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Colombianos sin Colombia, nuestra tierra es cada vez menos nuestra
Mario Domínguez / Lunes 20 de agosto de 2012
 

Amamos a Colombia, nos alegra el triunfo de un seleccionado colombiano en cualquiera de sus modalidades (fútbol, ciclismo, patinaje, etc.); nos alegran sus fiestas: las de barrio, las patronales, las nacionales, las folclóricas; pero también nos duele Colombia, lloramos con ella cuando la desangran; como hijos de esta tierra nos apesadumbra y flaquea el ánimo cuando un hermano de la patria es violentado, excluido, asesinado.
Siempre se ha dicho que Colombia es país de una gran riqueza natural. Realidad de la que nos enorgullecemos. Nos duele cuando la roban y más aún, cuando un hermano la traiciona y la entrega a cambio de regalías. Reflexionemos sobre este asunto que nos es tan propio. El amor por Colombia nos mueve a pensarla y a hablar por ella.

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Se está vendiendo la tierra, están robándonos a Colombia, están privatizando sus recursos naturales, nos están dejando huérfanos, el presidente Santos y su bancada, cual proxenetas están comercializando a nuestra madre tierra. Expondremos al menos tres casos que lo demuestran.

1-El caso de la Hidroeléctrica El Quimbo en el Huila…

Este proyecto fue anunciado en 2008 por el Ministerio de Minas y Energías y fue aprobado el 15 de mayo del 2009 por el Ministerio de Ambiente. Pero tenía una “piedra en el zapato” –según palabras de EL TIEMPO.COM-, 450 familias que tienen su vivienda en el territorio y que se niegan a ser reubicadas.

Habría que decir que la “piedra en el zapato” realmente la constituye el proyecto. En febrero de 2011 el presidente Santos colocó la primera piedra para la construcción del proyecto "El Quimbo". ¡Es un apátrida! Ahora espera quitarle a cientos de familias su forma de vida como pescadores, agricultores y jornaleros. Además, se ha tenido que desplazar de manera forzosa a la población de esta zona del departamento del Huila, haciendo “uso legítimo de la fuerza” según palabras del general Oscar Naranjo, porque el uso de la fuerza en Colombia es legítimo si viene de parte de la policía (o del ejército), sin importar a quién se ataque, en este caso a los colombianos mismos (campesinos, agricultores, mineros, niños, mujeres) y desviar el río Magdalena para construir el eje de presa. ¡Qué desfachatez cambiar la agricultura por una hidroeléctrica! ¡Cuánta muestra de odio y egoísmo hacia los “compatriotas”, hijos de una misma tierra y por tanto hermanos, por parte del Estado! Caín sigue matando a Abel.
Cuando se violenta así al pueblo colombiano no puede creerse que la hidroeléctrica El Quimbo, sea un proyecto en beneficio de la Nación, este es en beneficio de los inversionistas que desangran nuestra tierra y beben su sangre.

Es un proyecto que sólo generará no más del tres por ciento de la energía que consume Colombia, pero del que se extraerán miles de millones de pesos que irán a parar a las cuentas de los directos interesados. Con este negocio el Gobierno del presidente Santos se ubicó en la banda de las empresas inversionistas, que son Emgesa —filial de Endesa, a su vez asociada a Enel, la más grande compañía eléctrica italiana— y la Empresa de Energía de Bogotá.

¡Cuánta verdad decía Hobbes: “el hombre es un lobo para el hombre”! El gobierno colombiano es un lobo para los colombianos.

2-El caso del Parque Natural Tayrona…

“Las instalaciones y servicios que tenía la Unidad de Parques Nacionales en el parque Tayrona, concretamente en las zonas de Arrecifes y Cañaveral, han sido entregados a concesionarios privados” decía una noticia de EL TIEMPO.COM en 2005, precisando incluso que “no son, ciertamente, las playas del parque Tayrona las que se han privatizado -hacerlo es constitucionalmente imposible-, pero sí los servicios de alojamiento y alimentación y el cobro del ingreso al lugar”. Sin embargo, en el país del Sagrado Corazón, quienes hacen las leyes, saben dejar los huecos por los cuáles meterse luego para delinquir con permiso.

De 15.000 hectáreas que tiene el parque 12.433 pertenecen a privados, según el informe de la Superintendencia de Notariado y Registro, presentado en enero de 2012. Esto quiere decir que los colombianos ya no podemos alardear tanto de nuestra riqueza natural, ya no es “nuestra”. Ahora figuran como “propiedad privada” del consorcio conformado por Aviatur, la Cámara de Comercio de Santa Marta y Alnuva.

El gobierno y el consorcio empoderado del Parque Tayrona, pretenden hacer de este recinto ecológico y cultural un “hotel de lujo”. Los indígenas que habitan esa zona son sometidos al desplazamiento puesto que se solicitó la certificación de la no presencia de indígenas en un tramo del Tayrona. ¡Qué dolor Se siente frente a este desamor a Colombia y sus hijos! ¡Qué desvergüenza de los apátridas! ¡Qué ganas de jodernos humanitaria, política, económica y ambientalmente!

3-El caso de los agrocombustibles…

Este es uno de los casos más alarmantes, sino el que más, dada su repercusión en el deterioro de la calidad de vida de quienes viven de la agricultura, la economía del mercado local colombiano, la migración del campo a la ciudad y la crisis alimentaria, entre otras.

Se trata, groso modo, de convertir los productos agrícolas en productos energéticos; es decir, la soja, el maiz, la caña de azúcar, la palma de aceite, la remolacha, etc., en biodisel y etanol.

En las regiones de la Orinoquía, el Magdalena Medio, el Bajo Atrato, el Valle del Cauca y el Pacífico Sur, es donde actualmente hay mayor presencia del negocio de los agrobussines. Sin por ello ser las únicas regiones afectadas, dado que la agricultura y en general la economía en Colombia es un engranaje nacional y no meramente local.

Como es de esperarse el beneficio es para las empresas privadas nacionales e internacionales, dedicadas al negocio de los combustibles; así como los ingenios azucareros, los latifundistas, el poder corporativo multinacional, etc. ¡Y a los colombianos “de a pie” que nos lleve el diablo!
El negocio de los agrocombustibles atenta contra la soberanía nacional. El suelo colombiano es ahora suelo ajeno para los colombianos, en la medida en que no se usa para beneficio de estos, sino de aquellos países a donde se exporta el AGC, específicamente los estados Unidos.
Recuérdese la visita de George Bush a Latinoamérica en marzo de 2007 para incentivar la producción de agrocombustibles y luego importarlo. El suelo Colombiano es utilizado para producir etanol y biodisel para los Estados Unidos desde entonces. Esta es, aunque no se diga, una de las razones por las cuales se permitió la instauración de bases militares estadounidenses en territorio colombiano, además de cuidar los intereses de las trasnacionales que se benefician del deterioro del mercado local colombiano, tras el alza de los precios de la canasta familiar, a causa de la escasez de los productos alimenticios, dado que estos son ahora desviados al negocio de los agrocombustibles.

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El gobierno colombiano es asqueroso, traidor y los colombianos somos indolentes, gente absurda, cobarde; ponemos siempre la otra mejilla, masoquistas. Ser colombiano, tristemente, es sinónimo de egoísmo. Sólo sabemos gritar y tirar piedra, de manera airada y desordenada, disque haciendo revolución. La revolución hoy es sinónimo de ruido y carnaval: gente pintándose la cara y abrazando policías del ESMAD; gritos intentos de arengas, teatro. ¿Quién puede tomarse en serio tal cosa?
Cada quien “pelea” por lo suyo, olvidando que como colombiano lo suyo es Colombia toda, no sólo un rinconcito, ni un lote, ni una orilla de río. ¿Por qué el gobierno triunfa ante la resistencia de los habitantes de El Quimbo? Porque sólo luchan los habitantes de esa zona del departamento del Huila. Y así es con todo.

Falta organización, unión, ver a Colombia como un todo y aunar fuerzas. Luchar por la educación, sí, pero también por la defensa de la soberanía nacional, defender los recursos naturales, estudiar el TLC y reformar sus condiciones y buscar suprimirlo hasta que de verdad sea un tratado comercial en beneficio de la Nación; exigir mejores condiciones laborales, salariales y alimenticias, etc. Debe dolernos e interesarnos Colombia toda y no sólo por sectores. La lucha debe ser de todos, para todos.