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Juntos desminando. ¿Para quién?
Soldados y guerrilleros de las FARC-EP se encuentran en El Orejón (Antioquia) trabajando en el plan piloto de desminado.
Agencia Prensa Rural / Viernes 17 de julio de 2015
 
Comienza el desminado entre guerrilleros y soldados en El Orejón. Foto APR.

Todos en la vereda El Orejón, del municipio de Briceño (Antioquia), esperaban el helicóptero de la Cruz Roja que iba a aterrizar en la única cancha que hay. Allí venían los tres delegados de las FARC que están en La Habana. Eran los que faltaban para el inicio del proceso del plan piloto del desminado. Días antes habían llegado el gobierno con cuarenta desminadores y los delegados de APN (Ayuda Popular Noruega). En total unas 70 personas llegaron allí para, en dos meses, dejar la zona limpia de minas.

Esta vereda fue seleccionada, muchos no entienden, ni se ha aclarado por qué, para realizar el desminado acordado en La Habana. En El Orejón viven 23 familias. Son gentes humildes que han estado dedicadas a la agricultura, el barequeo, la arriería. Desde sus alturas se divisa todo el cañón del río Cauca y la Cordillera Occidental en su mayor esplendor. Allí también se instaló el cultivo de hoja de coca como una alternativa de subsistencia, dada la lejanía de la vereda, las pocas vías de acceso y la desigualdad con que han sido pagados sus productos agrícolas.

Desminado

Son ocho mil millones de pesos invertidos en este plan piloto. Fueron detectadas cuatro zonas que están minadas. La vereda tuvo que disponerse completamente para este trabajo. “Aquí nunca se había visto tanta gente ni tanto movimiento. Es raro e incómodo, pero desde que sea para nuestro bienestar, lo aceptamos” dice un campesino mientras observa la entrada y salida de camionetas.

Los cuarenta desminadores fueron repartidos en dos casas de la vereda. En otra casa, cercana a la escuela, fueron instalados los de las FARC. El resto viaja todos los días a un corregimiento cercano llamado Pueblo Nuevo. Por ahora están en la fase de limpieza de las zonas minadas, acordonamiento y señalización. La APN llevó tres perros expertos en buscar minas.

Todo ha sido a puerta cerrada, no dejan entrar medios de comunicación y sólo dos periodistas del gobierno de Cuba son los autorizados a sacar sus cámaras por todos lados. Les dieron un protocolo de respuestas a los medios que llamen a pedir información. “Y ¿las verdaderas cosas que pasan aquí qué? ¿No tenemos derecho a decirlas?”. La misma gente habla de la desigualdad con que se está realizando todo. Preguntan por qué solo tres guerrilleros y más de cuarenta personas del gobierno.

La única manera de involucrar la comunidad es en la prestación de servicios a los visitantes. Les cocinan, les lavan la ropa, les prestan sus casas, les hacen el trabajo de construcción, les cargan. Les resuelven una situación económica momentánea, pero no los hacen parte del proceso, ni les explican con claridad cuáles son los pasos que van dando.

La comunidad exige garantías

En la vereda agradecen el gesto de desminar la zona, pues muchas personas han sido víctimas mortales, además que han perdido animales con estos explosivos. Las minas están allí porque la guerrilla decidió blindar el territorio de la arremetida militar que tanto amenaza la región, y porque las inversiones del Estado nunca han llegado hasta allí.

Entre todos decidieron redactar un texto y enviarlo a La Habana, donde expresaron su preocupación por todo el proceso y por lo que se viene después. No lo ven alentador y sí se preocupan. Por ejemplo que les erradiquen los cultivos, que entre el ejército en el que no confían, que inunden el río y tampoco puedan ir a trabajar allí.

Ese texto toca tres temas: garantías, territorio y megaproyectos. Las garantías son de vida, sabiendo que hay dos actores juntos. Una reparación integral de las víctimas por el conflicto armado y minas. No repetición en enfrentamientos y confinamiento de las comunidades. Indemnización y reparación de bienes perdidos y daños ocasionados por el conflicto. Que se le otorgue la categoría de zona humanitaria de paz para garantizar la permanencia de la comunidad durante todo el proceso.

En el tema de territorio, que se cree en el cañón la zona de reserva campesina unida al Nudo del Paramillo. La permanencia en éste, con los derechos a la salud, educación, alimentación, trabajo, vivienda. Hay propuestas de proyectos como fincas escuelas agroecológicas, turismo ecológico, mejoramiento de la escuela, zonas deportivas, salón comunal, legalización de tierras.

Y en la parte de megaproyectos exigen que sea integral la caracterización a las familias, porque solamente fueron censadas nueve familias. El estricto trabajo que deben hacer con el medio ambiente, porque ya se están viendo las afectaciones con la migración de especies a las partes altas, sobre todo de serpientes venenosas que ya han causado lesiones físicas. Pérdida de oficios tradicionales como el barequeo, la arriería y agricultura y que sean resarcidos con el apoyo de proyectos productivos.

El papel de EPM

La mayoría en la vereda se pregunta: ¿por qué van a desminar en esta zona y no en otra? Y muchos de ellos saben la respuesta y es evidente. Tres de las cuatro zonas ya fueron compradas por EPM. En la parte de abajo van a quedar las compuertas de la represa más grande del país. Es necesario militarizar la vereda para cuidar la costosa maquinaria del megaproyecto. Al mismo tiempo necesitan erradicar los cultivos de coca. También comprar todas las fincas para que quede despejado el territorio.

EPM no ha aparecido por el lugar. El gobierno dice que el desminado no tiene que ver con Hidroituango. Pero es notorio el interés. Las fincas que han comprado ha sido a bajo costo. Gran parte de la vereda fue deteriorada y puesta en peligro por las explosiones que durante meses invadieron la calma de los habitantes para realizar túneles, carreteras y desvío del río Cauca.

A todos estos daños EPM respondió con vajillas, bolsos, cuadernos, gorras, todo con sus logos. A los más afectados les construyó unas aldeas de madera, extrañas e inseguras para la geografía de la región. Y lo más paradójico es que el servicio de luz es muy elevado. Muchos aseguran que ahí les están cobrando el regalo. En algunas casas el recibo es de 400 mil pesos.

Primera vez que llega el gobierno a El Orejón. Las familias les piden respuestas y soluciones a la situación que viven, porque las minas no son el único problema. Nadie responde, todos van con un solo objetivo, donde las garantías son lo menos importante.