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En septiembre el presidente Juan Manuel Santos llegó a un acuerdo con Ecuador por la aspersión fronteriza y éste abandonó su demanda en La Haya
Dos meses sin fumigación de coca
El tema de cultivos ilícitos y narcotráfico está discutiéndose en estos momentos en La Habana
Andrés Bermúdez Liévano / Miércoles 18 de diciembre de 2013
 

En los últimos días de septiembre una avioneta que asperjaba coca fue derribada en una zona rural del Caquetá, muriendo el piloto estadounidense a causa de un disparo. Unas semanas después una segunda aeronave sufrió un accidente similar, quedando herido otro piloto, también estadounidense.

La Silla pudo establecer que desde ese día, hace más de dos meses, las operaciones de fumigación de cultivos ilícitos están completamente paralizadas. Lo paradójico es que este frenazo en la fumigación ha logrado pasar por debajo del radar público, justo durante los dos meses en que esta estrategia antidrogas ha estado -como pocas veces en el pasado- en el centro del debate.

Primero, porque en estos momentos se está negociando el tema de cultivos ilícitos en La Habana. Y segundo porque, desde que por esas mismas fechas Colombia llegó a un acuerdo con Ecuador para retirar la demanda en la Corte Internacional de Justicia por las fumigaciones fronterizas, se han incrementado las voces que cuestionan la eficacia de la estrategia de asperjar la coca.

Pausa en la aspersión

Desde que dos aviones asperjadores fueron derribados hace dos meses las operaciones de aspersión están suspendidas.

No se saben muchos detalles de los accidentes, de los que apenas hubo un par de cables de agencia y de los que no habló el Gobierno colombiano.

Aunque el hermetismo frente al tema es total, tres fuentes con conocimiento de la estrategia antidrogas le confirmaron a La Silla que efectivamente motivaron a las autoridades estadounidenses -que coordinan los operativos de aspersión- a suspenderlos de manera indefinida.

El primer incidente sucedió en el municipio caqueteño de La Montañita, cuando el piloto que manejaba una de las avionetas de DynCorp -la contratista que hace los vuelos de aspersión- murió a causa de un disparo. La Embajada de Estados Unidos reconoció en un escueto comunicado el “siniestro aéreo” de una de sus aeronaves, limitándose a señalar que inició “una investigación para determinar las causas”.

En un segundo accidente, cuya ubicación no pudimos establecer y que no llegó a la prensa, otra aeronave de DynCorp recibió seis impactos de bala y uno de éstos hirió al piloto en el pie.

Según supo La Silla, las autoridades estadounidenses -preocupadas porque los disparos hayan conseguido entrar por entre las capas de blindaje- decidieron suspender los operativos hasta que se le cambien los blindajes a las aeronaves, un proceso que según una fuente aún podría demorarse varios meses y que según otra es inminente. En todo caso, los vuelos de fumigación llevan dos meses paralizados, algo que no había sucedido antes.

La preocupación estadounidense se debe a que en dos décadas de aspersión el número de accidentes de los aviones era muy bajito. Pero entre septiembre y octubre la cosa cambió. A los dos de aviones asperjadores se sumó un tercer accidente, de una avioneta de interdicción de cargamentos de droga que se estrelló por causas naturales en Acandí (Chocó), causando la muerte de tres estadounidenses y un militar panameño, además de dos heridos.

Esta suspensión de los operativos de fumigación ocurre justo en momentos en que arrancaron en La Habana las negociaciones del tercer punto, sobre qué hacer con los cultivos ilícitos y el narcotráfico. La suspensión de las fumigaciones es precisamente uno de los puntos que ha pedido abordar la guerrilla y el Gobierno ya ha dado indicios de ponerles límites, como lo muestra el Estatuto de Drogas que la ex ministra de Justicia Ruth Stella Correa iba a presentarle al Congreso a comienzos de este año.

Casi al mismo tiempo, a mediados de septiembre, el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos anunció que Colombia había acordado pagarle 15 millones de dólares a Ecuador y revisar los protocolos de aspersión en la frontera, a cambio de que Quito retirara la demanda que interpuso ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya en 2007 y que estaba cerca de la etapa de fallo.

El debate en torno a la aspersión se calentó tras revelarse detalles del acuerdo y saberse que el Gobierno había aceptado un protocolo más estricto para la franja fronteriza, incluyendo que solo se puede asperjar de día y antes de la mitad de la tarde, y que antes de hacerlo se debe avisar a las autoridades locales para que las personas se refugien y protejan sus animales.

Desde entonces ha aumentado el debate sobre la poca efectividad de la aspersión, o al menos sobre sus altos costos y resultados relativamente pobres, frente a políticas más exitosas como la de interdicción. Y por primera vez en varios años, el tema volvió a ser el objeto de un debate de control político en el Congreso, liderado por el representante liberal Guillermo Rivera, miembro de la Unidad Nacional y cuyo departamento de Putumayo es uno de los más asperjados.

La coca y el remate de año

Con la parálisis en la aspersión, justo en el trimestre en que más se fumigaba, es muy probable que suba el total de hectáreas de coca para 2012.

Desde el mal resultado del censo de 2012, el Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón dio la orden de asperjar en el último trimestre. Foto: Juan Pablo Pino
Detener la aspersión de coca en este momento del año tiene otro efecto muy importante.

Como el 31 de diciembre es la fecha de corte del censo de cultivos ilícitos y justamente el último trimestre del año era el de mayor fumigación, es muy probable que el próximo censo -que debería estar listo en junio- muestre un incremento importante en la cantidad de coca sembrada.

El más reciente censo anual de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) le trajo al país la excelente noticia de que los cultivos de coca cayeron un 25 por ciento durante 2012 y se encuentran en 48 mil hectáreas, su punto más bajo desde los años noventa.

​El problema es que aunque los cultivos sí están disminuyendo, detrás de estas cifras hay -como contó La Silla- una realidad más compleja que hace que la medición no necesariamente sea la misma el resto del año. En realidad se trata de la foto de un instante preciso -en el que se concentran todos los esfuerzos de fumigación y erradicación manual-, por lo que una parte de la caída es más coyuntural que permanente. Es decir, es la foto del mejor instante y no de todo el año.

Esto sucede porque la oficina antidrogas de Naciones Unidas mide el tamaño de los cultivos cocaleros usando imágenes satelitales que se toman el último día del año, aprovechando que esta época de verano tiene los cielos más despejados. Desde que el censo de 2012 mostró una subida en la coca y generó un profundo disgusto al Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, el Gobierno decidió concentrar buena parte de los trabajos de erradicación manual y sobre todo de aspersión en el último trimestre, justo antes de que se toman las fotos.

Eso significa que no alcanzan a capturar cuántas de las hectáreas destruidas se resiembran después, un dato clave porque muchos de los cultivos erradicados o asperjados vuelven a ser sembrados en los meses lluviosos (como, por ejemplo, enero y febrero). Y esa tasa de resiembra puede ser hasta de un 50 por ciento, según calculó la propia Unodc para el período de 2011 a 2012.

Pero ahora, al estar parqueadas las avionetas durante el último trimeste, una parte significativa de los planes de fumigación se quedaron en el tintero y difícilmente podrán ser compensados sólo con erradicación. Por lo que es muy probable que el próximo año la cifra de cultivos de coca sea bastante más alta que la de este año.

En todo caso, el reconocimiento ahora de que la aspersión lleva dos meses suspendida genera una nueva serie de interrogantes sobre la política antidrogas. ¿Por qué el Gobierno de Santos nunca reveló que la aspersión estaba suspendida? ¿Qué significa detener la fumigación en el contexto de La Habana y de la política antidrogas colombiana? ¿Se va a compensar el frenazo en la aspersión con más erradicación manual, cuando ésta ha dejado un número muchísimo mayor de víctimas tanto militares como civiles (196 muertos y 858 heridos entre 2005 y junio de este año)?

Y, más importante aún, ¿sólo se revisa el programa cuando mueren pilotos estadounidenses, más no cuando lo hacen policías y erradicadores colombianos?

* Tomado de La Silla Vacía