A propósito de defensores, "politiqueros", "traficantes" y "terroristas"

Terminator y el Estado mitómano

"...unos traficantes de derechos humanos que se deberían quitar de una vez por todas su careta, aparecer con sus ideas políticas y dejar esa cobardía de esconder sus ideas políticas detrás de los Derechos Humanos". AUV - Sept. 8 / 2003

César Jerez
Agencia Prensa Rural

De la mitomanía dice el diccionario de la real academia de la lengua castellana, que se trata de la tendencia morbosa a desfigurar la realidad y a mitificar o admirar exageradamente a personas o cosas. Partiendo de este solo concepto, se puede afirmar que el Estado colombiano es mitómano, pues ha utilizado este recurso sistemáticamente en la lucha ideológica, en el marco del histórico conflicto entre la oligarquía y los trabajadores en Colombia.

Aquí es necesario recordar que la lucha de clases es el enfrentamiento que se produce entre clases sociales antagónicas. Si bien este concepto no es exclusivo del marxismo, fue esta ideología la que lo introdujo en el vocabulario de la ciencia política al considerarlo el "motor de la historia". La teoría de las clases sociales y sus conflictos es compartida por distintas corrientes filosóficas y políticas, pero fueron Carlos Marx y Federico Engels quienes, en el Manifiesto del Partido Comunista de 1848, afirmaron que "la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases". Para ambos pensadores, fundadores del socialismo científico y del comunismo, la lucha de clases se da en los tres niveles que corresponden a las partes de la estructura social; por lo tanto, habrá una lucha económica, otra ideológica y una tercera de carácter político.

La lucha económica se caracteriza por la resistencia de la clase obrera a ser explotada, resistencia que se manifiesta en la defensa de los intereses vitales de los trabajadores. La lucha ideológica supone la oposición de distintas concepciones sobre el desarrollo de la sociedad. Por último, en la lucha política se manifiesta el enfrentamiento por la toma del poder del Estado. Realmente, toda lucha de clases es política, aunque su origen sea reivindicativo, y gira en torno al Estado como elemento centralizador del poder. Estos tres tipos de lucha de clases no son independientes, sino que forman una unidad que recibe con propiedad este nombre. La preponderancia y forma de un tipo dependerá, en todo caso, de la coyuntura y de la estrategia política establecidas por las clases.

Lo anterior quiere decir que en Colombia vivimos un conflicto de clases que tiene un carácter político, social y armado. Unos colombianos luchan para que apenas los dejen vivir, otros para que no los desplacen de sus tierras, otros para tener un empleo y un salario digno, otros luchan para establecer una sociedad más equitativa en los marcos de la democracia liberal burguesa y otros luchan para tomarse el poder y refundar un país más igualitario. Todos los anteriores tienen aquí a un solo antagonista, encarnado en la vieja oligarquía autoritaria y excluyente que no ha dudado en ejercer la violencia, la corrupción, el clientelismo y en usar discursos y mitos, todos ajenos, para justificar esa violencia estructural que los mantiene en el poder. Antes todos los "enemigos internos" éramos comunistas, después pasamos a ser narcotraficantes, y finalmente, en un curioso y perverso metamorfismo, propio de la doctrina de la Seguridad Nacional, llegamos a ser terroristas.

En su amenazante discurso del 8 de septiembre, el presidente AUV habló de "politiqueros", de "traficantes", de "voceros del terrorismo" y de "profetas del desastre" para referirse a los defensores de derechos humanos. Insinuó que la defensa de los derechos humanos debe ser neutral, como si defender derechos constitucionales y universales no fuese una opción política. Igualmente ha dicho que "éste no es un conflicto", afirmación que sólo puede obedecer a un mito o una regresión antropológica e histórica, que pretende invisibilizar las contradicciones objetivas y subjetivas de nuestra sociedad, y dar a entender que como no hay conflicto, pues no se violan los derechos humanos.

Como Terminator, usando la sola arma de la "seguridad democrática", AUV pretende acabar virtualmente con los antagonismos de clase y sumergirnos en paraíso irreal de la felicidad, se dice que la victoria militar sobre la guerrilla está asegurada, que el desempleo ha disminuido, que los pobres también, que a final de año no habrá una sola mata de coca, que el año entrante por fin no se exportará cocaína, que la economía se está reactivando, que van a encarcelar a los corruptos y a los evasores de impuestos, se deportará a todos los "narcos", se rescatará a los prisioneros de guerra, así sea muertos, como ya ocurrió, se desmovilizará a los paramilitares, no irán a la cárcel, serán soldados campesinos e informantes y se les reparará con dinero por las matanzas; el ALCA y la intervención militar gringa acabarán de una vez por todas con nuestras desgracias, finalmente, se aislará al terrorismo: "para aislarlo vamos a capturar a todos aquellos que delinquen por complicidad o por ocultamiento" y todo esto, como en las cruzadas de los iluminados, contando con "la ayuda de Dios", pues, "nada nos detendrá en el camino de detener y derrotar el terrorismo. Aquí hay solamente un objetivo: liberar a Colombia del terrorismo".

En la realidad real nuestro Terminator criollo liquidó a Telecom, acaba con Ecopetrol, termina con empresas de servicios públicos por todo el país, premia con nuestros recursos naturales a las multinacionales, durante su gobierno aumentan los casos de desapariciones forzadas, continúan los asesinatos de sindicalistas, campesinos y luchadores sociales a manos de la estrategia paramilitar de guerra sucia, se realizan "pescas milagrosas" donde se detiene arbitrariamente a centenares de colombianos por todo el país, todos con orden de captura y todos sindicados de rebelión, se recrudece la fumigación de empobrecidos campesinos, se destruye su vida y se acaba con el medio ambiente gracias al Plan Colombia y al sofisma de la lucha contra las drogas.

Los Estados mitómanos están unidos en ejes que se autodenominan "del bien", sus "superhéroes" utilizan grandes medios de comunicación en todo el mundo para justificar sus invasiones, saqueos y ultrajes, hacen listas, certificaciones y crean "ejes del mal". Se inventan y amamantan monstruos casi mitológicos, ubicuos que, como Aquiles, aparecen y desaparecen, están en todas partes y a todas horas. Contando "con la ayuda de Dios" descubren armas de destrucción masiva y enemigos por doquier, atacan para ejercer la justicia infinita. Tienen nombres simpáticos: Tony, Jose María, Ariel, George. Todos ellos mienten.

 
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