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Chávez: “Humanizar la guerra en Colombia”
Óscar Hernández / Sábado 19 de abril de 2008
 

En el mes de enero, el día inmediatamente siguiente a la liberación de dos retenidas por parte de la insurgencia de las FARC-EP en las selvas del sur de Colombia, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez Frías sorprendía al mundo con el pedido que hacía a la Asamblea Nacional de Venezuela y a diferentes gobiernos del mundo. Chávez pedía en cadena nacional y en trasmisión directa para varios países y cadenas noticiosas que se le otorgara estatus político y de beligerancia a los movimientos insurgentes colombianos de las FARC-EP y el ELN, con el objetivo de regularizar la guerra y crear condiciones para un eventual proceso de negociación entre las guerrillas y el gobierno de Colombia. La propuesta concreta de Chávez consistía en sacar a estos movimientos de la lista de grupos terroristas y entregar estatus político y de beligerancia a las FARC-EP y al ELN para que estos grupos irregulares pasaran a ser regulares y por el camino de su reconocimiento como movimientos político-militares lograr que entren a cumplir los protocolos de Ginebra y todas las normas que reglamentan internacionalmente los conflictos, incluyendo el respeto por los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.

Para muchos esta es la mayor locura que ha dicho Chávez, incluso algunos lo tomaron como una ofensa al pueblo colombiano o como una broma de muy mal gusto. Sin embargo, la propuesta de regularizar y “humanizar” la guerra en Colombia a partir del mutuo reconocimiento político de las partes en conflicto (las FARC-EP el ELN y el estado colombiano) es una de las mejores propuestas que se han escuchado para intentar solucionar el tan complicado conflicto colombiano. Los argumentos del presidente Chávez fueron claros: no son ningunos grupos terroristas… son ejércitos que ocupan un espacio en Colombia… son fuerzas insurgentes… con un proyecto político que es respetado por Venezuela… y deben ser reconocidas.

Chávez parte de un principio fundamental para formular su propuesta, considera básico el reconocimiento político de parte y parte. Él cree que sólo desde el reconocimiento (político-militar) mutuo se podrá entablar un proceso de negociación entre actores políticos que lleve a una paz duradera en Colombia dejando a un lado la guerra ya que esta estaría regulada y en proceso de extinción. Para ello, Chávez cree que es necesario retirar a las FARC y al ELN de la lista de grupos terroristas ya que su inclusión en dicha lista es fruto de la presión norteamericana, además considera que el hecho de que estos grupos estén en tal lista es en la práctica el primer obstáculo para una negociación seria entre el estado y la insurgencia colombiana (“los estados no negocian con grupos terroristas”). Chávez cree que lo primero que hay que hacer es realizar el intercambio humanitario. Después, posterior al reconocimiento de las partes, vendrá la regularización del conflicto con la aplicación de los convenios de Ginebra y los protocolos de la guerra. Luego vendría la negociación política y el proceso de paz que sacaría a Colombia de la horrible noche de los 60 años.

Sin duda es una propuesta interesante, “humanizar” una guerra irregular de mas de 60 años (¿O 200? ¿O más de 500?) reglamentándola para poder acabar con ella. Esta formula según Chávez, evitará muchas muertes de inocentes en el duro camino hacia la paz con justicia social que necesariamente debe recorrer el sufrido pueblo de Colombia. Sin embargo, la propuesta parece haber sido olvidada después de sufrir una fuerte campaña de desprestigio por parte de los medios de comunicación de Colombia, Venezuela, España y Estados Unidos. Todo se concentró en desprestigiar a Chávez en los medios y su propuesta nunca fue analizada ni tenida en cuenta.

Esta actitud de la “opinión pública” de Colombia tiene una explicación. La idea de humanizar la guerra para acabarla no es contemplada, pues se cree firmemente en la posibilidad de exterminar a los insurrectos que, aunque limitados en su accionar debido a las operaciones militares, están lejos de ser exterminados. La actitud belicista del gobierno, los altos mandos militares colombianos y el Comando Sur de los Estados Unidos que dirigen la guerra contrainsurgente en Colombia no contempla una paz política y negociada. Ante cada acercamiento y avance hacia una posible negociación o paz futura siempre surge la circunstancia que hace irremediable este conflicto. No podemos olvidar que la paz de Colombia tiene muchos enemigos, pues la guerra que padecemos mueve muchos intereses de colombianos y extranjeros.

El acuerdo humanitario, que busca intercambiar presos políticos por prisioneros de guerra y retenidos políticos, es la puerta de entrada al escenario de paz que anhela Colombia. Las pésimas condiciones en que se encuentran los retenidos en las selvas debido a la constante zozobra del rescate militar y las condiciones mismas del cautiverio y las inhumanas condiciones que brinda el sistema penitenciario y carcelario en Colombia hacen del intercambio humanitario algo más que necesario, ¡algo urgente! La situación post-intercambio es sin duda el espacio ideal para emprender un camino firme hacia la paz, rodeando de confianza a las partes y al proceso, con el acompañamiento de la comunidad internacional y con el compromiso y participación de toda la sociedad colombiana en la construcción de un país más democrático e incluyente donde los horrores de la guerra nunca se repitan. La exigencia por la concreción del acuerdo humanitario debe ser contundente, pues está en juego la vida de personas y eventualmente el inicio de la paz en Colombia.

Mientras tanto, los “inamovibles” de parte y parte y los constantes sabotajes a los que es sometido el proceso hacen que cada día el problema humanitario de retenidos políticos, prisioneros de guerra y presos políticos en Colombia sea más critico. Ante las muestras de voluntad política de las FARC-EP al liberar siete personas en menos de dos meses, el gobierno de Colombia ha respondido con bombardeos indiscriminados (incluso en otros países), detención de pruebas de supervivencia, expulsión de negociadores internacionales y un discurso que pregona de manera abstracta voluntad política para el canje pero llama claramente al rescate armado a sangre y fuego y la guerra, llama a la traición y deserción de los guerrilleros ofreciendo dinero por partes cercenadas de sus mandos y llama a la guerra al aumentar considerablemente el presupuesto para defensa y seguridad. Por el lado del ELN las cosas no van mejor, pues su principal negociador fue expulsado de la organización y el grueso de esa guerrilla no está dispuesta a negociar con el gobierno. Uribe pide a esta guerrilla concentrarse en un lugar e identificar y reseñar a la totalidad del grupo insurgente. Es decir, las negociaciones con el ELN están prácticamente rotas.

Afortunadamente para Colombia, desafortunadamente para el gobierno, el problema humanitario y del conflicto en Colombia se internacionalizó. Ahora muchos países y organizaciones del mundo tienen sus ojos, sus expectativas y sus esfuerzos en Colombia. La comunidad internacional observa atentamente el actuar del gobierno que a todas luces ha mostrado su indiferencia total para con los prisioneros de guerra, los retenidos políticos y sus familias que ni siquiera fueron atendidas en seis años de gobierno, ni qué decir de las familias de los presos políticos que son perseguidas y amenazadas.

El gobierno tiene cada vez menos margen de maniobra y procura ante todo quedar bien internacionalmente, pues localmente está salpicado por el escándalo de la parapolítica que tiene a mas de 50 congresistas oficialistas investigados por sus relaciones con el paramilitarismo y ya muchos de ellos están tras las rejas; el TLC está en el congelador y los escándalos de corrupción de funcionarios del estado y Fuerzas Militares y de Policía saltan todos los días, así los medios oficialistas los maquillen y digan mentiras sin sonrojarse; la crisis institucional en Colombia es generalizada; cada vez Francia presiona mas al gobierno colombiano para lograr la liberación de Ingrid Betancourt y se observa al gobierno norteamericano cada vez más interesado en negociar con las FARC-EP la libertad de tres ciudadanos norteamericanos; los países latinoamericanos y varios europeos también se suman a la presión que crece día a día.

Las masivas movilizaciones en Colombia y en cientos de países del mundo en pro del intercambio humanitario y el clamor generalizado por el fin del conflicto en Colombia se convierten en importantes elementos de presión para que las partes en conflicto se sientan obligadas a sentarse a discutir el futuro de Colombia, personas como Piedad Córdoba, Hugo Chávez, Cristina Fernández de Kirshner, Jorge Enrique Botero, los siete liberados por las FARC-EP, los familiares de retenidos, presos políticos y prisioneros de guerra, Carlos Lozano Guillén y demás personas y organizaciones que colaboran en la importante labor del intercambio humanitario y todos los que desarrollan e intentan hacer posible la patriótica labor de la paz en Colombia deben ser rodeados por todos los sectores que creen que otra Colombia es posible. Ante todo la búsqueda de la paz justa y el bienestar de los que están por venir a disfrutar de este país. Las propuestas deben ser analizadas y deben ser tenidas en cuenta pensando en la urgencia de ponerle un fin a todo esto.