Entrevista a Abraham Grandydier, quechua boliviano, líder de la Coordinadora en Defensa del Agua y la Vida, que lucha contra la privatización de las riquezas naturales de Bolivia.

"Nunca es tarde para ningún pueblo de América"

por Alexia Guilera Madariaga
Agencia Prensa Rural

23 de noviembre de 2004

Abraham recibe a Prensa Rural en el piso de una amiga donde pasó unos días en Barcelona, tras su gira por Asturias (España) en la que realizó varias conferencias. De algún lugar, suave pero intensa, llega una música quechua que el líder boliviano mantendrá durante toda la entrevista.

Nos cuenta que su padre fue minero del estaño allá en la región del Potosí, donde Abraham se crió junto a sus hermanos y su mamá, que fue ama de casa y campesina. Cuando tenía 12 años la familia cogió sus escasas pertenencias y emigró a Cochabamba, la segunda ciudad más grande de Bolivia: no tuvieron otra alternativa ante la incipiente privatización de los recursos mineros en Potosí, que acabó con las esperanzas de vivir dignamente de los campesinos y mineros de la zona.

--¿Cuándo empezó a ser consciente de los efectos de la política de privatización que se estaba empezando a implantar en Bolivia?

--Fue en el año 99 cuando empecé a ser consciente verdaderamente de lo que significaba la privatización de recursos naturales en el país: ¡empezaron a privatizar nuestro servicio de agua potable! El gobierno de Hugo Bánzer lo vendió a una transnacional gringa, la Bechtel, y camufló esa venta creando el Consorcio de Aguas Tunaris.

--¿Fue por esa época que se creó la Coordinadora en Defensa del Agua y de la Vida?

--Sí, fue por esa época. Quisimos crear un espacio en el que deliberase todo el pueblo, sin jefes, sin jerarquías porque el agua es de todos y el poder de decidir sobre ésta, pues también.

--¿Por qué se llamó también "en defensa de la vida", la Coordinadora?

--Ese es un punto muy importante: porque entendimos que defender los recursos naturales de un pueblo, nuestros recursos, no es defender solamente la derogación de una ley (la de la privatización) sino que era una lucha política que iba mucho más allá: es también una lucha económica y, especiamente, social... Por eso es que decimos que la Guerra del Agua --como se bautizó a esa lucha antiprivatización-- sirvió para empezar a encontrar nuestra identidad.

--Eso es muy interesante. ¿Por qué, la identidad de ustedes?

--(Sonríe) Pues porque fue una primera victoria contra el modelo neoliberal: ahí empezamos a perforar ese sistema tan nefasto para los pueblos de América y, al mismo tiempo, íbamos reencontrándonos con esa identidad quechua, aymara, guaraní que, precisamente, el neoliberalismo nos ha ido robando poco a poco... A partir de la Guerra del Agua sentimos que podemos decir bien alto que el agua es nuestra y que las decisiones sobre ésta, también. Antes, hasta hace muy poco, los pueblos indígenas de Bolivia no nos atrevíamos a plantar cara ni en temas como éste ni en ningún otro... antes estábamos bien humillados.

--¿O sea, que es posible despertar consciencia sobre la propia identidad y pelear por ella, aunque el enemigo sea toda una transnacional?

--Sí, sí, desde luego: nunca es tarde para ningún pueblo de América. Cuando el pueblo se propone algo, eso es posible conseguirlo. En nuestro caso, además, la Guerra del Agua inició el camino de otras grandes luchas que han tenido un fruto muy concreto, por ejemplo, la Guerra de la Coca, en el 2002, que empezó en la región del Chapare y se extendió luego por todo el país, reivindicando el cultivo de esa hoja que para todos nosotros es ancestral... Luego, como ya se tenía esa dinámica de organización y movilización colectivas, en febrero del 2003 nos manifestamos todos contra el impuestazo y esa primera revolución popular contra Gonzalo Sánchez de Lozada, el Goni, culminó en octubre de ese año con su caída del poder...

--¿Le parece que algo está cambiando en ese corazón oprimido de Latinoamérica con ejemplos como el de ustedes o el de Chávez en Venezuela... o es sólo un espejismo?

--Creo que sí, que algo está cambiando verdaderamente en Latinoamérica. La "ventaja" de tener gobiernos opresores como el de Bánzer o el de Goni es que siempre supimos quién y por qué era nuestro enemigo y eso nos mantuvo unidos. Y eso es aplicable al resto de Latinoamérica porque está claro que los enemigos son los mismos para todos: transnacionales, gobiernos corruptos que se venden a Norteamérica y Europa, represión, masacres, cultura de la impunidad etc... Creo que el pueblo indígena de América Latina está empezando a tomar consciencia de lo que es de ellos y, a la vez, de los atentados contra la biodiversidad de sus tierras. Pero hay que estar atentos porque el enemigo también avanza...

--Quizá uno de los males internos del movimiento social boliviano sea la mala relación histórica entre Evo Morales (líder del Movimiento al Socialismo, MAS) y Felipe Quispe (principal dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia), las organizaciones que han liderado todos estos movimientos...

--Pues sí (sonríe), aunque tengo que aclarar que las malas relaciones entre ambos son personales, no entre el MAS y la Confederación: no es que los movimientos sociales estén divididos sino que lo están sus dos cabezas, que es bien distinto...

--¿En esos movimientos tienen espacio los bolivianos que no son puros indígenas?

--¡Claro, por supuesto! Desde el principio hemos contado con la participación de todos ellos: se ha trabajado con regantes, campesinos, obreros fabriles y hasta con sectores independientes y todos esos colectivos están formados también por mestizos y hasta blancos... Llevamos todos la misma lucha. No queremos excluir a nadie: queremos crear un espacio de consenso entre todos y para todos. Ni el blanco es eternamente el malo ni lo contrario... Mire (añade sonriendo maliciosamente): tenemos que recordar que, antes de la llegada de los españoles a Bolivia, los enemigos de los aymaras fueron los incas que avanzaban exterminando todo a su paso, como el más imperialista de los pueblos... ¿Sabe? A mí no me gusta el odio. El que fomenta eso sabrá si es viable ese modelo en esta época: yo creo que no lo es. Hay otras opciones, como la de Evo, más integradoras.

--Pero a Evo Morales se le está acusando de aglutinar tendencias hasta contrarias entre sí para las próximas elecciones municipales...

--Sí y es un poco cierto: se trata de encontrar la justa medida entre lo uno y lo otro. Evo está articulando para el MAS a las clases medias --pero arruinadas o endeudadas al máximo-- y a sectores profesionales con campesinos... Es un equilibrio difícil porque se dice que el MAS también está reclutando a personas de la extrema derecha... Por ejemplo: en Cochabamba, la candidata es una ex miss. ¿Qué discurso político tiene esta persona? Dígame: ¿Cómo representa a las clases populares? Ejemplos como ése nos están dando a entender que las clases populares no podemos gobernar con los nuestros como representantes y eso es falso: el primer alcalde del MAS que tuvo Bolivia, en Villa Tunari, el campesino Felipe Cáceres, gobernó ejemplarmente porque estaba, además, rodeado de un buen equipo...

--¿Qué consejo daría a sus compañeros de lucha colombianos?

--Que es necesario unirnos a nivel latinoamericano y no sólo indígena: también incorporar a los compañeros del campo y de la ciudad. La Historia nos ha enseñado que todo sube y baja, se fortalece y se debilita: quiero decir que puede suceder que ahora se esté produciendo un debilitamiento de las políticas del gobierno gringo: el ALCA, ese terrorismo del que hablan... pero la lucha continúa. El punto de partida de esa lucha tiene que ser siempre la toma de consciencia reivindicativa para pelear de frente contra el modelo neoliberal que nos imponen para, así, recuperar nuestros bienes colectivos y nuestros recursos naturales. El objetivo final, a mi modo de ver, es llegar a formar una asamblea constituyente en la que el propio pueblo en pleno, ustedes los colombianos, nosotros acá, etcétera, decidamos qué tipo de país queremos.

 
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