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Ya no basta con llorar, la paz es nuestra
Heidy Lorena Sánchez Barreto / Viernes 7 de octubre de 2016
 

Esta semana no inició con el entusiasmo y alegría que avizorábamos como resultado de la elección del 2 de octubre. Ya nos encontrábamos preparados para recibir con entusiasmo la finalización de la guerra, de prepararnos no solo políticamente sino profesionalmente para la implementación y la construcción de esa paz tan anhelada desde los inicios de nuestras militancias. Un NO se puso por encima de ese SÍ que con entusiasmo hemos defendido durante años; la desilusión, la desesperanza, el desconcierto, fueron sentimientos que se impusieron desde las 5:00 pm; evidenciar que nisiquiera los del NO sabían que hacer (ni saben aún) con esa “victoria”.

Noticia tras noticia solo hacía que el panorama se viera más desconcertante concluir una crisis en la institucionalidad. Las propuestas desesperadas y contradictorias del uribismo y sus secuaces, proponiendo hasta ahora modificar la columna vertebral del acuerdo, diciendo que ahora sí debemos tener paciencia. Santos diciendo que el cese va hasta el 31 de octubre. Momento en el que solo pude sentir un escalofrío y un miedo por lo que conllevaría esto también para quienes hemos hecho política en favor de la paz.

Aún no tenemos claro a mi modo de ver qué va a pasar, hemos compartido hipótesis, pero la pregunta está en ¿qué hacer sobre lo inmediato? La movilización de esta semana fue contundente. Hace algunos años en las calles le decíamos a Santos que la llave de la paz no era de él y siempre pedimos a gritos de la misma forma la solución política al conflicto. Hoy tenemos una enorme tarea que no puede quedarnos en absoluto grande. Hago un llamado a la sensatez, la izquierda y los sectores democráticos no pueden seguir pensando que esto se soluciona en reuniones a puerta cerrada en finos restaurantes o club de ejecutivos. La paz la hacemos en las calles, con la gente.

Espacios como #PazALaCalle son una oportunidad para la edificación de un verdadero movimiento social por la paz, donde el único color y bandera sea ésta, pero donde no se excluya ni se macartice la pertenencia a un partido político u organización, donde todos y todas podamos construir de la mano, que no sea un problema sentarse en el piso, no aplaudir, sino mostrar nuestro apoyo a cada intervención moviendo las manos arriba, cambiar métodos en la deliberación. No somos únicamente las y los jóvenes los llamados a defender la paz, toda la sociedad en su conjunto tiene esta enorme responsabilidad.

Ya no basta con llorar, aprovechemos esta oportunidad de oro que se nos presenta, clarifiquemos la consigna, defendamos lo acordado, alzando la voz pidamos que el cese bilateral sea definitivo, pero también exijamos que esto no sea un acuerdo de las élites. La paz es del pueblo y es él quien está llamado a construirla, debemos seguir haciendo pedagogía, transmitiendo esperanza y alegría, ¡Aquí no se rinde nadie!

Pdt: A mi familia y amigos que pudieron sentirse aludidos por mis comentarios y que como consecuencia de ello he tratado de omitir conversación con ustedes, no les pido disculpas, solo pido que algún día logren entender que hace ya muchos años escogí un camino por la transformación del país y que jamás renunciare a ello. Hasta la victoria.