eventualmente, en forma indirecta, contrarrestar la evolución de la infección en formas más graves de gastritis.

Lo que sí se puede decir es que la bacteria, hoy en día, es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) un carcinógeno relacionado con la producción de cáncer gástrico, como lo es, por ejemplo, el cigarrillo para el pulmón.

Otro de los descubrimientos del doctor Gutiérrez, además de la prevalencia tan alta de la bacteria entre la población colombiana, es que la cepa de H. pilory de nuestro territorio es una de las más agresivas, al punto de llevar a formas graves de gastritis. “Son muy resistentes a uno de los medicamentos más utilizados en el tratamiento: el metronidazol”.

El experto aconseja que cuando la gastritis es leve y no presenta molestias, es mejor no tratarla, simplemente dejarla allí. Los alimentos con vitamina C y los probióticos tienen sustancias favorecedoras que pueden ayudar a erradicar la enfermedad.