Paneleros en la peor crisis de su historia reciente

Pedro Camargo, Coordinador Nacional de Unidad Panelera
Moniquirá, junio 23 de 2004

Ilustración de Matiz para Prensa Rural.

Los precios de compra de la panela al productor han caído hasta el 50% con relación a los de comienzos de 2003, causando una gravísima crisis que amenaza con eliminar 70 mil pequeñas y medianas unidades agrícolas, 27 mil trapiches artesanales y 250 mil hectáreas de caña panelera, y con arruinar a 350 mil familias que subsisten del laboreo de la panela en 236 municipios de Colombia donde se desarrolla esta agroindustria principalmente de economía campesina.

Los bajos precios se deben a una serie de factores como la larga cadena de intermediarios que intervienen en su comercialización, que reducen los precios al productor y los aumentan al consumidor; la inveterada práctica ilegal de los "derretideros" de azúcar y mieles que fabrican panela adulterada, el aumento del área cultivada de caña panelera en 60 mil hectáreas en los últimos diez años, que introdujo al mercado nacional 400 mil toneladas adicionales, de las cuales no se alcanza a exportar ni el 1%, las importaciones de mieles y panela y la disminución de la demanda.

En tan dramáticas circunstancias, el gobierno, de manera irresponsable y demagógica, se ha dedicado a crear falsas expectativas de solución con la construcción, en algunas regiones paneleras, de plantas destiladoras de alcohol carburante que darían ocupación a parte de las cañas hoy sembradas en abundancia. El alto monto de las inversiones necesarias para este negocio impide que los empobrecidos paneleros puedan acometerlas por sí solos mientras es claro que todas las disposiciones reglamentarias del gobierno nacional en ese sentido se orientan a favorecer a los potentados industriales azucareros para favorecerlos con subsidios estatales destinados a garantizar la producción de etanol a partir de septiembre de 2005 y los cuales pueden valer más de 40 millones de dólares.

Además de la crisis y de las vanas promesas gubernamentales, los acuerdos de libre comercio, como el ALCA y el Tratado Bilateral con los Estados Unidos, cuyas negociaciones se están adelantando, así como el tratado firmado entre la Comunidad Andina y el Mercosur, permiten prever un horizonte de futuras masivas importaciones de azúcar, edulcorantes sintéticos, jarabe de maíz y panela que se sumarán al contrabando y a las importaciones ya existentes, constituyéndose un oscuro panorama para la producción nacional de este producto, el segundo en generación de empleo rural después del café. Lo anterior se suma a los viejos problemas de atraso tecnológico y productivo, carencia de asistencia técnica, deficiente estructura de transporte y comunicaciones en las zonas productoras, falta de crédito y pobreza endémica de todas las regiones donde se desarrolla este cultivo y la fabricación en trapiches.

Esta espantosa crisis amerita una respuesta de lucha que una a cultivadores, aparceros, jornaleros y comerciantes; a las regiones productoras y a todas las organizaciones e instituciones del sector en torno a los puntos mínimos que deben exigirse al gobierno como base de una política sectorial consecuente. Estos puntos son:

-Un precio de sustentación, remunerativo y estable que debe resultar del promedio de los costos de los diversos contextos regionales y socioeconómicos donde se produce este alimento.

- El cierre de los "derretideros" de azúcar conforme lo exige la ley. De lo contrario, proceder a entablar todas las acciones legales y las movilizaciones de masas que garanticen su cumplimiento.

- El cese de las importaciones de edulcorantes al país, en particular de azúcar, mieles y panela, jarabe de maíz y otros que afecten la producción nacional.

-Oposición al ALCA y al TLC con los Estados Unidos, porque amenazan la supervivencia de la producción nacional de edulcorantes y exigir al gobierno nacional que en cualquier circunstancia se mantenga la vigencia de la ley de fomento panelero o ley 40 de 1990.

- Que así como se va a hacer con la industria azucarera, al subsidiarla con 40 millones de dólares anuales en exenciones tributarias para la producción de etanol, se destinen al menos cantidades equivalentes para respaldar la tecnificación del cultivo de caña panelera, el mejoramiento tecnológico de los trapiches, la construcción de infraestructura vial en las regiones productoras y la provisión de crédito oportuno y barato.

- El cese de las falsas promesas en torno a los proyectos de elaboración de alcohol carburante a fin de que ellas no se sigan impulsando nuevas siembras.

- Que el Gobierno respete y cumpla los acuerdos regionales celebrados con los paneleros como fruto de los paros y jornadas de resistencia durante los últimos años.

Unidad Panelera pone a consideración de todos los paneleros colombianos, sin distingo, este programa de salvación del sector, que será la base de nuestras relaciones con las demás organizaciones agrarias y, en particular, con todos los cultivadores de caña, que se presentará oportunamente al gobierno nacional y a los gobiernos regionales como eje de nuestra lucha por defender el derecho a producir y a trabajar y sobrevivir en una patria soberana.

 
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