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Editorial del Semanario Voz
La base de la justicia es la plena verdad
La ronda 40 se ocupará, seguramente, del tema de justicia, respecto del cual hay diferencias abismales, como quiera que el Gobierno y el Establecimiento, incluyendo a la “gran prensa”, creen que su aplicación es selectiva y solo para las FARC.
Semanario Voz / Sábado 22 de agosto de 2015
 

El próximo jueves 20 de agosto, en La Habana, las delegaciones del Gobierno Nacional y de las FARC-EP, iniciarán la ronda 40 de las conversaciones, en un largo recorrido jamás logrado en los procesos de paz anteriores. Ni con Belisario Betancur, ni con César Gaviria, ni con Andrés Pastrana, se había llegado tan lejos en el esfuerzo del acuerdo político con la guerrilla fariana.

Es muy positivo lo avanzado y consignado en “acuerdos parciales” aunque está lejos el acuerdo definitivo para la paz estable y duradera. No se ha llegado aún al punto de no retorno y a la irreversibilidad de los diálogos de La Habana, pero falta poco como lo aseguran los voceros de ambas partes, en particular en los temas de víctimas, justicia y fin del conflicto, sobre lo cual trabajan la mesa y las subcomisiones con participación, por primera vez, de militares activos.

La ronda 40 se ocupará, seguramente, del tema de justicia, respecto del cual hay diferencias abismales, como quiera que el Gobierno y el Establecimiento, incluyendo a la “gran prensa”, creen que su aplicación es selectiva y solo para las FARC. Sueñan con ver a los comandantes guerrilleros encerrados en calabozos, en una especie de venganza y de ley del talión para castigar a quienes se “atrevieron” a rebelarse por la vía armada a su poder de clase despótico y violento. “Si realmente se quiere la reconciliación y la convivencia, debe estar desligada de anacrónicas concepciones medievales vengativas, como el ojo por ojo y el diente por diente de la ley del Talión, lo cual conlleva anteponer la paz como derecho síntesis y el bienestar de las futuras generaciones, sobre cualquier otra consideración”, dijeron las FARC-EP hace unos días.

La base de la justicia es la verdad. Si se quiere llegar a la verdad, a la justicia, a la reparación y a la no repetición de todas las partes, debe dársele luz a la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición en el menor tiempo posible. “Está claro que al lado del protagonismo de las víctimas, la esencia del Sistema Integral es la verdad aportada por todos, de tal manera que viene a ser la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, un mecanismo de primer orden para la resolución del conflicto, el cual deberá ponerse en funcionamiento en el término más corto posible”, dijeron las FARC-EP al explicar este importante acuerdo.

El Gobierno, de su lado, mira con desdén a la Comisión de la Verdad como a los documentos presentados por la Comisión de Historia, insumo importante para esta. Quiere acuerdos bilaterales, sin tener en cuenta otros aportes, en medio del “secretismo” con el que rodea la Mesa de La Habana. Sin embargo la realidad le puso por delante estos aportes fundamentales, como la presencia del delegado del Secretario General de la ONU y de Unasur, que se suman a la persistente labor de los países garantes y acompañantes.

El cese de fuego unilateral decretado por las FARC y la suspensión de los bombardeos oficiales, aliviaron la intensidad del conflicto, aunque los militares continúan bombardeando campamentos y territorios donde están las FARC-EP, en Putumayo.

La ronda 40 insistirá en la creación del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, como base fundamental de una restaurativa que construya una justicia distributiva que obligue a todas las partes concernidas en el conflicto. Y sin duda abordará el debate sobre el “Congresito” que el presidente Santos botó como un globo en el escenario nacional sin siquiera discutirlo con la contraparte.

El Estado ha sido el principal vulnerador de los derechos humanos, responsable del genocidio de la Unión Patriótica y del Partido Comunista Colombiano, de “falsos positivos” y del terrorismo contra el movimiento popular; fue el creador, junto a políticos nacionales y regionales, empresarios, ganaderos, latifundistas y otras yerbas, del paramilitarismo, principal obstáculo para la paz. Esas acciones delictivas tienen nombre propio y responsabilidades individuales y no pueden quedar en la impunidad como lo pretenden el Gobierno Nacional y otras instituciones del Estado.

El movimiento por la paz, social y popular debe adelantar la pedagogía de paz sobre estos temas, cuyos actores del poder dominante invaden el ámbito de la gente del común falsificando la verdad y planteando sus particulares aspiraciones para eludir el castigo de la justicia. Así como también fortaleciendo la veeduría popular y la movilización de masas para presionar la paz con democracia y justicia social.