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El desminado que le falta a El Orejón
Agencia Prensa Rural, Semanario Voz / Miércoles 2 de diciembre de 2015
 

El pasado martes 24 de noviembre fue presentado el informe sobre el proyecto piloto de desminado humanitario en la vereda El Orejón, del municipio de Briceño, departamento de Antioquia.

Delegados internacionales y periodistas se trasladaron desde la ciudad de Medellín hasta allí. Embarcados en un helicóptero MI 17, de la empresa Helistar, la delegación arribó a la montañosa vereda a eso de las 10 y 30 de la mañana.

Tras el descenso de la aeronave en una cancha de futbol que sirvió de improvisado helipuerto, la comitiva fue recibida calurosamente por la comunidad campesina que habita dicha vereda.

Las personalidades también fueron recibidas por los delegados tanto del gobierno como de la insurgencia. Pastor Alape, comandante guerrillero y delegado de las FARC en la Mesa de Negociaciones de La Habana, y Rafael Colon, exgeneral de infantería y uno de los militares con mayor experiencia en el tema de minas antipersona, estrecharon la mano de la delegación que se había trasladado desde la capital antioqueña.

Luego de la bienvenida, la Agencia Popular Noruega, una ONG experta en desminado humanitario que viene acompañando el proyecto piloto, hizo una presentación del objetivo del trabajo en El Orejón y los logros alcanzados. A la par se presentaba el comandante guerrillero Olmedo Ruiz, encargado por la insurgencia de conducir en el terreno la operación conjunta más importante de desescalamiento en el país, y el sub oficial Wilimtom Benítez, integrante del Batallón de Desminado, Bides, quien explicó el método de trabajo y los instrumentos técnicos para el desminado.

Después de la breve presentación, periodistas y miembros de la comunidad internacional, acompañados de los delegados dela insurgencia y el gobierno, recorrieron parte del territorio liberado de minas antipersona y conocieron algunos de los procedimientos, las dificultades del trabajo y los avances en el terreno.

El cerro El Capitán, un lugar que resulta ser más que un paso estratégico en el conflicto, fue el lugar donde los expertos explicaron las labores propias del desminado. Son tres las técnicas que se desarrollan en este proyecto piloto de desminado humanitario: la detección y extracción mecánica, la desactivación manual y la utilización de caninos para ubicar con exactitud la mina.

Fue en aquel cerro donde murió el soldado Wilson Martínez, quien pereció en el desarrollo de las labores de desminado. A este “obrero de la paz” se le rindió un sencillo pero emotivo homenaje guardando un minuto de silencio.

El Orejón resulta un laboratorio de reconciliación. Soldados y guerrilleros comparten el mismo techo para dormir, comen en la misma mesa, realizan planes de trabajo a diario, y en los tiempos libres juegan futbol y conversan de sus historias de guerra todo el tiempo.

De la operación humanitaria sale un balance positivo. 33 artefactos explosivos desactivados y extraídos, y 14 mil metros cuadrados limpios. Así lo afirmaron las partes mediante un comunicado leído en la rueda de prensa realizada luego del recorrido en terreno.

Pese al positivo balance queda un sin sabor. La comunidad apuesta todo por la paz pero está esperando algo mas a cambio. Todos los problemas cruzan a El Orejón: el desplazamiento económico por cuenta del proyecto de las Empresas Públicas de Medellín, EPM con la hidroeléctrica de Hidroituango. El impacto del proyecto no solo está desplazando a la comunidad de su territorio, también está contaminándolo. Los orejonenses sostienen que la mayoría de tierras que se han descontaminado pertenecen a dicho megaproyecto.

Así mismo, la expulsión de las playas donde mineaban los obligó a sembrar coca y ahora los están erradicando sin ningún plan de sustitución.

Además está la amenaza de una concesión de oro a una multinacional sobre toda la cresta de la cordillera. Y si a eso se le suman las promesas incumplidas del gobierno nacional producto de la operación humanitaria de desminado, como la carretera, el arreglo de la escuela de la vereda y los proyectos productivos para todos sus habitantes, el futuro de los orejonenese parece incierto.

Se elevan las aeronaves que llevan a los visitantes de vuelta a Medellín, mientras en El Orejón todo vuelve a la normalidad de los últimos meses. Un objetivo que avanza: erradicar los explosivos sembrados en sus montañas y construir conjuntamente, Gobierno y Guerrilla, la paz territorial.