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Santos y las Farc afirman que no se levantarán de la mesa de diálogo
Tanto el Presidente Juan Manuel Santos como las Farc, han expresado su firme decisión de no levantarse de la Mesa de conversaciones hasta llegar a un acuerdo de paz para Colombia que ponga fin a la guerra civil que supera ya el medio siglo. Esa es buena noticia para todos.
Horacio Duque Giraldo / Domingo 10 de febrero de 2013
 

El proceso de paz iniciado por el gobierno de Colombia y las Farc, no obstante las naturales dificultades que se desprenden de dialogar en medio del conflicto, avanza por buen sendero. El debate del primer punto de la Agenda, que ya completa más de tres meses, sobre el tema del desarrollo rural ha creado un ambiente favorable y arroja resultados promisorios.

En los actos por el día del periodista, el presidente Juan Manuel Santos, afirmó, de manera categórica, que no se va a levantar de la Mesa de Conversaciones de La Habana hasta no alcanzar los resultados que permitan superar el conflicto social y armado y sentar las bases de una paz estable y duradera.

Se está negociando de buena fe, se ve la voluntad del movimiento guerrillero y no me voy a levantar de la Mesa, ha dicho Santos. Dialogar en medio del conflicto fue una decisión que tomó y ha sido difícil. Las Farc en su propia lógica seguirán en su lucha, pero esto es parte del costo que se tiene que pagar por la negociación en medio del conflicto.

Sostiene que a pesar de las dificultades y de la oposición de sectores recalcitrantes tomó la decisión de conseguir la paz para Colombia y de esa manera superar la guerra civil que ya se prolonga por más de medio siglo con graves perjuicios para todos los habitantes de Colombia, especialmente para los campesinos y los grupos más débiles de la nación. Ha llamado a todos los ciudadanos a cicatrizar las heridas.

La voluntad del Presidente de la República es un signo positivo porque expresa la potencia del Estado y el compromiso de un amplio campo ciudadano de la nación. No se trata de una voz aislada sino la de la representación general de todo un país que resulta absurdo y necio desconocer, como es la pretensión de grupos extremistas encarnados por el señor Uribe Vélez, empeñado en el sabotaje de los diálogos y los acuerdos con la resistencia campesina revolucionaria.

Al Presidente lo acompañan los sectores claves del Estado, como el órgano legislativo, que bajo la presidencia del senador Roy Barreras, ha organizado múltiples foros en las regiones para tratar los temas agrarios y de la justicia, tal como se proyecta desde el próximo 9 de abril con 10 eventos en las principales ciudades del país.

No obstante, hay núcleos del gobierno que desentonan, como las voces que se emiten, con mucha frecuencia, desde el Ministerio de Defensa, donde su titular, acompañado de militares desatinados, tiene por oficio atacar y descalificar con adjetivos, infamias y arengas altisonantes la Mesa de Conversaciones de La Habana, distorsionando, de esa manera, el planteamiento fundamental del Presidente que trabaja por la paz.

Es que en este sector de la sociedad política todavía existe el coloniaje del jefe del Ubérrimo (AUV) con sus postulados neofascistas y totalitarios. Las doctrinas militares vigentes son las de la doctrina de la seguridad nacional, la guerra de baja intensidad, las operaciones contrainsurgentes y la estrategia de los drones y ataques aéreos que patrocina el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, desde sus 8 bases militares instaladas en el territorio nacional, donde se deposita material nuclear y armas de destrucción masiva, porque así lo permiten los convenios con el imperialismo norteamericano, firmados por los señores Bush y Uribe.

De otro lado, las Farc, a través de su comandante general, Timoleón Jiménez, han reiterado que su disposición se encamina en iguales términos. No se levantarán de la Mesa hasta llegar a un pacto que establezca la paz. Esa es una decisión política tomada de tiempo atrás y en desarrollo de la misma murieron los comandantes Alfonso Cano y Jorge Briceño.

La voluntad de las Farc ha sido reiterada numerosas veces. En el discurso de Timoleón Jiménez para anunciar la firma del Acuerdo General para la paz, su voz fue afirmativa por las conversaciones y la paz. De igual manera, Iván Márquez, el jefe de la delegación plenipotenciaria de la insurgencia revolucionaria en La Habana, sostuvo, en la instalación de los diálogos en Oslo, que el compromiso del movimiento guerrillero es trabajar sin descanso hasta lograr los mejores resultados para la paz y la terminación del conflicto social y armado.

Y así ha sido, como lo ha visto el país y el mundo. El trabajo de los delegados guerrilleros ha sido juicioso, ecuánime, inteligente y ponderado. Determinaron una tregua unilateral por dos meses con resultados muy positivos; han hecho propuestas sistemáticas, novedosas, innovadoras y profundas para resolver el problema agrario de millones de campesinos; y han contribuido a crear los espacios adecuados para la participación de la sociedad civil y las organizaciones comunitarias, civiles y religiosas, con el fin de que sus propuestas e iniciativas hagan parte del contenido de las conversaciones.

Las Farc tampoco se levantarán de la Mesa de conversaciones. Es su firme determinación.

La decisión del Presidente Juan Manuel Santos y de las Farc, es buen dato, que materializa, por lo demás, lo establecido en el texto del Acuerdo especial de La Habana firmado desde agosto del año anterior.

Allí se dispone lo siguiente: a) la decisión mutua de poner fin al conflicto como condición esencial para la construcción de la paz estable y duradera. Atendiendo el clamor por la paz; b) Iniciar conversaciones directas e ininterrumpidas sobre los puntos de la agenda establecida con el fin de alcanzar un acuerdo final para la terminación del conflicto que contribuya a la construcción de la paz estable y duradera; y c) garantizar la efectividad del proceso y concluir el trabajo sobre los puntos de la agenda de manera expedita y en el menor tiempo posible, para cumplir con las expectativas de la sociedad sobre pronto acuerdo.

Más claro no puede ser. Ya sabemos de dónde viene la oscuridad.