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Amaneció Colombia, es hora de abrazar a César Jerez
Lorena Pineda / Sábado 31 de enero de 2015
 

César Jerez se sentó a la mesa de diálogos entre el gobierno y los campesinos Catatumberos, cuando en el 2013, el paro de la región tenía convulsionado al país. Se sentó a negociar con la intransigencia, con la voluntad política de este país que condena al campesinado al hambre, al olvido, a la estigmatización y la violencia.

César Jerez se sentó a la mesa cuando la Cumbre Agraria, Étnica y Popular recogió el acumulado del Paro Agrario Nacional y, de cara al país, le recordó a Colombia que el modelo económico sobre el cual está construido el “desarrollo rural” no es más que la perpetuación de la exclusión, la acentuación de la brecha entre ricos y pobres que, en el campo colombiano, resulta más que perversa; poniéndole valor en dólares al alimento, al agua, a la tierra, a la vida.

César Jerez llamó a la calma cuando, en el IV Encuentro Nacional de Zonas de Reserva Campesina, el abogado Jaime Restrepo (¿El mismo Alias Samuel?) se colaba entre la multitud, para señalar, condenar e incitar al odio, para recordarle a 10.000 campesinos que sí, que en este país el aparato paraestatal sigue vigente.

César Jerez convocó al debate luego de la masacre de Charlie Hebdo, le dio espacio a todas las posturas, a todas las voces; en un claro ejercicio de conciencia política, de tolerancia y de reconocimiento de las diferencias. César Jerez me enseñó que el debate es sano, que hace que la gente se cuestione, que indague, que se convenza o se dé la oportunidad de cambiar de opinión y eso, en una realidad tan cruel y maquillada como la nuestra, no puede ser sino un camino hacia la libertad.

Aún así, amaneció Colombia, anunciándole a César Jerez que esa estructura paraestatal vigente ahora quiere acabar con su vida.
Amaneció Colombia, anunciándole a César Jerez, a Jesús Vargas, Hilda García, Amauri Padilla, Alejo Suárez, Francisco De Roux, Pacho Galán, Fernando Hernández, Luis Sanabria, Alberto Cabezas, Felipe Torres, Hernando Hernández, Álvaro Villarragas, y hasta a León Valencia, que en tiempos de guerra normalizada, violencia sistemática y deshumanización del otro, caminar por el sendero de la Paz es un ejercicio de alto riesgo.

Amaneció Colombia, anunciándonos que con la amenaza a César Jerez, se amenaza la posibilidad de construir la Paz con respeto a las diferencias, con sentido crítico, consciente, social. Se amenaza a quienes sueñan, a quienes creen y, aún más importante, a quienes trabajan día a día por el cambio y la transformación de nuestra sociedad, que se niega rotundamente a seguir en guerra.

Amaneció Colombia, exigiéndonos abrazar a Cesar Jerez; abrazarlo y blindarlo. Abrazarlo a él y a la lucha que enarbola: La de la Paz con justicia social, de la igualdad, de la vida misma.