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Nuevas formas de hacer política: hacia la participación del poder constituyente
Sammy Andrea Sánchez / Miércoles 23 de septiembre de 2015
 

Ha arrancado desde hace algunos meses el proceso electoral en las regiones y con éste, las formas tradicionales de conseguir votos y caudal electoral, costumbres que han sido parte del desarrollo político histórico en Colombia, que se basa en el clientelismo, la corrupción y el uso indebido de los dineros del erario público, lo cual impide creer en formas honestas de hacer política y ha minimizado la participación de amplias capas de la población.
 
En la historia republicana de Colombia, esta práctica ha sido una constante, el Frente Nacional es un ejemplo claro de ello, formado con la excusa de acabar con el enfrentamiento de sus bases, los partidos conservador y liberal se alternaron el poder por 16 años, que incluía la alternancia de poder, así como también la repartición burócratica en las tres ramas del poder público y las curules en el Congreso, con el conocimiento y aprobación de la iglesia católica.
 
Actualmente la forma de hacer la politica tradicional no es muy diferente: se ha mantenido un sector político, vinculado a los dos partidos tradicionales y a otros más que han surgido pero que han mantenido las mismas prácticas corruptas, que se caracterizan por no vincular a sus bases en las decisiones colectivas, ni en representar correctamente a la gente que les vota, por el contrario, lo que siempre han buscado y practicado es el privilegio de los grupos empresariales asociados a la tierra, el comercio o el capital financiero, responsables también del auspicio y conformación de los grupos y estructuras paramilitares, con un gran poder económico y militar; la tierra ha sido un punto de inflexión.
 
Los altos niveles de abstención en los procesos electorales hacen parte del acumulado de descontento de lo que significa la política electoral y la forma como se ejerce en Colombia, como los partidos políticos tradicionales funcionan, es a tráves de prácticas clientelares, elitistas, clasistas y excluyentes, una empresa de avales para generar utilidad y vigencia en la escena política y perpetuar el regimen político, económico y social.
 
En medio de este panorama, ha surgido en los últimos años diferentes movimientos sociales que luchan por ganar espacios políticos y que más allá de las acciones reivindicativas, están construyendo proyecto político con vocación de poder, con propuestas alternativas a las políticas gubernamentales de corte neoliberal; que están creando y recreando proyectos de emancipación con un claro y fundamental componente anticapitalista y antiimperialista, la defensa de la soberanía, de la vida digna y de los territorios, y que privilegia el poder constituyente primario históricamente exlcuido de las decisiones políticas gubernamentales.
 
En esta senda se encuentra el movimiento de Marcha Patriótica, Congresso de los Pueblos que han construido desde las bases y la organización con la y en la perspectiva de continuar en la construcción de poder, teniendo como base la participación y la democracia real, entendida ésta no solo como la opinión en un escenario electoral, sino que procura la incidencia en las desiciones, control y veeduría en las acciones adoptadas por la mayoría a través de la participacion del pueblo. En diferentes zonas se han desarrollado ejercicios constituyentes, ejemplos de ello, son las Asambleas Populares del Catatumbo que escogieron candidatos para la gobernación y las alcaldías de Norte de Santander, así como en otras regiones del país, ejercicios de participación directa y comunitaria, espacios de participación que deben tener un cáracter permanente, porque contribuyen a la construcción de mandatos y de principios legislativos.
 
Este poder popular ha sido fundamental en los ejercicios de organización local, regional y nacional, que han dado paso a la participación de las comunidades no solo en asuntos puntuales, sino en temas trascendentales, incluso en el debate sobre el modelo económico y político.
 
Es importante señalar cómo en Latinoamerica, los cambios constitucionales que han surgido en la última década -Venezuela, Bolivia y Ecuador- tienen proyectos políticos emancipatorios que han abierto espacios a nuevas formas de participación y de incidencia de las mayorías, priorizando la descentralización, la autonomía política, los derechos colectivos y la voluntad popular. Proyectos políticos que han forjado cambios estructurales, en los que la población de manera individual, colectiva y organizada ha participado en las decisiones, veedurías y gestiones de los asuntos comunitarios y nacionales, característico por ser en un proceso permanente de conciencia social.
 
El movimiento social en Colombia, a mi parecer, debe plantearse varios retos, entre los que destaco: plantearse ejercicios de poder y participación popular efectiva y real en las regiones, teniendo como contexto los vicios de la “democracia representativa” y el clientelismo. Por tanto es importante que la propuesta política de las organizaciones sociales reivindique la participacion política, en la vía de construir una agenda programática, un programa de gobierno en el que se articulen y confluyan los procesos sociales, más allá de las acciones contestatarias que a veces coyunturalizan las propuestas políticas de la izquierda.
 
La necesidad de plantearse escenarios autónomos de incidencia electoral, evitando las alianzas “non santas” con partidos políticos corruptos, vinculados con la compra de votos y el narcotráfico, que hacen que los candidatos del espectro de izquierda sean cuestionados por sus militantes y no son pocas las razones.