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Comunicado de prensa No. 4
Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza
 

Por el engaño, dice Bolívar en el Manifiesto de Cartagena, se nos ha dominado más que por la fuerza. Pero ha sido tal el sistema del engaño, que hemos aprendido que la realidad es el encuentro brutal de las palabras del Estado con la realidad que vivimos los de abajo, los perseguidos por las fuerzas del capital; las palabras del capital son la realidad brutal de miseria y represión que se impone a nuestros pueblos.

El capital es una máquina sin mente ni corazón, como bien lo dijo Lauchlin Currie, uno de sus representantes más feroces que llegó a nuestra patria encabezando la primera misión del Banco Mundial de las Naciones Unidas; como diseñador de las políticas del despojo para nuestro pueblo, trazó políticas como la del UPAC y la del desplazamiento forzado. Los medios de comunicación y las instituciones encargadas de llevar el inventario del desplazamiento, continúan registrando los efectos de estas políticas que se cuentan por millones de desplazados y miles y miles de muertos, sin nombrar a su creador, y sin cuestionar al sistema político construido sobre estas prácticas criminales. Sin embargo el capitalismo, esta relación social de sometimiento y explotación, por un puñado de terratenientes, empresas transnacionales y políticos tenebrosos, continúa profundizando las causas de la miseria, de la cobardía, de la muerte practicada por sus ejércitos, con el propósito de continuar acrecentando sus fortunas despojando a los pueblos de la riqueza que socialmente se produce. Si se aplicaran las normas del tribunal de Nuremberg en el cual fueron juzgados los criminales nazis, todos estos administradores de la muerte no serían más que criminales de guerra.

¿Cómo se explica que en medio de los discursos antiterroristas de los inversionistas de la guerra, se desplieguen francotiradores del Estado en Colombia para disparar sobre el pueblo campesino, indígena y afrodescendiente, porque luchan por la tierra, por la justicia, por la libertad?

¿Cómo el mundo puede asistir impávido al espectáculo siniestro de una movilización agraria y popular atacada por las fuerzas del Estado colombiano con tiros de fusil y bombas de vidrio y aluminio molidos, prevalidadas por una legitimidad levantada sobre las historias del saqueo, sobre una legalidad cómplice empantanada en la sangre popular?

Quienes acusan a los movilizados de ser empujados a la protesta por la guerrilla, pretenden hacer creer que el campesinado Colombiano, las comunidades indígenas, afrodescendientes y el pueblo en general, han puesto en el olvido, como el canciller Araujo y los de su clase, que quienes realmente empujaron al desarraigo a las comunidades agrarias fueron los estrategas del despojo, como Lauchlin Currie que llegó al país en 1949 un año después del asesinato por la CIA de Jorge Eliécer Gaitán y del consiguiente levantamiento popular. Han sido estos estrategas del despojo los que han empujado a los pueblos a la lucha contra su política criminal. La protesta es el derecho supremo que a ningún pueblo se le puede arrebatar y jamás se capitulará cuando por lo que se lucha es por el derecho que todo pueblo tiene a su territorio, al decoro que se levanta contra la historia que hace del crimen el cimiento de la economía, del progreso y de los discursos que invitan a la paz mientras siembran de tumbas físicas, medioambentales y culturales el campo de la patria.

Robar a los pueblos sus condiciones de vida para hacerlas propiedad privada de unos pocos, es pretender robar su dignidad y pervertir su decoro, pero el pueblo trabajador tiene su dignidad y su decoro en la lucha que es el horizonte de la esperanza y la rebeldía.

Hoy esa lucha exige con impecable justeza, que Álvaro Uribe Vélez renuncie a la presidencia de la República; la lucha de los pueblos es el derecho que se tiene para gobernarse a sí mismos, sin el laberinto de leyes homicidas, sin el engaño que es violencia que los verdugos practican para avasallar a los pueblos. Ser pueblo es más que un gobernante vencido, es más que el genocida que se atrinchera tras las barricadas de popularidades mediáticas, aplaudido por el concierto de las voces de pensadores sumisos, apuntalado en el apoyo militar del genocida George Bush.

La lucha se esclarece cuando el engaño cede ante el pensamiento esclarecido de los pueblos. Los asesinos disparan sobre el cuerpo de los pueblos que participan en la movilización agraria y popular, pero sus ideólogos saben que disparan intentando matar la conciencia y la memoria de la lucha popular. Conciencia popular es territorio. Lucha organizada es libertad.

Comisión Política de la Coordinación Nacional de Organizaciones Agrarias y Populares de Colombia