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Opinión
Educación y paz: una reflexión desde los jóvenes
Un texto a varias voces
Jorge Orjuela Cubides / Jueves 20 de octubre de 2016
 

Dedicado a todos y cada uno de mis estudiantes. Cada uno sabrá con certeza qué línea le pertenece. A Adriana, porque juntos damos pasos más firmes.

En nuestro colegio, en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestro país, en nuestro mundo, hay sitio para todos. Todos cabemos en esta gran familia que llamamos humanidad. Aprender a tolerar y a respetar la diferencia, es el reto hoy de la educación. Los jóvenes no desconocen el papel de la educación en la construcción de paz, como lo expresa una niña de muy corta edad y cuya ternura ablanda cualquier corazón: “La educación puede cambiar a todo un país y aporta mucho a la paz”. “Lastimosamente el gobierno prefiere invertir más en la guerra que la educación”.

Por lo anterior los estudiantes expresan que “debemos sacarnos de la cabeza que un país mejor comienza por parase a las seis de la mañana para soportar casi ocho horas sentado en un pupitre, retener palabras y datos que al final terminaremos usándolos de la manera no adecuada o simplemente olvidándonos de ellos”. En este proceso entonces “los docentes también cumplen un papel importante en el entorno escolar ya que, además de enseñarnos sus asignaturas, influyen en nuestro proceso de formación como personas de bien”.

La educación debe enseñarnos a respetar la diferencia, porque es allí donde reside la riqueza cultural que tenemos como seres humanos. Nadie tiene el derecho a enjuiciar, perseguir ni discriminar a otra persona. No debemos odiar ni despreciar a nadie. Debemos “empezar a valorar a las personas por su manera de ser, por su personalidad. Debemos ver en ellos a nuestros semejantes, a personas como nosotros, tal vez con diferentes opiniones o diferente aspecto, pero es lo de menos. Debemos dejar de lado nuestras diferencias y odios, estar en paz como todos queremos. Y hacerlo juntos”. Los jóvenes saben con certeza que “poner fin a la guerra incluye llevar a cabo un cambio radical en la sociedad dominada por antivalores como el odio, la injustica y la deshonestidad”. En ese sentido, también entienden que “las naciones y sus gobiernos deben promover proyectos para los sectores menos favorecidos, abrir fuentes de trabajo con salarios justos, ayudar a los más pobres para construir viviendas dignas”

Así mismo comprenden que “un niño con excelentes bases va a ser un buen hombre en el mañana, ya que desde su casa le han enseñado a ser altruista, es decir, que le importan las demás personas no sólo a sí mismo. Gracias a los valores enseñados y normas puestas por las familias la generación futura va a respetar y valorar los derechos de los demás, así el mundo va a poder brindar una mejor paz para todos”. Entendida como “la característica propia de cuanto hacemos en los diferentes momentos de nuestra vida, la cual se construye cada día”. En tal sentido, el entorno familiar también es fundamental para la construcción de paz, como escribe una estudiante de octavo: “la familia como núcleo de la sociedad es el mejor escenario para que se inicie esta labor de educación y de siembra de valores relacionados con la paz, como la tolerancia, la honestidad y el respeto”.

Entonces, de estas breves reflexiones construidas colectivamente, se puede concluir que el país que tengamos será el que seamos capaces de construir, entre todos, como hermanos, un país donde sea hermoso nacer y morir. Un país de fraternidad, de justicia, de solidaridad, sin sentimientos de venganza, ni rencores. En donde los jóvenes y la educación, sin lugar a duda, tienen un papel esencial en la construcción de la paz con justicia social. Como diría el poeta uruguayo Mario Benedetti: a los jóvenes les queda no dejar que les maten el amor, recuperar el habla y la utopía, ser jóvenes sin prisa y con memoria, situarse en una historia que es la suya, no convertirse en viejos prematuros […] les queda respirar / abrir los ojos, descubrir las raíces del horror, inventar paz […] les queda tender manos que ayudan / abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno / y sobre todo, a ustedes los jóvenes, les queda hacer futuro.