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Los dilemas de la posguerra, en el foco de las regiones
Balance de la Quinta Cumbre Nacional por la Paz. Informe especial
Luis Alfonso Mena S. / Domingo 27 de marzo de 2016
 
La nutrida asistencia al acto de la Cumbre en Corinto, Cauca, el sábado 19 de marzo. (Foto: Luis Alfonso Mena S.).

Tejer espacios para pensar la paz, no como un ejercicio retórico, meramente académico, sino como un esfuerzo inmerso en la acción creadora, se volvió una tarea de todos los días para un colectivo de profesores, estudiantes y activistas sociales vinculados a universidades de Cali y de otras once ciudades colombianas que —con la terca certeza de que esta vez no puede ni debe haber marcha atrás, pero también con la convicción de que la paz se materializará con reformas estructurales, con el cambio del modelo socio-económico imperante— se la han jugado toda en procura de que el país reflexione acerca de cómo hacer sostenibles los acuerdos que surjan de las conversaciones entre el Gobierno Nacional y las Farc-EP, sobre cómo lograr que en la posguerra los conflictos que continuarán conduzcan a soluciones políticas, a la instauración de una democracia verdadera con justicia social tangible.

Esos fueron los ejes que motivaron la Quinta Cumbre Nacional por la Paz, respaldada por medio centenar de entidades de diversa índole, incluidos once centros de educación superior que acogieron la invitación formulada por la Universidad Libre de Cali, y que se realizó entre el jueves 17 y el domingo 20 de marzo en la capital del Valle del Cauca, en Barranquilla, Cartagena, Cúcuta, Pereira, Pitalito, Tuluá, Yumbo, Florida, Silvia, Corinto y Sevilla, ciudades en las que se escucharon alrededor de 130 intervenciones, de las cuales 90 fueron conferencias, en actos que se realizaron en recintos universitarios, auditorios particulares, coliseos de colegios y plazas públicas, que involucraron a millares de asistentes y llegaron a más de 90 poblaciones del país mediante transmisiones directas por canales alternativos, comunitarios y virtuales.

La tónica global de los actos realizados fue la coincidencia en la renovación del respaldo a las conversaciones iniciadas hace tres años y que se cumplen actualmente en La Habana; el convencimiento de que lo acordado en materia de tierras, participación política, justicia, víctimas y reparación debe ser conocido e interiorizado por la mayoría de la población; la convicción de que los acuerdos entre el Estado y la insurgencia armada significan un escalón fundamental de un proceso de hechos meridionales referidos a la terminación de la guerra, pero que ellos en sí mismos no serán el fin de los conflictos sociales, ni de las desigualdades económicas, ni de las discriminaciones políticas, ni de las exclusiones culturales, y que, en consecuencia, las acciones de las clases subalternas frente al bloque hegemónico en el poder se tendrán que multiplicar para que, como lo señala la Proclama Pública aprobada en la Cumbre, propugnen por los cambios que urge la sociedad. “La Quinta Cumbre Nacional por la Paz advierte a los diversos sectores de la sociedad colombiana víctimas del marginamiento, la inequidad y la exclusión a rebasar el mero marco de la protesta y, de manera perentoria, a organizarse para así poder ordenar las luchas por venir y forjar un Estado decente y una sociedad justa”, subraya la Proclama.

Hubo también alertas respecto de las intenciones del Establecimiento de descargar en los hombros de los trabajadores un mayor peso impositivo, así como acerca de la amenaza de más privatizaciones de bienes públicos y el mantenimiento del poderoso presupuesto de guerra, aún luego de la firma de la paz, todo lo cual se convierte en motivo de resistencia de los de abajo para evitar que el Gobierno y sus representados de los sectores financiero e industrial usen el argumento de la financiación de los posacuerdos a costa de los conglomerados más afectados por el elevado precio de los productos de consumo básico, la pauperización de los salarios y el desempleo creciente.

Pero una alarma mayor sonó a lo largo de los actos al denunciar no pocos de los participantes la ola de asesinatos cometidos en las últimas semanas contra activistas y líderes de movimientos sociales y partidos de la izquierda colombiana, como si existiera un plan muy bien diseñado por extremistas de la derecha violenta interesados en atravesarse a los esfuerzos de incorporación a la vida civil de un sector de colombianos alzados en armas, y en anegar en sangre los desarrollos del actual proceso de paz, como lo hicieron en 1984 y durante más de una década contra la militancia y la dirigencia de la Unión Patriótica, organización surgida de acuerdos de paz entre las Farc-EP y el Gobierno de Belisario Betacur; una alarma que hizo que en la Cumbre se reclamaran mecanismos rigurosos y sólidos que eviten un nuevo genocidio político. “Este es el país del mundo que más líderes políticos se ha dado el lujo de sacrificar”, coincidieron en afirmar varios de los disertantes.

La Quinta Cumbre Nacional por la Paz tuvo dos prolegómenos en Cali, uno el sábado 12 de marzo, cuando se cumplió una estimulante Precumbre en el Distrito de Aguablanca en la que hubo más de 20 intervenciones de líderes sociales y comunitarios, se creó la Mesa Popular por la Paz en la Comuna 14 y se expidió una Declaración Política que llama a la unidad de los barrios del oriente de la ciudad en un “espacio para el debate, la reflexión y formulación de propuestas que aporten al fortalecimiento de la paz, la democracia y la participación política incluyente”; y otro el martes 15 de marzo, cuando se realizó un conversatorio sobre los retos de la posguerra que tuvo como escenario la Universidad Libre y se hizo entre el rector de esta alma máter, Libardo Orejuela Díaz, y el exalcalde de la ciudad Carlos Holmes Trujillo.

La primera jornada de la Cumbre propiamente dicha en la capital vallecaucana se llevó a cabo el 17 de marzo con las intervenciones de 14 conferencistas, ya reseñados en texto que se puede ver en Paréntesis No. 103, del 18 de marzo.

Fuera de Cali, el certamen se llevó a cabo en Cúcuta, norte de Santander, durante los días 17 y 18 de marzo, con destacada respuesta de la comunidad académica reunida en el Aula Máxima Felipe Ruan de la Universidad Libre de esa capital, que escuchó a once conferencistas; en el Auditorio Benjamín Herrera de la Universidad Libre de Cartagena, capital del departamento de Bolívar, donde participaron tres expertos el 17 de marzo; en el Auditorio César Gaviria de Pereira, Risaralda, en encuentro convocado por la Universidad Libre de esa ciudad, con la presentación de cinco ponentes también el 17 de marzo. Durante el 18 de marzo se cumplieron actos de la Cumbre en el Teatro Sarmiento de Tuluá, con cinco intervenciones; en Pitalito, Huila, donde se congregaron numerosas personas en el auditorio Héctor Polanía Sánchez convocadas por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Unad, para escuchar a seis disertantes; en la Misak Universidad, de Silvia, Cauca, también con gran respuesta de las comunidades indígenas y la realización de siete conferencias; en el Coliseo Los Fundadores de Florida, donde hubo cinco intervenciones; en la sede del Sindicato de Trabajadores, Sintramunicipio, de Yumbo, con la participación de tres conferencistas, y en el Auditorio Benjamín Herrera de la Universidad Libre de Barranquilla, donde se presentaron cuatro ponencias.

La Cumbre registró tres jornadas de clausura, la primera en Cali el viernes 18 de marzo, en el Auditorio Gerardo Molina de la Universidad Libre, luego de la participación de 14 conferencistas; la segunda el sábado 19 de marzo en Corinto, con más de 20 intervenciones, masiva asistencia de público a la Plaza José María Obando, la presencia de trece alcaldes del norte del departamento del Cauca, tres congresistas y de numerosos activistas comunitarios, quienes expresaron su confianza en el sentido de que la evidente distensión existente en esta zona del conflicto desde que las Farc-EP decretaron la tregua unilateral se mantenga; y la tercera en Sevilla, el domingo 20 de marzo en el Liceo Mixto, una histórica institución educativa en la que se reunieron muchos campesinos que escucharon seis conferencias y rememoraron las décadas recientes cuando el municipio cafetero del norte del Valle del Cauca estuvo sometido al terror narcoparamilitar, pero que hoy avizoran nuevas expectativas para sus vidas y su tierra. Al final de las jornadas en Cali, Corinto y Sevilla fue leída la Proclama Pública de la Cumbre, votada por aclamación en cada una de estas ciudades.

Luego de todo este arduo proceso de reflexión siguen los hechos conducentes a que el pensar la paz no quede en la exposición verbal y documental, sino que lo trascienda, fundamente la acción y aporte a los esfuerzos que en tantos conglomerados rurales y urbanos de Colombia tienen lugar en procura de que la paz sea una realidad no solo para las partes involucradas en las conversaciones, sino también para las víctimas y para todo el conjunto de la sociedad, que aspira a que más de cien años de violencia, nacida en los albores de la República, con las guerras civiles del Siglo XIX y prolongada en sucesivos períodos de ella en los siglos XX y XXI, den paso a cambios sociales profundos que hagan perdurable los acuerdos de La Habana y sus desarrollos, mediante los mecanismos que la población misma elija.

“La paz llegará de la mano de los movimientos sociales”

A continuación, una sinopsis de los planteamientos formulados por la mayoría de quienes disertaron en la mañana y en la tarde-noche del segundo día de la Quinta Cumbre Nacional por la Paz, en Cali, el 18 de marzo de 2016.

Ángel Martín Peccis, director regional de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, OEI: Es necesario construir un proyecto nuevo de país, pensar en un mecanismo de acuerdo avalado por todos y en cómo va a ser la financiación del posconflicto.

Luis Fernando Velasco, presidente del Congreso de la República: Luego de los acuerdos de La Habana se requiere un reequilibrio de los poderes, hacer un nuevo pacto político. El Legislativo debe tener más autonomía, romper con la contratitis y la mermelada.

Carlos Holmes Trujillo, exconstituyente y exalcalde de Cali: “A la Corte Penal Internacional no le va a importar el contenido de los acuerdos de La Habana, sino sus efectos. El de la Justicia Especial para la Paz es un terreno desconocido que puede llevarse de calle lo conseguido por la humanidad y conducir a mantener vivas heridas. Se requiere un acuerdo político y de Estado sobre el mecanismo de refrendación, porque ninguno de los mecanismos que hoy tenemos es idóneo: no lo es el plebiscito, ni la consulta popular… por eso se necesita un acuerdo político y de Estado, un mecanismo nuevo. Puede ser un congreso transitorio para la paz o una asamblea nacional constituyente con temas definidos”.

Rodolfo Arango, constitucionalista y docente universitario: “Ni la solución de las armas ni la solución de las élites nos van a llevar adelante, es la universidad la que tiene que conducir a una gran reflexión, en la que, entre otras cosas, la oposición sea respetada como un valor de la democracia”.

Wilson Ruíz Orjuela, magistrado del Consejo Superior de la Judicatura: “Por los problemas que atraviesa, la justicia ordinaria puede dar al traste con la justicia transicional. Es increíble que en Colombia apenas haya 32 jueces para combatir las bandas criminales. Cada país debe montar su propio sistema, no hay un modelo estándar para hablar de justicia transicional. Debe haber justicia proporcional, si no sacrificamos algo de justicia, el proceso puede dar al traste. Necesitamos una justicia segura para evitar lo ocurrido con la Unión Patriótica y con gente del M-19. Este país es carcelero, todo el mundo pide cárcel, pero no se piensa de darles trato digno a los reclusos”.

Padre Héctor Eduardo Lugo, rector nacional de la Universidad de San Buenaventura: “Es importante un nuevo humanismo en la época de los posacuerdos, un humanismo en movimiento, pues estamos ante dogmas y códigos sin inteligencia; un nuevo humanismo para la paz, que trabaje por la dignidad, que pase de la competencia a la convivencia. Se trata de rescatar una nueva lógica de la paz. La primera que se corrompió fue la inteligencia y por eso hay que humanizarla, porque lo que vemos hoy es cómo se compran y se venden las conciencias. No generamos pensamiento sino que consumimos pensamiento. Digamos como San Agustín de Hipona: ‘Busquemos para encontrar, y cuando encontremos, sigamos buscando’”.

José Antequera Guzmán, abogado, defensor de derechos humanos, hijo de José Antequera Antequera, líder de la UP asesinado: “Durante ocho años tuvimos prohibido en Colombia hablar del conflicto armado interno. Nuestro proceso de paz está enmarcado en todo lo que sucede en América Latina, la crisis del capitalismo es relevante para el proceso. La paz es una oportunidad real de la misma lucha que tenían nuestros padres por una apertura democrática. La paz no llegará regalada, sino de la mano de los movimiento sociales, porque este país tiene voluntad de organización política para salir de la guerra. Queremos una paz territorial que aproveche las potencialidades de los pueblos, que no son menores de edad. Es clave que se logre también un acuerdo con el ELN, pues hay que construir agenda común con los territorios donde ellos están, como en Arauca”.

Daniel Libreros, catedráticos de las universidades Nacional y Libre de Bogotá: “La famosa ayuda internacional para la paz es absolutamente insuficiente. El extractivismo produce modelos de expulsión social en el país. Que tributen los de arriba. En Colombia, ocho grupos controlan el sector financiero y son los dueños de la deuda pública. El caso de corrupción en Reficol es una forma de despojo del presupuesto”.

María José Pizarro, escritora, hija de Carlos Pizarro Leongómez, líder del M-19 asesinado: “Para mí la paz es la defensa de la vida, la humanización del enemigo. Para mí la paz es la libertad de expresión, una visión global, entregarles a los jóvenes la posibilidad de tener hijos, de ser abuelos. No debemos dejarnos quitar el fuego, pensar y defender el derecho a vivir, poder desarrollar la capacidad creadora. Propongo que seamos la generación que se roba el fuego”.

Camilo Romero, gobernador del departamento de Nariño: “Creo que es necesario encontrar un proyecto de país, superando la polarización, tener un propósito común. Este es un proceso sin participación ciudadana, según las encuestas, por eso son muy valiosos escenarios como este de la Cumbre por la Paz, pero se requiere legitimidad ciudadana. La paz debe ser para las víctimas, luego para quienes la firman y para las 500.000 familias afectadas. La paz territorial significa oportunidades distintas desde la periferia, algo absolutamente independiente. Tenemos que hablar de descentralización, la paz se debe construir desde los territorios”.

Libardo Orejuela, rector de la Universidad Libre de Cali: “No vamos a admitir la impunidad de los matones de la guerra en Colombia. Aquí no van a seguir con el modelo de los políticos de oficio financiando campañas apoyándose en el régimen de los contratistas. No puede seguir la desigualdad existente en la sociedad”.

“Cuando los pueblos tienen dignidad, se levantan”

Seguidamente, un resumen de las ideas expuestas por la mayoría de quienes hablaron durante el acto de la Quinta Cumbre Nacional por la Paz cumplido en Corinto, Cauca, el sábado 19 de marzo de 2016, entre las 9:00 a.m. y las 3:00 p.m.

María José Pizarro: “Quiero recoger las banderas de los afrodescendientes, de los niños, de la población lgtbi”.

José Antequera: “Todas nuestras pretensiones son incompatibles con la guerra. Cuenten con nosotros, así como nosotros contamos con ustedes”

Luis Fernando Velasco: “Colombia ha perdido demasiados liderazgos de gente que hoy no está aquí. La guerra ha sido una cortina de humo para que no abramos la discusión sobre el poder en Colombia, que está concentrado en egresados de tres universidades privadas muy costosas. La paz se firma en La Habana y se hace en las regiones. Perdamos el miedo a abrir espacios a nuevas fuerzas políticas. En Colombia el debate político es muy desigual y en él priman el dinero sobre las ideas. Colombia no puede desaprovechar esta oportunidad. La invitación es a que construyamos la posibilidad de un nuevo ordenamiento territorial. No podemos desconocer los conflictos en el Cauca. Si no manejamos bien los conflictos entre indígenas, afrodescendientes y campesinos se nos arma una candela. Por eso haremos el Pacto de Toribío, un acuerdo que sea el inicio de responsabilidad en el posconflicto”.

Esperanza Jiménez Sandoval, coordinadora de la Mesa de Víctimas de Corinto: “Nuestro gran anhelo es la paz, estable y duradera. Bienvenida la paz sin renunciar a nuestros derechos. Proponemos ser los gestores y gestoras de la paz”.

Luis Guillermo Pérez, secretario general de la Federación Internacional de Derechos Humanos: “Lo que se ha acordado en La Habana no es un pacto de impunidad. A allá se han llevado 17.000 propuestas y 60 víctimas, no es la entrega del país al ‘castrochavismo’, como dice los partidarios de la guerra. La reparación colectiva va de la mano con el hecho de reconocernos. El Estado debe recuperar su legitimidad, que nadie se sienta perseguido por miembros de la Fuerza Pública por ser defensor de derechos humanos. Debe haber una depuración profunda del Estado”.

Horacio Duque Giraldo, analista político independiente: “Estoy de acuerdo con la decisión de Santos en el sentido de privilegiar un buen acuerdo a cumplir una fecha para la firma del mismo. Andar presionando y creando ansiedades es problemático. La paz opera con tiempos ontológicos, no con los cronológicos. Ahora se debe avanzar en la erradicación del paramilitarismo, la movilización política de las Farc, la revisión de la situación jurídica de los prisioneros de guerra. El plebiscito es un absurdo en el que se van a comer las regalías de Isagen, presionando por cuotas y plata. El plebiscito es una gran mentira, un engaño. Soy partidario de la constituyente, que no debe ser centralidad, porque Colombia es un país de regiones. La constituyente es la única alternativa para blindar y darle solidez a los acuerdos de paz. Ella no es para dentro de 20 años, hay que hacerla ya. Sugiero hacer planes de desarrollo con base en los documentos de La Habana”.

Nadia Sánchez, del colectivo Mujeres Víctimas del Conflicto: “Se requiere empoderamiento de la mujer para que haya reconciliación. En Colombia se confundió el precepto bíblico ‘amaos los unos sobre los otros’, con ‘armados los unos contra los otros’. Corinto tiene en sus manos que fructifique la paz con nuestra participación activa. Más allá de juzgar la labor del Gobierno, contribuyo con actos, menos hablar, más acción. La paz viene desde los territorios. El golpe más certero contra la guerra es hablar con los jóvenes. Debemos exigir que nos escuchen”.

Carlos Julio Bonilla, representante a la Cámara por el Cauca: “Esta región ha sobrevivido a todas las formas de violencia y de pobreza. Saludamos que los alcaldes del norte del Cauca estén obrando como un equipo. No puede suceder que luego de la firma de los acuerdos en La Habana todo siga igual”.

Crisanto Piso, representante a la Cámara por el Cauca: Tenemos que ser capaces de ceder para que la paz llegue a su fin. ¡No saben lo que es estar en el municipio de Argelia y saber que no va a caer un tatuco! ¿Los medios de comunicación tendrán algún compromiso con la paz? Nos preocupa ese tema porque la paz es un derecho, una necesidad, un anhelo. Aquí sí que sabemos de eso. Por ello recibimos este acto con regocijo. Hay que replicarlo”.

Adolfo Álvarez, docente de la Universidad del Valle en el norte del Cauca: “Este es el país que más ha sacrificado líderes políticos. Un país civilizado no puede permitirse eso. La paz se firmará en La Habana y se construirá en los territorios. Ustedes, alcaldes, la tienen muy clara, pero necesitamos articular otros sectores y estamos abiertos a apoyarlos. Estamos por la firma de los acuerdos. Les traemos ese mensaje de apoyo a ustedes y a los colegas de la Universidad Libre que han liderado este proceso”.

José Antonio Gutiérrez, investigador de la Universidad de Dublín, Irlanda: “Así como decimos que el conflicto es esencialmente rural, hay también múltiples violencias. En realidad, las violencias no son inconexas, y por eso la resolución del asunto agrario es fundamental. Es imposible hablar del paramilitarismo sin tocar a quienes lo han motivado. El conflicto armado no es una cortina de humo, sino una política oligárquica. No hay paz con 28 líderes sociales asesinados, que son crímenes con los que se trata de enviar un mensaje de terror. Los acuerdos de La Habana son un paso en la construcción de una sociedad de derechos plenos”.

María Teresa Pagazaurtundúa, diputada española en el Parlamento Europeo: “Valoro lo que ustedes hacen. La espiral de violencia no es la solución. El fanatismo es un engendro del mal. Ustedes tienen la oportunidad histórica de aportar de todo lo que han sufrido. Les deseo de todo corazón que estos esfuerzos salgan adelante”.

Anadeida Secué, de la Asociación de Cabildo Indígenas del Norte del Cauca, Acin: “La paz se construye con el pueblo. Vamos a seguir aportándole a la paz, porque nuestros territorios tienen que seguir libres de la guerra. No es sólo echar discursos, sino darle participación al pueblo”.

Libardo Orejuela Díaz: “Esta guerra es responsabilidad de quienes hicieron la Violencia entre 1946 y 1953 en Colombia y luego se fueron para España a repartirse el país y resolvieron que quienes no fueran liberales o conservadores no podían participar en política. El más grande secuestro cometido en este país es el secuestro de la patria. Los actuales gobernantes son nietos de la Violencia de 1940, luego de la traición al pueblo. Esta guerra no la gana nadie. En La Habana se firma el fin de la guerra, pero para construir la paz hay que modificar el modelo económico al servicio de los labriegos y de los trabajadores. La guerra está aquí. ¡Qué tal los señoritos de Bogotá haciendo análisis de la guerra! La paz significa trastocar el modelo económico y político: lograr que el acceso a la educación superior sea gratuito, por ejemplo. El país de la paz significa que la gente no viva en 48 metros cuadrados indignos, mientras lo señores de Saludcoop se divierten en lujosos centros vacacionales. No vamos a permitir que se siga humillando a la gente. Cuando los pueblos no tienen dignidad, se humillan; cuando la tienen, se levantan y luchan”.

“Urge una reforma de los medios de comunicación”

Presentamos ahora una sinopsis de los planteamientos hechos por los conferencistas en el acto de la Quinta Cumbre Nacional por la Paz llevado a cabo en Sevilla, Valle del Cauca, el domingo 20 marzo de 2016, entre las 2:30 p.m. y las 4:30 p.m.

Fabián Moreno, dirigente del Frente Amplio por la Paz y del Partido Comunista Colombiano: “Hay que dar el debate en los barrios, meterle pueblo, gente informada sobre los acuerdos de paz. Los enemigos del punto de no repetición están incentivando la continuidad de la guerra. No permitamos que nos limiten los puntos de discusión y esto solo es posible con la participación de la oposición. Los enemigos de la paz están por doquier”.

Horacio Duque Giraldo: “Los avances de la Mesa de Conversaciones de La Habana son muy superiores a los del Caguan. El documento sobre víctimas es una conquista, tiene 75 puntos, es fundamental, hay que estudiarlo. Este proceso es una macroestructura de paz, es serio, hay que estudiarlo. Santos ha ayudado a construir el proceso de paz, ha enfrentado a las bestias, pero también es un esfuerzo de las Farc que han dicho que van a trabajar con seriedad. Invito a realizar talleres sobre los acuerdos de La Habana en las comunidades”.

Camilo Ernesto López, dirigente de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca, Astracava: “Es tiempo de la reconciliación para el desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas. Los acuerdos de paz son el resultado de un proceso de acumulación de fuerzas y movilización que no ha terminado. El acuerdo final se hará también con la consigna del movimiento popular. La Ley de Zidres es inherente al santismo. La asamblea nacional constituyente es necesaria, pero si se dice que no, el pueblo debe decidir otro tipo de salidas, construir un nuevo marco normativo para la Nación, y entre esas normas, una reforma de los medios de comunicación, que recoja la experiencia de la ley del tercio: privados, estatales y comunitarios”.

Daniel Libreros: “En Colombia, el 1% de los hacendistas controla el 50% de la propiedad de la tierra, en parte debido a la contrarreforma agraria hecha por el paramilitarismo, porque eso también es un negocio, acumulación de capital. La Ley de Tierras de 2011 ha sido un fracaso. No se puede pensar en el conflicto con muertos y más violencia, como está ocurriendo contra líderes sociales. Y, el colmo, Colombia se ha vuelto exportadora de ‘orden público’ con asesores en 40 países. La comunidad necesita empoderarse, porque el plebiscito no es el camino”.

Libardo Orejuela: “Esta sociedad se cansó de la guerra. El derecho a la paz es un derecho elemental, sin plebiscito. En La Habana se va a firmar el fin de la guerra, no se va a acabar la estructura económica país. Lo que viene después es lo más delicado: ¿Cómo vamos a construir la paz? Con casos como el de Orfilia Vargas Bahena, humilde mujer a cuya hijita la mató el hambre y a la que tuvo que velar un andén de Cali, lo recuerdo como si fuera hoy, no se puede construir la paz. En Colombia ha habido 40.000 secuestros, pero el más grande es el secuestro de la patria, secuestrada por 40 familias. Aquí existe una democracia entre comillas, vertical, de invernadero, con congresistas que se eligen en redes clientelares. Esa democracia debe ser reemplazada por una democracia horizontal, de participación y control social. Hay que generar entusiasmo: organización, organización, organización”.

Cali, sábado 26 de marzo de 2016