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¡Manuel estuvo en la marcha!
Esta marcha por la paz es un ejemplo extraordinario que compartimos junto a las futuras generaciones que estaban en el Parque Simón Bolívar. Debemos ahora prepararnos para una nueva batalla que será más difícil que la misma guerra: la construcción y consolidación de un país en paz con justicia social.
 
Liliany Obando, Manuel y María Cepeda. Bogotá, abril 9 de 2015

Nunca imaginamos un nuevo 9 de abril con tan esplendoroso día soleado en la capital de la república. Se oyó de nuevo la voz clamando por la paz del caudillo del pueblo, que retumbaba en el Centro de la Memoria. En un día similar, décadas atrás, el pueblo por miles se volcó a las calles y justamente en la avenida Jorge Eliécer Gaitán, empuñó ferviente la antorcha de la paz.

Vimos en aquel entonces a nuestro aguerrido Manuel Cepeda Vargas caminando airoso y combativo, gritando las consignas de la paz. Han pasado muchos años desde su magnicidio, aún en la impunidad, y junto a la suya, muchas vidas valiosas se han entregado en la búsqueda de paz para el pueblo colombiano.

En esta oportunidad estábamos todos, las negritudes, indígenas, mestizos, la población LGTBI, sindicalistas, defensores de derechos humanos, congresistas, mujeres, hombres, niños, confundiéndonos en una multiplicidad de colores, de pancartas, consignas y banderas.

Voces múltiples a través de diversidad de expresiones culturales también se hicieron sentir y estremecieron lo más profundo con su mensaje de unidad, de resistencia, de lucha y de que la soberanía de un pueblo no se negocia porque es el cimiento de la patria de Bolívar.

En este 9 de abril, también vimos a varios defensores de derechos humanos y en sus pechos el mensaje: “Las mariposas están libres”, aludiendo al compromiso incólume y bravura de los prisioneros. Repartían profusamente el boletín del Movimiento Nacional Carcelario y un documento que busca la libertad de todos los prisioneros políticos. Un insumo que busca aportar en la discusión sobre la necesidad de una amnistía e indulto generales e incondicionales, en consonancia con el compromiso que está en la agenda de La Habana sobre el tema.

El gobierno no puede evadir este compromiso argumentando, en boca del presidente Juan Manuel Santos, que los tiempos de la amnistía ya pasaron, lo que debería en cambio es tramitar en el Congreso de la República el proyecto que han presentado los presos políticos y, como un gesto humanitario y de voluntad política, liberar a quienes se encuentran gravemente enfermos; también debería dar cumplimiento a la legislación nacional e internacional en materia de acercamiento procesal, familiar y de clasificación de internos por hecho punible, que los prisioneros políticos reclaman. Debería por tanto ubicarlos en pabellones donde los prisioneros políticos permanezcan en condiciones de seguridad y de cercanía con sus familias, procesos y lugares de procedencia.

Esta marcha por la paz es un ejemplo extraordinario que compartimos junto a las futuras generaciones que estaban en el Parque Simón Bolívar. Debemos ahora prepararnos para una nueva batalla que será más difícil que la misma guerra: la construcción y consolidación de un país en paz con justicia social.

En este día de marcha retumbó el eco enardecido y esperanzado de un pueblo que anhela la firma un acuerdo del fin del conflicto interno en los diálogos de La Habana; pero el pueblo sabe que la paz verdadera sólo vendrá después y se consolidará si hay justicia social. El pueblo sabe que lo que viene es difícil, pero por la paz compromete hasta la vida misma.

Y como hace décadas atrás, Manuel estuvo en la marcha. ¡Todos sentimos su presencia!