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Indígenas y víctimas en el proceso constituyente en Norte de Santander
Sammy Andrea Sánchez / Martes 2 de septiembre de 2014
 

Ingas en Cúcuta

Los Ingas son un pueblo indígena quechua, originarios de los Andes, asentados principalmente en la región de Nariño, Cauca, Caquetá y Putumayo, se dice que su origen es en el imperio Inca en la época prehispánica y que cumplían labores de resguardo de la seguridad, con el fin de que no se sublevaran las tribus que tenían que cumplir con el tributo.

Durante la época de la conquista se desplazaron en el territorio de Caquetá y Nariño, han sido un pueblo migrante, dadas las condiciones de marginalidad y guerra a la que han sido expuestos, desplazándose incluso al nororiente de Colombia y Venezuela. Actualmente su forma de sobrevivir está dada por sus conocimientos en curandería, dados sus conocimientos en medicina tradicional y el conocimiento de plantas, también se desempeñan como vendedores ambulantes de artesanías y tejidos.

Hasta la ciudad de Cúcuta llegó hace más de 40 años “doña María”, quien ha sido gobernadora de este cabildo Inga, con otros indígenas ingas y se asentaron allí, conformaron el cabildo indígena, y al día de hoy existen más de 300 indígenas, que se desplazaron y han nacido aquí, los más viejos han conservado su lengua, el ingano y su cultura, su conocimiento en plantas medicinales y la artesanía.

Hasta este cabildo llegó el proceso de constituyentes por la paz con justicia social, invitados por su lidereza, actividad en la cual participaron cerca de 30 indígenas, inquietos por conocer, quienes eramos y a qué íbamos, para qué habían sido convocados, muchos de ellos desconocían que era la participación política y solo lo reducían al derecho al voto, pues muchos de los políticos de turno van a sus comunidades a hacer promesas, las cuales incumplen cuando están en el poder. Otros no conocen sus derechos como comunidades indígenas amparadas en la constitución del 91.

A mis victimarios no los odio, los perdono, son seres humanos, pero deben considerar el dolor de las víctimas…

Tres días después de nuestro encuentro con los Ingas, nos reunimos con víctimas de crímenes de Estado en la Universidad Central, para socializar el proceso de constituyentes por la paz con justicia social, e impulsar una agenda que promueva el proceso en el departamento y con las víctimas de crímenes de Estado. Allí estaba Socorro Durán Sánchez, una campesina de 70 años, ama de casa, oriunda de Sardinata, su rostro denota el sufrimiento y la preocupación que la han inundado toda una vida, llena de violencia, amarguras y tal vez del dolor más grande que lleva a sus espaldas, la desaparición forzada de dos de sus 4 hijos, pero ella no ahorra una sonrisa para demostrar la complacencia de asistir a este espacio.

Sus dos hijos fueron desaparecidos, Reynaldo Mendéz Durán, vendedor de leche, desaparecido en diciembre de 2011 por los paramilitares al mando de Jorge Iván Laverde, alias “el iguano”, quien para ese entonces comandaba el frente Fronteras del Bloque Catatumbo de las "Autodefensas Unidas de Colombia", su madre, la señora Socorro, solo se enteró 7 años después en una audiencia de justicia y paz, en donde “el iguano” afirmó que efectivamente lo habían retenido en la vía de Tibú a Zulia hombres armados, lo torturaron, descuartizaron y lo tiraron al río Zulia.

Cuando estaba en la búsqueda de su hijo Reynaldo y sin haberse recuperado del dolor, llegó la noticia de la muerte de su segundo hijo, Florentino Mendéz Durán, pero esta vez no fue asesinado por paramilitares, sino por el propio ejercito, su hijo era carpintero y se dirigía a Cúcuta el 23 de abril de 2003, antes de llegar a Convención se comunicó por última vez con su madre, después no volvió a tener rastros de él, negada a que volviera a pasar lo que sucedió con su primer hijo, esta mujer guardó la espera por varios años, quería ver retornar a su querido Florentino, pero una llamada le quebrantó la esperanza de verlo, le informaban que su hijo tal vez estaba enterrado en el cementerio de Ocaña, también le decían que su hijo habría caído en combate en manos de la brigada móvil 15 con sede en el mismo municipio donde su hijo yacía, según decía el informe del ejército vestía de camuflado y era insurgente.

Aquí, en Norte de Santander, hubo lugar para las lagrimas y la esperanza de que el gobierno cumpla con su obligación de buscar a los desaparecidos y entregarlos a sus familias, víctimas del actual conflicto armado, hombres y mujeres que exigen el fin del conflicto armado del cual han sido víctimas directas.