Sindicato de Trabajadores Agrarios del Sumapaz
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Sumapaz: ¡S.O.S Colombia!
Esta breve reflexión es escrita con base en las intervenciones de los asistentes al consejo extraordinario del pasado 20 de diciembre en San Juan de Sumapaz.
Cristián López (militante antifascista) / Domingo 28 de diciembre de 2014
 

Todos los días bebemos Sumapaz, las aguas que bañan los municipios, corregimientos, veredas y la ciudad de Bogotá es producida en el ecosistema del páramo, vital para la vida de millones de seres vegetales y animales, privilegio único en el mundo, ya que Colombia posee la red más grande de este ambiente natural.

Para llegar a San Juan hay que salir de la localidad de Usme, atravesar su pueblo y tomar en sentido sur la carretera; es un viaje en donde, a medida que se avanza por sus vías, se puede observar la arquitectura de un paisaje que se asemeja a una obra de arte pictórica, en donde las perspectivas y las miradas se confunden en una profunda admiración a la creación del universo.

Sumapaz no es simplemente una localidad de Bogotá. Su historia, sus luchas y su territorio han visto pasar por sus caminos las rutas libertadoras de nuestros próceres, el levantamiento de las primeras resistencias armadas por parte de sus habitantes contra la violencia bipartidista, en una de las épocas más sangrientas de nuestro país, que más tarde se convertiría en un terreno estratégico para las nacientes guerrillas comunistas.

Prueba de su pasado son “las ruinas de la cárcel que construyese Gustavo Rojas Pinilla para torturar a sus contendores políticos”, señala uno de los asistentes al consejo, fácilmente observable en el horizonte. Aparte de ello por el camino también se encuentran los retenes por parte del Ejército Nacional, quienes con su presencia recuerdan lo convulsivo de las diferentes etapas del conflicto social político y armado que ya cumple más de 50 años y que hoy es motivo de diálogo en La Habana (Cuba).

Al llegar a San Juan, un pequeño caserío sobre la carretera que conduce a Cabrera (Cundinamarca), una serie de buses con delegaciones provenientes de Bogotá y otras partes del territorio sumapaceño se preparan para tomar asiento en el salón comunal donde de costumbre sesiona la Junta Administradora Local (JAL). Este espacio ofrece una vista panorámica del páramo y es ambientado por una pintura de un artista local en donde se plasma la lucha histórica de los campesinos de este territorio, y la profunda admiración a sus dirigentes más destacados como Juan de la Cruz Varela, a la cual acompañan figuras como el Che Guevara, el cura Camilo Torres y un grabado en la pared del rostro del libertador Simón Bolívar.

Los asistentes empiezan a acomodarse, varios de los dirigentes agrarios lanzan consignas de resistencia, el ambiente se torna fraterno y es que solo hay un motivo de profunda envergadura para citar este consejo extraordinario: exigirle al estado que cese la persecución contra los habitantes de Sumapaz, ya que días antes a 15 líderes agrarios, entre los que se encontraban labriegos, defensores de derechos humanos y dirigentes políticos, los sorprendió una orden de captura en horas de la madrugada, despojándolos de su libertad y arrebatando a sus familias padres, hijos, hermanos, madres y esposos.

Empieza a sesionar este consejo extraordinario y entre múltiples intervenciones de mujeres y hombres habitantes de este territorio se va dando desarrollo a las exigencias de esta parte del campo colombiano, históricamente abandonada y puesta a disposición de las empresas transnacionales y los planes de consolidación que buscan usufructuar los bienes comunes de sus habitantes (el agua, la fauna, la flora, los metales preciosos, etc.), como también lo han hecho en otras latitudes del país, como es Santurbán, el Amazonas, Casanare, etc.

Para llevar a cabo estos planes de consolidación el aparato económico se ha valido de las fuerzas coercitivas de las instituciones del estado. Asegura uno de sus habitantes que “los campesinos han sido víctimas de los empadronamientos, de los vetos, bloqueos económicos y actos de sabotaje por parte del Ejército o agentes externos al territorio”, a tal punto que los caminos reales por donde siempre han transitado los trabajadores del campo se les han prohibido.

“Estas detenciones son el reflejo de la lucha agraria y campesina, de la ardua labor de sacrificio en defensa de los derechos. El campesino siempre ha sido enemigo del capital transnacional, porque en esta región debajo de su tierra hay un sinnúmero de riquezas naturales, bañadas por el agua que se produce aquí en el Sumapaz”.

“La región del Sumapaz ha sido víctima de un plan de consolidación que favorece a las multinacionales y al aparato militar, a la región con tres mil habitantes se le asigna un pie de fuerza represiva de seis mil unidades militares. Ese pie de fuerza que muchas veces se usa en contra de gentes de paz”.

“Por ello convocamos a prepararse para la movilización, hay que remembrar la memoria de nuestros líderes históricos, hay que frenar la persecución, hay que fortalecer los derechos humanos en la región y ante todo rebozar la solidaridad por parte del movimiento social colombiano. Esta vez fueron 15 detenciones, en el pasado 40 y hasta 60 compañeros, ¿cuántos más deben ser para despertar la solidaridad de nuestro pueblo?”. Estas intervenciones son el reflejo de un actor político con una larga tradición de luchas sociales, hoy amenazada por los falsos positivos judiciales y una retórica de paz que se vende a la comunidad internacional, pero que en nuestro país sigue propinándole fuertes golpes al movimiento social colombiano en su conjunto.