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Todos regañaron al Gobierno en Briceño (Antioquia)
Cuatro de los cinco discursos en el lanzamiento del plan piloto de sustitución de cultivos ilegales culparon al Estado de la pobreza, subdesarrollo e inequidad de ese municipio
Hernán Camacho / Viernes 22 de julio de 2016
 
El Alto Consejero para el Posconflicto, Rafael Pardo; el representante de las FARC, Pastor Alape, y miembros de la comunidad internacional a su llegada a Briceño, Antioquia, para iniciar el plan piloto de sustitución de cultivos ilícitos, como parte de los acuerdos de La Habana.

Al municipio de Briceño lo conforman 35 veredas que mayoritariamente vivían de la ganadería y sus derivados, hasta que se sembró la hoja de coca. De la cabecera municipal al corregimiento Pueblo Nuevo, escogido por la mesa de conversaciones para lanzar el programa piloto de erradicación voluntaria de cultivos de uso ilegal el pasado 10 de julio, hay cuatro horas de distancia por trochas.

En la instalación de ese acto hablaron las delegaciones de paz de La Habana, el alcalde del municipio José Agudelo Torres, por las comunidades Ignacio Jaramillo Torres y Fabio Muñoz Garcés, y la coordinadora encargada de las Naciones Unidas Belén Sáenz. Otro laboratorio de paz que se abre con grandes expectativas e iguales reparos sociales.

Autoridades locales

El elegido alcalde del municipio de Briceño, José Agudelo Torres, tomó el micrófono y, después de un breve saludo a los invitados especiales y a las delegaciones nacionales e internacionales, se despachó contra el Gobierno Nacional. Agudelo le dijo al ministro del Posconflicto, Rafael Pardo, que el desarrollo del municipio entraba por las carreteras que no han tenido a lo largo de la historia.

Y que si quería que la paz fuera una realidad debía traer desarrollo a esas regiones. “El Gobierno Nacional debe apuntarle a las vías principales y terciarias. La sustitución voluntaria de cultivos va a fracasar sin vías, el proceso de paz va fracasar. Le solicitamos encarecidamente al Gobierno que las vías y el desarrollo del municipio sean tenidos en cuenta así no esté en la agenda de La Habana”, señaló Agudelo.

Y es que la situación es tan difícil que el propio acto tuvo dificultades para hacerse. “Para que ustedes -se refería a las delegaciones que partieron de Briceño a Pueblo Nuevo- entraran tuve que poner maquinaria para arreglar las vías y me quedé sin presupuesto. ¿Cuando ustedes se vayan qué hago? ¿Y si acabamos con los cultivos qué vamos a hacer? Se necesita voluntad de la comunidad y de las partes: Gobierno y FARC”, añadió Agudelo.

Comunidad

Por su parte, Ignacio Jaramillo Torres de Asocomunal Briceño, señaló la importancia de ser el primer municipio en erradicar voluntariamente los cultivos de uso ilícito. “Briceño está en cambio y es por eso que hoy nos reunimos en torno a un problema que nos ha aquejado por 50 años. El conflicto armado ha traído muerte y destrucción, pero a la par los cultivos ilícitos. Es por eso que hoy la comunidad está presta a trabajar de la mano con el Gobierno y la guerrilla para la sustitución”, expresó Jaramillo.

Pero a renglón seguido mostró su inconformismo por la situación social que vive. “Pero no es únicamente, la paz llega con la calidad de vida para las comunidades. En nombre de los cinco mil asociados de Briceño, les decimos que estamos dispuestos a apoyar pero no nos quedamos callados con los reparos. Es que a nosotros nos ha tocado vivir con la guerra, las minas, la falta de vías. Estamos seguros de que un proyecto piloto de sustitución fracasa cuando no hay una vía de acceso al corregimiento, cuando nos jugamos la vida transitando por los caminos de herradura”, sentenció el líder comunitario.

Los habitantes de Briceño señalan que las FARC han hecho presencia por años en sus territorios como autoridad y solo hasta la llegada de Hidroituango vieron soldados. Conocen del Gobierno nacional solo por las deterioradas escuelas y ausentes centros de salud. “Paz con hambre no existe, paz sin salud no existe, paz sin educación no existe, paz sin vías no existe, Colombia sin campesinos no es viable”, fueron las palabras de cierre de Ignacio Jaramillo.

Un socio de la junta de acción comunal de la vereda El Orejón, Fabio Muñoz Garcés, fue el siguiente en el uso de la palabra. “Estamos aquí para apostarle a la paz, en especial las veredas que vamos a entrar a la sustitución voluntarias de cultivos. Muy importante es saber las garantías que tenemos para seguir en el territorio, pero seguir con vida. Puede haber los mejores proyectos y las mejores carreteras pero la queremos disfrutar viviendo en nuestros territorios”, indicó.

La preocupación es la presencia paramilitar en ese municipio que es apetecido y estratégico para la cadena de comercialización de la droga que patrocina grupos paramilitares. Pero don Fabio Muñoz no desaprovechó oportunidad para señalar los incumplimientos de las promesas gubernamentales: “El desminado ha sido lento y duro pero ojalá este proyecto de sustitución voluntaria sea con mayor eficacia. Es que en este momento la vía que conecta El Orejón y Pueblo Nuevo, después de años la rasparon hoy por gestión del Alcalde, para dar la apariencia de que está buena. Y no es así, aquí hay días que no se puede entrar. Tenemos que decirnos las verdades en la cara”, subrayó.

ONU

La ONU, que juega un papel preponderante en la paz y en particular en la verificación del cese al fuego bilateral, se sumó al proyecto de sustitución voluntaria. Belén Sáenz, coordinadora de ONU Colombia, aprovechó para señalar los retos que conduzcan a superar la situación social que vive la región:

“Briceño puede convertirse en una experiencia para Colombia sobre los beneficios del fin del conflicto. Con acciones concretas y beneficios tangibles, los acuerdos de La Habana son un paso importantísimo para poner fin al conflicto pero la construcción de la paz requiere mucho más. Es un esfuerzo de medio y largo plazo para cerrar las brechas de pobreza y falta de desarrollo que ha persistido en varias partes del país. Queremos enfatizar que esto requiere un esfuerzo integral para mejorar la infraestructura vial, los centros de salud, generar empleos y asegurar oportunidades para que los jóvenes tengan una alternativa económica legal”.

El jefe insurgente Pastor Alape, quien había llegado dos días antes a la zona, indicó que la organización guerrillera estará al frente del proyecto. Pero recordó que luego de su llegada a la región en mayo de 2015, debido al plan piloto de desminado, la comunidad le dijo: “Sí ustedes vienen con mentiras aquí, díganlo de una vez. Esta región requiere compromisos transformadores”.

“La paz se hace con los más olvidados de Colombia”, dijo Alape. “Iniciamos el acuerdo de sustitución voluntaria como otra medida de desescalamiento de la mesa de conversaciones. El drama de los habitantes del campo por la producción cocalera tiene que resolverse con soluciones socioeconómicas con la participación directa del campesinado y ese es el camino que hoy empezamos a recorrer”.

“La petición más sentida para los habitantes de Briceño es que los integren a un proyecto de desarrollo integral en el que superen la pobreza, la desigualdad y la inequidad generada por el abandono estatal”, expresó el jefe guerrillero del Bloque Iván Ríos.