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Están acabando con la seguridad alimentaria del país
Mientras que los países desarrollados y un buen número de países latinoamericanos avanzan significativamente en el aseguramiento de la alimentación de sus habitantes, Colombia marcha en sentido contrario.
Camilo Raigozo / Miércoles 21 de enero de 2009
 
Campesino boyacense en vías de extinción debido a las políticas agrarias de Uribe y su ministro Arias. Foto Camilo Raigozo.

La debacle que ha sufrido el agro colombiano, causada por la fiel aplicación de los dogmas del neoliberalismo y otros yerros cometidos por los gobiernos en las dos últimas décadas, principalmente en el gobierno de Uribe y su ministro Andrés Felipe Arias, tiene expuesto al país a una verdadera hecatombe en materia de seguridad alimentaria de toda la población.

En un debate sobre el tema de la seguridad alimentaria de los colombianos realizada por el senador del Polo, Jorge Robledo, al ministro de Agricultura, el pasado 26 de noviembre en la Comisión Quinta del Senado de la República, le recordó entre muchas cosas que hablar de comida es referirse a un bien “que no se parece a ningún otro”. Y para aclarar la tesis propuso las siguientes comparaciones: “Usted puede andar con la camisa rota, descalzo, sin medicamentos, algo muy grave y que probablemente hará que muera joven, pero si se queda sin comida, lo que sucede es que fallece en pocos días”.

Sí a la humanidad le faltara cualquier otro bien, por ejemplo petróleo o electricidad, sería catastrófico y le acarrearía muchos problemas y hasta miles de muertes; pero por estas falencias y por muchas más, la especie humana no se extinguiría. En cambio, si le llegara a faltar la comida, toda la especie desaparecería en pocos días. Y sí lo mismo sucediera con el agua, la desaparición sería en cuestión de horas y no sólo desaparecerían los humanos, sino todo tipo de vida sobre el planeta. Es lo que diferencia a los alimentos básicos y el agua de los demás bienes.

La posición de países desarrollados

El senador Robledo en su debate recordó que el presidente George W. Bush afirmó: "Es importante para nuestra nación cultivar alimentos, alimentar a nuestra población. ¿Pueden ustedes imaginar un país que no fuera capaz de cultivar alimentos suficientes para alimentar a su población? Sería una nación expuesta a presiones internacionales. Sería una nación vulnerable”. La agricultura para los estadounidenses es una cuestión de seguridad nacional. No corren el riesgo de que quienes les vendan los alimentos algún día se nieguen ha hacerlo o que por cualquier otra circunstancia los alimentos no lleguen a tiempo a su destino.

De Jacques Chirac, ex presidente francés citó: “Ningún país ha salido del subdesarrollo sin primero haber ayudado a sus agricultores. Un producto alimenticio no es y nunca puede ser sólo un producto ordinario. Nuestro objetivo en la agricultura debe ser garantizar la seguridad alimentaria para todos los franceses”. Mientras que de Bill Clinton, ex presidente de los Estados Unidos, dijo, según una exposición de éste ante la ONU el 24 de octubre de 2008: “Los alimentos no son un producto básico cualquiera. Tenemos que regresar a una política de máxima autosuficiencia agrícola. Es una locura pensar que podemos desarrollar muchos de los países sin incrementar su capacidad de autoalimentarse y tratando a los alimentos como si fueran un aparato de TV en color”. Ecuador dejó estipulada la seguridad alimentaria de su pueblo en la Constitución. Venezuela ha invertido sumas astronómicas en ayudas a los campesinos. Lo mismo han hecho otros países latinoamericanos con gobiernos responsables.

Sin embargo, lo que los gringos no quieren para ellos lo imponen a los demás. En un aparte casi desconocido del Plan Colombia impuesto al país suramericano, ordenan, según el senador del Polo: “Ustedes deben especializarse en cultivos tropicales y nosotros les venderemos, el trigo, la cebada, el maíz, las oleaginosas, etcétera”. Uribe y su ministrillo sí que han sabido obedecer lo ordenado por sus amos.

Castigo a países desobedientes

Lo peor de la estrategia gringa, según un secretario adjunto del Tesoro de los Estados Unidos, mencionado por la escritora inglesa Jackeline Roodick, en su libro El negocio de la deuda, también citada por Robledo en el debate, quien explica lo que le podría pasar a un país que se negara a obedecer alguna imposición estadounidense en términos de negocios y de sanciones que le impondrían a ese país, entre las que está: “A muchos países, la importación de alimentos le será restringida”. Imagínense a Venezuela, Bolivia, Ecuador, Irán, o cualquier otro país con gobernantes dignos, si su seguridad alimentaria dependiera de otros países o de los Estados Unidos.

El año pasado, 20 países exportadores de alimentos pararon sus exportaciones de comida y hubo serios problemas por hambre en más de 30 países donde físicamente no había comida por su dependencia del exterior. Además de los inaccesibles precios, no había la suficiente comida para toda la población. Entre agosto de 2002 y marzo de 2008 el precio en el mercado internacional del maíz amarillo pasó de 96 a 249 dólares la tonelada, el del trigo de 172 a 485 dólares, el del arroz de 242 a 524, el de la cebada de 133 a 485, el del maíz blanco de 148 a 259, según lo expuesto por Robledo

Dependencia alimentaria

En el gobierno de César Gaviria se importaron casi ocho millones de toneladas de alimentos, en el de Samper se importaron casi 20 millones, en el de Pastrana casi 23 millones y en el de Uribe, hasta el 2007 casi 41 millones de toneladas. Otros datos suministrados por el senador Robledo fueron: en el gobierno de César Gaviria se importaban 41 kilos por habitante; en el de Samper 95 kilos por habitante; en el de Pastrana 102; en el primero de Uribe, 114; y en el 2007, 133 kilos por habitante. La dependencia alimentaria de los colombianos es cada vez más crítica.

Sin embargo, el ministro Arias sostiene que darles tierras a los campesinos es convertirlos en guerrilleros. Por eso su repulsa hacia ellos expresada en patrañas como las “normas sanitarias”, instrumentos leguleyos para deshacerse del campesinado y entregarle sus parcelas y su mano de obra esclavizada a los megaproyectos agrarios. De ahí las normas de los mataderos, de la leche cruda, de los pollos, de las gallinas criollas, de las exigencias a los paneleros, por nombrar algunas. No se sabe quién es más sátrapa: si este tipo de gobernantes y ministros, o quienes los eligen y apoyan.