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Debate
Por un movimiento socialista unido para Colombia
Camilo Moreno / Martes 19 de agosto de 2014
 

Se espera que en Colombia, a través de la firma de un tratado de paz, se logren abrir los caminos hacia la construcción de una verdadera democracia que respete la opinión ajena y permita la libre participación política de diversos movimientos y partidos, aún de aquellos que se declaran abiertamente contrarios a las dinámicas del poder establecido. El grado de una verdadera democracia se mide por el nivel de tolerancia y respeto que establezca frente a la disidencia. De llegarse a unos mínimos acuerdos en esta materia, Colombia se encontraría frente a una explosión de actores políticos que anteriormente fueron sistemáticamente marginados y perseguidos por lo poderosos.

En este eventual escenario de acuerdos democráticos mínimos, ¿dónde encajan las ideas de aquellos que consideramos el socialismo como una opción necesaria y deseable para Colombia?, ¿nos declararemos eternamente en “oposición”, renunciando a la disputa por el poder?, ¿continuaremos dispersos y divididos dejando de lado la necesaria tarea de construir un movimiento socialista unido?

Y es que precisamente un movimiento socialista unido para Colombia es una posibilidad que debe empezar a discutirse dentro de la izquierda desde ahora. No sin dificultades, varios países de la región han avanzado en la construcción de referentes organizativos que han puesto, por lo menos en el debate, la perspectiva del socialismo como una opción necesaria frente a la barbarie del capitalismo contemporáneo. Al menos en Venezuela y en Bolivia se han consolidado movimientos socialistas que, aún con enormes retos, han avanzado en la perspectiva de alternativas frente al capitalismo.

Hoy en día son varias las circunstancias que posibilitan la construcción de una perspectiva política de carácter socialista:

- La diversificación de mercados y acuerdos entre países que abren la posibilidad de lograr un escenario multipolar, aunque de carácter capitalista, y permiten que América Latina diversifique sus alianzas y mercados más allá de la tutela de los EE UU, abriendo posibilidades hacia la consolidación de modelos alternativos en la región.

- La convicción de que la definitiva independencia para América Latina, incluida Colombia, será socialista o no será. Pues es evidente el fracaso y las enormes limitaciones de los modelos neoliberales o incluso de aquellos “alternativos” basados en la idea de construir un “capitalismo nacional”, todos en base a economías ligadas prioritariamente a los agro-negocios y la minería, que no logran romper las cadenas de la dependencia, ni los patrones irracionales de explotación humana y ambiental.

- La necesidad de crear una alternativa sólida frente a la crisis planetaria, exacerbada por un imperio militarista y bárbaro en declive económico.

- La urgencia de plantear una verdadera salida viable y sustentable frente a la muy real amenaza que se cierne sobre la vida en el planeta por cuenta de la crisis ambiental que generó el capitalismo. Crisis que en Colombia está dejando estragos ecológicos y humanos evidentes.

- Y la convicción de que el socialismo es la única alternativa ética, política, social y económica capaz de salvar la vida en el planeta tal y como la conocemos, frente a la irracionalidad de un capitalismo cuya demencia militarista puede llevar incluso al caos nuclear.

Un movimiento socialista unido debería establecer y consolidar ejercicios de poder dual locales, unir a múltiples actores en luchas intersectoriales antisistema, generar escenarios de debate sobre el futuro y la perspectiva del socialismo para América Latina y consolidar una alternativa real de poder en Colombia.

La disputa por el ejercicio político de la hegemonía requiere de un movimiento unido de presencia nacional, capaz de desafiar las dinámicas actuales de poder y de representar una alternativa seria frente a la inmensa crisis humana, cultural y ambiental que vive Colombia.

El mundo entero está debatiéndose en una encrucijada: Un imperio como EE UU que no cesa en su brutal ataque militar a sus rivales, en bloqueos y sanciones permanentes contra países que considera hostiles y en la imposición global de políticas económicas que están quebrando economías a lo largo del globo, incluso en Europa. Y en este escenario la alternativa socialista va tomando fuerza o por lo menos tiene una buena oportunidad de entrar en el debate mundial. Frente al capitalismo en crisis, las posibilidades son un libro abierto. La devastación capitalista puede llevar a una nación a adoptar formas autoritarias, exacerbar guerras tribales, fomentar los odios raciales o religiosos, en fin, llevar al mundo a la barbarie.

La famosa sentencia de Rosa Luxemburgo: “socialismo o barbarie” cobra hoy una impresionante actualidad. Pero las posibilidades serán reales a condición de lograr consolidar un movimiento fuerte capaz de plantear, en la lucha cotidiana, la necesidad del socialismo como única alternativa viable frente a la crisis.

Aquella perspectiva socialista, no como una lucha eternamente postergada para un futuro siempre lejano, no como una tarea cuyo “objetivo último” nunca logra conectarse con las tareas del día a día, sino más bien como una cuestión cotidiana que debe plantear retos tácticos y organizativos presentes, que debe convertirse en una cuestión de actualidad.

En fin, la paz y la apertura democrática deberían, entre otras cosas, posibilitar la presencia de debates, antes silenciados a tiros, sobre el futuro de Colombia frente a la crisis capitalista. Y aquellos que creemos en el socialismo como una alternativa posible, deseable y necesaria debemos unidos asumir el reto,un socialismo que logre la definitiva independencia, que aprenda de los errores del pasado para proyectar el futuro, un socialismo cuyas mejores páginas están aún por escribirse, dependerá de todos nosotros.