Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Presos Políticos Colombianos: la batalla contra la aniquilación del pensamiento crítico
Fernanda Sánchez Jaramillo / Jueves 17 de abril de 2014
 


(…) cada hora, cada día, cada semana, cada mes, cada año, la esperanza que rejuvenece de quebrar las rejas, volar, esas rejas que continúan, imaginarias, comprimiéndome el cerebro.

Sueño en reconquistar la integridad y la libertad, ¿será posible? Como contornear la lógica de la tendencia si el saboteador, con toda su malicia, se instaló dentro de la cabeza, se metió en el interior del interior succionando los esfuerzos y comprometiendo la objetividad del pensamiento?” (Luis Roberto Salinas Fortes, ex prisionero político brasileño, Retrato Callado, 1988, pág. 100).

Entrevista a Liliany Patricia Obando, licenciada en lenguas modernas de la Universidad de Nariño y socióloga de la Universidad Nacional. En trabajo de tesis para la maestría de estudios políticos de la Universidad Nacional. Defensora de derechos humanos, laborales y de las mujeres. Prisionera política.

Farc-Política y Proceso de Paz

FSJ: En un texto de su autoría, publicado en Antifabogota.wordpress, decía que la Farc-Política languidecía. La reciente sentencia en su caso, la condena a 70 meses de prisión utilizando pruebas obtenidas del computador de Iván Ríos y demuestra que el gobierno no está dispuesto a renunciar a su campaña contra la oposición política. ¿Entramos en una segunda fase de la Farc-Política, o es una continuación de la primera? ¿Qué consecuencias tendrá esta sentencia en otros casos?

LPO: Es una continuación de la primera etapa tras la Operación Fénix, que se ha venido ajustando según las circunstancias. Cuando la Corte declaró la ilegalidad de las pruebas del computador de Raúl Reyes parecía que la Farc-Política languidecía, pero ahora intentan revivirla usando otras vías y otros computadores. Esta prueba debería declararse ilegal, pues el computador fue entregado por el guardia que asesinó a Iván Ríos, no hubo cadena de custodia.

Parte de la estrategia de los organismos de seguridad, es buscar memorias, discos duros y computadores considerados -en esta fase de la guerra- como insumo valioso en estos procesos. En el caso mío, es obvio y muy grave que la sentencia la dictan con base en una prueba que nunca fue parte del proceso, nunca le suministraron la copia de la misma a la defensa; no existió la posibilidad de controvertir. Es preocupante que sí les funciona esto en mi caso, otros líderes y activistas en libertad sean vinculados, en el futuro, a la Farc-política con base en sentencias que presentan irregularidades.

FSJ: Algunas prisioneras Vascas hablan de la dispersión geográfica, al ubicarlas en cárceles francesas, como una estrategia para debilitar su lucha. En Colombia, en el caso de la Farc-Política no se les permitió a los acusados defenderse colectivamente. ¿Qué impacto tiene esto en las organizaciones sociales, logra desarticularlas?

LPO: En primer lugar, esto es violatorio del debido proceso porque si la prueba es la misma para todas las personas, lo razonable en derecho es tener acceso a la totalidad de la prueba que está siendo usada en nuestra contra. Sin embargo, cada caso fue individualizado, no se tuvo acceso a la totalidad de la prueba, sino la parte correspondiente a cada caso particular pese a que se solicitó la copia espejo de los computadores de Reyes.

Todos hacíamos el mismo trabajo de defensores de derechos humanos, pero no hubo unidad en la defensa técnica. Incluso cuando vincularon a Miguel Ángel Beltrán pensábamos en quién saldría primero pues en Colombia existen dos sistemas judiciales: uno el de la Ley 600 de 2000 y, otro, el del 2004. Por eso, unos son condenados y otros no, a pesar de que se utiliza la misma prueba contra todos.

Hay varias perversiones en estos procesos: jueces y fiscales que hacen parte de, son o fueron miembros activos de órganos de inteligencia del Estado o son reservistas; los tiempos de investigación se duplican; declaran a una persona como un peligro para la sociedad y la ponen en detención preventiva por años y, otra perversión, la posibilidad de ser sentenciado por terrorismo, cuyas condenas son más largas.

Esto afecta las organizaciones sociales, genera temores y deconfianza. Siendo autocríticos, esta fase de las Farc-Política se debería asumir con más solidaridad, más coordinación y unidad; estudiar la defensa de manera colectiva pues el Estado actúa de manera conjunta: jueces, fiscales, corte; nosotros necesitamos más unidad y acompañamiento.

FSJ: ¿Por qué cree que las partes negociadoras del proceso de Paz en la Habana no hablan de la liberación de presos políticos, quienes viven en condiciones inhumanas en las cárceles, en condiciones de hacinamiento y sin apropiada atención médica?

LPO: Yo no creo que de parte de la insurgencia haya habido silencios, siempre ha habido pronunciamientos, especialmente acerca de sus prisioneros de guerra. En el contexto del conflicto interno armado, no podemos hablar solo de los prisioneros políticos de conciencia, los prisioneros de guerra también son prisioneros políticos.

Me parece importante mencionar que los prisioneros de las Farc pasarían a procesos políticos de indultos, amnistías, pero no los prisioneros políticos de conciencia. Los prisioneros de conciencia deberían estar en libertad porque nunca han estado alzados en armas.

FSJ: ¿Cómo puede Colombia avanzar en el proceso de paz, y en un posible escenario de postconflicto, sin incluir el respeto por los derechos humanos de sus presos políticos, ni sus luchas sociales?

LPO: En primer lugar, hay que reconocer que existen más de 7.500 prisioneros y prisioneras políticas, que los gobiernos no han reconocido: ni el de Álvaro Uribe, ni el de Juan Manuel Santos. Paz sin derechos humanos es una contradicción de términos. La violación de los derechos humanos y el desconocimiento de la dignidad humana de las personas “depositadas” en las cárceles se ha agravado. Entre tanto, los prisioneros tratan de visibilizar una situación que afecta a toda la población carcelaria: el maltrato, las drogas, la humillación y la doble invisibilización de las mujeres.

Los prisioneros políticos por su formación tienen más claridad acerca de lo que no debe ocurrir en las cárceles e intentan mejorar las condiciones para todos. No hay condiciones para la paz si se mantienen las violaciones de los derechos humanos y se niega la existencia de los prisioneros políticos.

FSJ: ¿Ante cuáles instancias internacionales han presentado este problema social y qué ayuda concreta han recibido por parte de países como Estados Unidos, que no se caracterizan por el respeto de los derechos humanos de sus prisioneros políticos, mucho menos de sus prisioneros de guerra?

LPO: La situación de las cárceles tiende a empeorar porque estamos en pleno desarrollo de la privatización carcelaria que se aplica en Estados Unidos y también copiando algunas características del modelo chileno. Esto significa que la administración de servicios de las cárceles queda en manos de empresas privadas. Las llamadas a celular, por ejemplo, cuestan muchísimo, nosotros denunciamos los costos de las tarjetas de llamadas, la alimentación ofrecida a través de contratistas es de baja calidad. El interno y sus familiares, son convertidos en consumidores en prisión.

En Estados Unidos, hay gente que denuncia temas en derechos humanos a través de las visitas y la observación de casos y ese acompañamiento es importante para frenar un poco los absusos, pues esto presiona para que las autoridades penitenciaras presten atención.

Sin embargo, se presentan muchos obstáculos a las visitas. Esto ocurrió con Mujeres del Mundo por la Paz quienes no pudieron ingresar a las cárceles en abril del 2012. Desde entonces, ha sido más difícil organizar visitas de verificación.

FSJ: Los prisioneros políticos son invisibilizados por el Estado y los medios de comunicación corporativos. Los medios alternativos y populares destacan casos como el del profesor Miguel Ángel Beltrán, el de Francisco Toloza, ambos ya libres, el de Huber Ballesteros, aún en prisión y el suyo. ¿Qué tipo de información periodística y académica se requiere para que los miles de prisioneras y prisioneros políticos no caigan en el olvido?

LPO: Predomina un desconocimiento conveniente porquen son temas comprometedores que los periodistas no quieren abordar pues no quieren verse afectados por entrevistar a prisioneras y prisioneros políticos. En Colombia hay no solo prisioneros de guerra, sino de conciencia: son profesores, sindicalistas, campesinos, defensores de derechos humanos. Hay miedo también a hablar de prisioneros de guerra.

En las organizaciones sociales y medios alternativos también nos imponemos autocensura; por eso, solo se habla de los prisioneros de conciencia y no de los demás. Es hora de empezar a preocuparnos por esa realidad porque la complejidad del conflicto colombiano ha convertido a estudiantes, campesinos y gentes de las regiones en prisioneros de guerra y/o de conciencia.

Símbología de las instituciones totales en las cárceles colombianas

Según el sociólogo Erving Goffman, en su libro Manicomios, Prisiones y Conventos: “Una institución total puede definirse como un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación; aislados de la sociedad por un período apreciable del tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente”.

FSJ: Una de las características de las instituciones totales es su tendencia absorbente y totalizadora. ¿Además de los muros, las rejas, las puertas cerradas, qué otros símbolos -no tan evidentes- comprueban esa tendencia en las prisiones colombianas?

LPO: Los horarios, la obligatoriedad de usar uniformes, los cursos ofrecidos son controlados, las lecturas de autosuperación, las contadas de los internos varias veces al día, el poco acceso a los radios, el no acceso a herramientas de trabajo, como en el caso de las prisioneras políticas que estudiaban peluquería y les permitían usar tijeras debido a su “peligrosidad”.

En las nuevas cárceles como la de Valledupar, o cerca de Valledupar, se aplica el esquema de los Estados Unidos. Es una cárcel símbolo, construida con recursos del Plan Colombia para confinar en una cárcel de máxima seguridad a “personas de alta peligrosidad”; allí hay una torre para mujeres y otra para hombres.

Es una cárcel de varios pisos, ubicada en zona de paramilitares a donde los familiares de los presos no van por temor, es una cárcel alejada del centro urbano y donde escasea el agua a pesar de las temperaturas inclementes. En esa cárcel, me contaba una prisionera, les prohibían verse en el espejo, maquillarse.

FSJ: Generalmente, las instituciones totales justifican el control de las actividades de los internos argumentando que es la estrategia para manejar grandes conglomerados humanos. ¿Existe algún espacio para la autonomía y la “desobediencia” que permita confrontar esas rutinas impuestas?

LPO: Los espacios de autonomía son espacios de rebeldía que tratas de crearte sabiendo que estas en contra de la norma. Por ejemplo, en el patio seis, donde estuve, las carteleras estaban prohibidas, pero insistimos hasta tener nuestro periódico mural.

Pero nos trasladron para romper ese proceso, esa conquista. Cada vez hay menos espacios para el ejercicio de la autonomía de los prisioneros políticos; el Inpec, dispersa a la población carcelaria.

En la cárcel intentan anularte como persona, como sujeta y sujeto político y ponen en riesgo tu vida. Cada minuto es una lucha contra la anulación, un esfuerzo por transgredir.

En mi caso, ese espacio lo conquisté a través de la denuncia. Por ello me gané odios y respetos. Yo sabía cuándo las guardinanas abusaban de su poder y lo denunciaba; con el tiempo, otras compañeras se apropiaban de ese conocimiento para su propia defensa. Otra manera mía de “subvertir” era formarme donde yo quería, no donde los cabos me decían.

En la cárcel también me di cuenta que de defensora de derechos humanos pasé a ser la sapa del patio. Siempre estuve en contra de que nos ofrecieran solo cursos de culinaria, crías de pollos y o el de escritura, en el que te decían que no podías escribir sobre política, ni ideologías. Nosotras, logramos organizar un curso de derechos humanos en la prisión. Pero después acabaron con el curso porque lo consideraban “peligroso”.

FSJ: Erving Goffman señala que otra característica de las instituciones totales es su carácter binario debido a la configuración de dos grupos: los internos y quienes los supervisan. El primer grupo es el “subordinado”, y el segundo, ejerce poder sobre el otro. ¿Con base en su experiencia en la cárcel El Buen Pastor, recuerda algún momento en que esa relación haya sido “humana” y no autoritaria?

LPO: Yo fui radical en cuanto a no establecer contacto cercano con la guardia. Pero observaba que en algunos casos surgían “complicidades”. Por ejemplo, una prisionera le daba comida, de las internas, a una guardia para recibir algo en contraprestación.

Pero nosotras veíamos esto y les decíamos que estaban violando el reglamento. En otros casos una guardia, sindicalizada, podía sentir empatía por una sindicalista como yo. Pero también observé que la guardia otorgaba favores especiales a internas para que éstas entregaran a sus compañeras.

Degradaciones del YO

(…) “La institución total es un híbrido social, en parte comunidad residencial y en parte organización formal; de ahí su particular interés sociológico (…) Son también los invernaderos donde se transforma a las personas; cada una es un experimento natural sobre lo que puede hacérsele al yo”. Erving Goffman.

FSJ: Al ingresar en la cárcel, la persona sufre una serie de degradaciones: pierden su nombre, son llamados con apodos y son despojados de sus roles, de padres, profesionales, activistas, profesores, agricultores, para asumir el rol único del interno. ¿Qué estrategias usaron usted y sus compañeras para resistir el continuo despojo?

LPO: Entras a la cárcel y eres criminal, despojo humano no eres más persona sujeta y sujeto de derechos y esa es la primera apuesta a ganar. Las y los prisioneros políticos no nos asumimos como delicuentes.

Consideramos que estamos en la cárcel por pensar distinto y por obrar en consecuencia con nuestros ideales. Con el tiempo nuestra voz se volvia colectiva. Todas las personas vivimos el proceso de la cárcel de manera diferente, y las resistencias varian según la formación, las experiencias de vida. A algunos las ofensas los quiebran, otros aprovechamos las ofensas para crecer.

En mi opinión, la mejor manera de resistir el despojo es siendo consecuente, en cada acto, con cada palabra. Cada actitud, tiene que reflejar lo que eres como persona, como sujeta política, no dejándote llevar por el mundo de las drogas, no negar derechos de otras compañeras, ni dejarse comprar a cambio de favores personales. La denunciaante delos continuos despojos. La cárcel me ofreció el espacio más vívido para ser defensora de derechos humanos al vivir en carne propia y diariamente la vulneración de mis derechos.

Otra estrategia que usamos fue cambiarle el contenido a la celebración del día de la Mujer, para volverlo un acto más político. Mantenernos activos como personas militantes nos daba fortaleza en la cárcel para no perder nuestra esencia como sujetas sociales y políticas.

FSJ: La estigmatización, ser declarados el enemigo interno, los apodos, los juicios a sus acciones, la observación constante “pequeñas mortificaciones”, que en realidad son violaciones de derechos, son utilizados para debilitar moralmente al prisionero, para mutilar su yo. ¿Qué apoyo psicosocial han recibido los prisioneros políticos para enfrentar estas circunstancias?

LPO: En cuanto a los apodos, un día descubrí que a nosotras, las del patio sexto, nos apodaban “las perlas”. Yo salía para una diligencia y una guardia le dijo a la otra, ahí le mando una “perla”.

Yo de inmediato le dije que me llamaba Liliany Obando y que no podían llamarnos así o presentaría una denuncia. Ellas cambiaron ese código por otro, más sutil. Con esfuerzos como esos se lograban pequeños cambios.

La guardia siempre me buscó una caída. Siempre se preguntaban cómo lograba sacar mis denuncias, pero nunca me encontraton nada ilegal a pesar de que mi celda era de las más desordenadas cuando hacían las requisas, y en las cuales pasan por encima de tu ropa interior.

En cuanto al tema psicosocial, no se recibe ningún apoyo. Ni para las madres con sus hijos en la cárcel, ni para quienes los tienen afuera. Muchas de las mujeres son además madres cabeza de familia y no hay trabajo en la cárcel, nos vuelven improductivas.

En mi caso, no he podido llevar a mi hija, que estaba afuera, al psicólogo porque no he tenido las condiciones. El desarrollo de los bebés que nacen y se crían en la cárcel es menor, además tristemente aprenden el lenguaje de la prisión.

La persecución a las familias es muy intensa y esto afecta a sus miembros sicológicamente, en mi caso a mi hermana. Siendo autocríticos, las organizaciones dejan muy solas a su gente; hay una solidaridad muy discursiva, escribimos, hacemos eventos, pero en lo concreto no se está. En algunos casos, hay solidaridad entre quienes han vivido la misma experiencia, pero no es fácil por el tema de la seguridad.

Prisión y género

“De aquí saldrán muertas o locas”, afirmaban las autoridades del Servicio Penitenciario Federal argentina, durante la dictadura cuando concentraron a presas políticas, legalizadas, en Villa Devoto, en Buenos Aires.

FSJ: En el marco del conflicto armado colombiano, el cuerpo de la mujer se ha convertido en campo de batalla y/o en botín de guerra. ¿Qué trato se le da al cuerpo de la mujer en la cárcel?

LPO: En la cárcel se reproduce el sistema patriarcal de la sociedad. Escuchas historias de hombres que van a la cárcel en busca de placer sexual porque tienen la idea de que estas mujeres son más fáciles. Esto debido a la soledad de las mujeres en la cárcel, al abandono de sus parejas, quienes son menos leales, menos solidarios cuando la mujer está en prisión.

En el campo de la sexualidad, los servicios sexuales para los hombres son “aplaudidos” pero el reglamento es más estricto con las mujeres, obligan a registrar a sus compañeros y solo distribuyen preservativos entre las internas que los registran, a las demás no.

Otro hecho que marcaba la diferencia, es que si el compañero de la interna estaba en otra cárcel, ella debía desplazarse pero él no venía a visitarla. Las visitas conyugales son además en una misma celda, por turnos.

FSJ: Ex prisioneras políticas mexicanas, de San Salvador Atenco, padecieron violencia sexual. ¿Existen denuncias de prisioneras políticas por violencia sexual en cárceles colombianas?

LPO: Sí. Incluso una niña, de 3 años, hija de una ex prisionera política llegó del jardín donde la cuidaban con rastros de sangre e identificó a la persona que la cuidaba.

La persona que la cuidada era otra interna que trabajaba en la guardería. Ella fue cambiada de trabajo y el hospital, medicina legal y el Inpec taparon el caso. Esa niña no recibió atención psicológica.

También se da el aborto en condiciones precarias pues deben mantenerlo en la clandestinidad porque es un “delito” más, hay negación de la libertad reproductiva. Se presentaban casos de mujeres golpeadas, aisladas, etc.

FSJ: ¿Seguirá ejerciendo su liderazgo desde su hogar, si le otorgan casa por cárcel después de esta nueva sentencia?

LPO: ¡Claro! Seguiré hablando de derechos humanos, de mujeres, hablando de la paz; me privaron de la libertad física, pero no de mi conciencia. Quiero un país distinto y tengo un compromiso de vida con quienes están en la cárcel.

Como sujeta política seguiré siendo referente para mis hijos, además de honrar la memoria de mi padre quien no sería feliz si yo traicionara nuestros ideales.

FSJ. En El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl, quien estuvo en un campo de concentración dice: “(…) A pesar del primitivismo físico y mental era posible desarrollar una vida espiritual. No cabe duda que las personas sensibles acostumbrados a una vida intelectual rica sufrieron muchísimo (su constitución era a menudo endeble), pero el daño causado a su ser íntimo fue menor: eran capaces de aislarse del terrible entorno retrayéndose a una vida de riqueza interior y libertad espiritual (…)”. ¿Qué tipo de estrategias utilizan los prisioneros políticos para abstraerse de la dura realidad y mantenerse activos en sus causas?

LPO: Depende de dónde vienen: las guerrilleras se mantuvieron en no arrepentirse por haberse alzado en armas, mantener la moral en alto y leer colectivamente comunicados, que recibían acerca de actividades en favor de prisioneros políticos.

Otras prisioneras políticas, con cierta formación académica, escogíamos las lecturas, organizábamos círculos de lecturas, escribíamos, tratamos de mantener el periódico mural y divulgar información de derechos humanos.

Además, formamos el colectivo de prisioneras políticas Manuelita Sáenz, fomentamos la educación popular, utilizamos las revistas, proporcionadas por la institución, para nuestras carteleras.

Si no la quitaban, la volvíamos a exponer. Redactábamos tutelas, solicitudades para condicionales, y prisión domiciliaria. Mi cama estaba siempre cubierta de documentos y también les enseñábamos a las demás mujeres a no depender de nosotras.

Tuve una experiencia de crecimiento personal en la cárcel. El intercambio epistolar y el trabajo de los colectivos dentro de las mismas nos permitían seguir siendo utiles y hacer de la prisión otra trinchera de lucha.