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Comienza otra ronda en La Habana
“Paz y elecciones no son antagónicas”
Comienza otra ronda en La Habana. Más que recomponer la delegación gubernamental es necesario un replanteamiento político de cómo abordar el proceso, abandonando la idea de que la guerrilla está derrotada
Carlos A. Lozano Guillén / Jueves 16 de enero de 2014
 
Ricardo Téllez, Jesús Santrich y Marco León Calarcá, en una de las tantas reuniones de la delegación de Paz de las FARC-EP en las que preparan los documentos y propuestas para la Mesa de Diálogo en La Habana.

La semana pasada, la tranquilidad de La Habana al comenzar el nuevo año fue alterada por fuertes lluvias y frías temperaturas en horas de la noche y de la madrugada, poco acostumbradas en la Isla de la Libertad. Son los vientos helados que vienen del Norte, dijo un cubano, botones en el Hotel Quinta Avenida. Del Norte, además del bloqueo e infamias y provocaciones, también llegan vientos fríos, helados en esta temporada en que el Tío Sam está siendo azotado de fuertes nevadas y temperaturas bajas, mayores a las acostumbradas en este mes de invierno. Las olas del mar picado pegaban con fuerza contra la costa y la mole de piedra del malecón habanero.

Entre tanto, la Delegación de Paz de las FARC-EP se preparaba para el primer ciclo de conversaciones en 2014, centrado en el tercer tema en discusión: Solución al problema de las drogas ilícitas. “Nuestro descanso fue breve, porque la mayoría del tiempo de la pausa la dedicamos a elaborar materiales y estudiar documentos sobre el tema”, dijo un miembro de la delegación insurgente en conversación off the record, sostenida el pasado jueves 9 de enero, en horas de la mañana, alterada por las informaciones de prensa de bombardeos en Uribe (Meta) donde, según decían, habría muerto Romaña y varios guerrilleros más a pesar de la tregua unilateral de las FARC-EP hasta el 15 de enero próximo.

“De ser verdad, aunque hemos acordado que los hechos por fuera de la mesa no deben afectar su desarrollo, sí lo tendrá porque es muy grave la muerte de Romaña en las condiciones de la tregua unilateral. Es evidente que se baja la guardia y eso lo aprovechan los militares”, dijo el vocero fariano. Por fortuna la noticia no fue confirmada, aunque hubo los bombardeos y cuatro guerrilleros en tregua murieron sin que mediara combate.

Todos estos hechos generan zozobra y en las FARC son conscientes de que el proceso de paz en medio de la campaña electoral tiene sus riesgos. Aunque, para ellos, es positiva la coincidencia porque los candidatos al Congreso y a la presidencia tendrán la oportunidad de asumir el compromiso de avalar y continuar, o no, los diálogos con la guerrilla. Hasta el momento el único candidato que anunció la ruptura de los diálogos es el de la extrema derecha del Centro Democrático uribista, Óscar Iván Zuluaga. Enrique Peñalosa, también aspirante a la candidatura presidencial, no ha ocultado su animadversión por los diálogos de La Habana.

Dudas y expectativas

“La paz y las elecciones no son antagónicas; son parte del proceso político colombiano y con toda seguridad será el primer elemento de debate en la campaña electoral”, anotó el vocero de la delegación de Paz de las FARC-EP.

Y añadió: “No promovemos candidatos porque no estamos en campaña electoral, pero le hacemos seguimiento a esta. Y vemos con buenos ojos que al Congreso de la República lleguen destacados voceros de la izquierda y promotores de la paz con justicia social, más allá de las dudas que nos suscitan ciertas alianzas, el comportamiento del Polo y la inscripción de algunos en las toldas tradicionales. Lo importante es que lleguen”. No dejó de advertir que son opiniones off the record.

De hecho, en un pronunciamiento público, tanto las FARC-EP como el ELN consignaron la necesidad de un candidato alternativo y de fuerzas democráticas, con la seguridad de que en un gobierno progresista será viable la paz con los cambios democráticos y sociales que se requieren.

Es una lástima que la tregua no se haya prolongado hasta mayo o junio en el marco del calendario electoral, pero la intransigencia del Gobierno Nacional, impuesta por los altos mandos militares, acabó con esa posibilidad al sabotear la tregua unilateral decretada por el Secretariado de las FARC. Desde el 15 de diciembre, cuando comenzó, fueron atacados campamentos de guerrilleros en tregua, hubo varios muertos y capturados. “La tregua se convierte en un factor de ventaja militar para el adversario”, consideran en las filas insurgentes.

Factores de desconfianza

Es que, a pesar de los evidentes avances, con dos puntos de acuerdos parciales y en pleno desarrollo del tercero, que de culminar con éxito equivaldría a la mitad de la agenda evacuada con la advertencia de que hay puntos importantes en el congelador (¡Y qué puntos! Tienen que ver con problemas medulares del país y están en las raíces mismas del origen del conflicto), existen factores de desconfianza.

La persecución contra Marcha Patriótica (26 militantes asesinados en 2013, dos dirigentes nacionales detenidos con montajes judiciales, Húbert Ballesteros y Francisco Toloza), la ausencia de garantías para la movilización social y popular, las causas del genocidio de la Unión Patriótica intactas, el ventajismo electoral a favor de los partidos del Establecimiento, la destitución de Petro, entre otros ejemplos, generan desconfianza en la guerrilla, porque no ven garantías para que se implementen los acuerdos de paz en las condiciones que sean pactados.

No está claro para la insurgencia el famoso y mentado posconflicto en el cual tendrá que ejecutarse al pie de la letra el tratado de paz. “Por eso, anota el vocero de la Delegación de Paz, preferimos centrar la atención en la asamblea nacional constituyente, que tendría la misión de darle viso constitucional a los acuerdos y dirimir lo que está pendiente”.

La credibilidad en el Gobierno es precaria. Dudan de su palabra cuando pretende imponer fuera de la mesa decisiones trascendentales como la llamada justicia transicional y el referendo, opuesto a la constituyente. Eso no se lo aguantan los guerrilleros, que prefieren hablar de una paz con democracia y justicia social. En su glosario no existe el sometimiento a la Justicia ni la “entrega vergonzosa de las armas”. De hecho, en el Acuerdo de La Habana se consignó el concepto de “dejación de las armas”. “Nunca verán la fotografía de los guerrilleros de las FARC-EP haciendo cola para entregar las armas”, dijo en una ocasión Andrés París, uno de sus voceros en la capital de Cuba.

Más que recomponer la delegación gubernamental es necesario un replanteamiento político de cómo abordar el proceso, abandonando la idea de que la guerrilla está derrotada y que lo importante es su desmovilización y la entrega de las armas, como lo aseguran altos funcionarios y miembros de la cúpula militar. El presidente Santos lo ha dicho muchas veces. Aunque el pasado 11 de enero, en Yopal (Casanare), tras un Consejo de Ministros, abogó por una paz digna y señaló que no pretende arrodillar a la guerrilla, en seguida insistió en los golpes contundentes, según él, que han recibido los insurgentes en el último tiempo. La célebre combinación de yunque y martillo.

A la guerrilla no la trasnocha la reelección de Santos. No creen que con ella esté asegurada la continuidad de los diálogos de paz. También podría darse la patada a la mesa después de las elecciones, cuando Santos tenga la sartén por el mango y asegurados cuatro años más de administración. Son más las concesiones que el mandatario le hace al uribismo que al movimiento social y popular, que es perseguido y acosado con la represión de la Fuerza Pública.

Es la importancia que tiene la conformación del frente amplio por la paz, cuyo germen está en los procesos de unidad aun limitados. Es el desafío para la izquierda, el movimiento social, las fuerzas populares y los amigos de la paz, porque esta depende del nivel y la magnitud de respaldo del pueblo colombiano. Es significativa la apuesta a favor del diálogo que hace el 68% de la ciudadanía en las más recientes encuestas.