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“Un guerrillero no gana plata”: comandante Gilberto González
Nelson Lombana Silva / Viernes 11 de noviembre de 2016
 

Es sábado 29 de octubre de 2016. Estamos en la vereda La Mesa Río Loro, municipio de Guadalajara de Buga, en espera de la Vigilia Nacional por la Paz. Bajo la llovizna pertinaz la guerrilla ultima detalles. Juventud, tanto femenina como masculina, va de un sitio para el otro completando pequeños y quizás grandes detalles.

Hace mucho frío. La tarde es evidente. Son pasadas las cuatro. Con la neblina grisácea la oscuridad resulta inexorable. Es como si ya fueran las seis. Nos encaminamos al “restaurante” para cenar y luego coger carretera casi dos kilómetros donde debemos pasar la noche.

La compañera Juliana nos pregunta qué podemos comer. Nos dice que esperemos. Prepara carne frita y papa salada. El arroz y el pan lo descartamos. Estamos en lucha contra la diabetes.

El comedor es una mesita circular. Hay bastante juventud. Incluso, algunos conversan animadamente. Los niños juegan. Observamos a un señor canoso metido en una ruana, mirando llover sin preocupación. Está silencioso. No tiene prisa. Pensamos que este señor podría decir con Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. Son ocurrencias, porque no sé quién sea, de donde venga. Es más: No sabemos aún si es civil o guerrillero.

Lo saludamos y nos contesta con amabilidad. Su voz es pausada pero sonora. Rápidamente nos damos cuenta que es guerrillero. Lo descubrimos por su decencia y amabilidad para dialogar con la juventud que lo mira con respeto y creemos cierta admiración.

Sin concertar entrevista comenzamos a “bombardearlo” de preguntas, él las va respondiendo con parsimonia y mucha seguridad. Su franqueza nos conmueve. No tenemos la grabadora a mano, nos limitamos a tomar nota. Todo fue informal incluso, sin foto porque no fuimos capaces de insinuarle. Nos pareció, sinceramente, una extralimitación.

Al preguntarle cuántos años en la vida guerrillera, nos sorprendió sobremanera su respuesta: “36 años, entré a los 15”. Es de Suaza, departamento de Huila, nació en 1965. “Entré a ojos cerrados por medio de unos amigos, me entrevisté con ellos a la media noche en un potrero y al otro día era ya del movimiento”.

“Mis padres eran pobres. Solo pude estudiar dos o tres meses. A los doce años me dieron una fuetera en la casa y me volé, regresé poco antes de mis 15 para cumplir con el sueño de ser guerrillero. ¿Qué más podía hacer?”

“Los primeros días fueron muy duros, difíciles. Marchas largas casi toda la noche por entre la espesa montaña con 40 libras de economía encima. Ingresé al 13 Frente, el cual pertenecía a los departamentos de Putumayo, Caquetá, Huila, Nariño, parte del Valle del Cauca, cuando se le llamaba Valle de las Papas. El comandante de este frente a mi ingreso se llamaba: Guillermo Piragua. Era un cuadro político-militar que había pertenecido a la Juventud Comunista”.

“Era un frente pequeño, solo 25 unidades. Estamos hablando de 1981. Conocí a los camaradas: Manuel Marulanda Vélez, Raúl Reyes, Jacobo Arenas, Jorge Briceño, Alfonso Cano. Precisamente, fui de la guardia del camarada Alfonso Cano, creo que ocho años; Timoleón Jiménez, Iván Márquez, Pastor Alape, Marco Calarcá, Mauricio Jaramillo”.

“Me gustaban las armas. Usaba en la época escopetas. Comenzó mi formación política, esa es una de las preocupaciones principales de las FARC, la formación política. Me fui familiarizando con el proceso revolucionario. Era saber qué hay que hacer a través de la organización y la disciplina”.

“La guía nuestra son tres documentos básicos: El reglamento, el estatuto y las normas internas de comando”.

“Mi primer combate fue en medio de harta gente. Al principio un poco de susto, pero cuando comienza en forma se pierde el miedo y entra uno en calor. Esa primera experiencia fue en Caquetá, durante una emboscada que duró ocho días”.

“A la fecha no me han herido, a pesar de haber estado en varios combates, lo mismo que he sufrido bombardeos durmiendo. La suerte ha estado de mi parte”.

“Un guerrillero no gana plata. Todo lo que necesitamos nos lo da la organización y todo lo que se consigue es para todos. En la guerrilla no existe el individualismo, todo es colectivo”.

“La responsabilidad de comandante se da según el ascenso producto del trabajo y su comportamiento. Trabajo de masas, sin perder el rol de proletario. Los ascensos son por méritos. Nada de recomendados o porque es hijo de fulano de tal. Nada de eso”.

El comandante Gilberto González nos comenta la escala de ascensos a que puede aspirar cualquier guerrillero, hombre o mujer:

1. Reemplazante de escuadra, compuesta por doce unidades;

2. Comandante de escuadra;

3. Reemplazante de la guerrilla, compuesta por 24 unidades;

4. Reemplazante de compañía, compuesta por 60 unidades;

5. Reemplazante de columna, compuesta por 110 unidades;

6. Comandante de la columna;

7. Estado mayor;

8. Secretariado;

9. Los plenos;

10. La Conferencia, la máxima instancia.

“Hago parte de la dirección del Frente XXI”, lo dice sin ningún aspaviento frotando sus manos entre sí bajo su gruesa ruana. Agrega: “Somos un ejército irregular, tenemos que tener orden y disciplina consciente, una verdadera estructura militar y política para su buen funcionamiento”.

A la pregunta: ¿Cómo analiza el proceso de paz? El comandante Gilberto González, responde: “Es importante el proceso de paz. Esa concepción de paz fue diseñada por los viejos guerrilleros desde 1964, siempre se pensó en la salida menos dolorosa, siempre las FARC tocaron puertas del alto gobierno en esa dirección, pero siempre las encontró cerradas. La paz es un bien para todos, ojalá todos le jalemos a este proceso”.

Quisimos conocer su opinión sobre los resultados del plebiscito del 2 de octubre. “Yo pienso que mucha gente fue engañada. Uribe hizo su cosa y engañó. Seguramente mucha gente pensó que el no quería decir: no a la guerra. Después del plebiscito la gente despierta, dándose cuenta que la cosa era al revés. Se vienen las movilizaciones, los paros, los pronunciamientos. Así expresa el pueblo el interés de que el proceso siga su curso y termine como debe terminar”.

Acerca del fenómeno de la abstención, la cual fue del 62.5 por ciento y que es una constante en la seudodemocracia colombiana, el comandante conceptúa en los siguientes términos: “Hizo falta más pedagogía, no hubo espacio para conocer los puntos que se habían acordados de un acuerdo de 297 páginas. Todos sabíamos que el plebiscito no era necesario, por cuanto el presidente estaba revestido de todas sus facultades, era autónomo. Quizás quería catear qué tenía y qué poderío tenía Uribe. Personalismos, solo personalismos”.

El motivo de la Vigilia Nacional por la Paz, la definió el comandante guerrillero como “un intento de buscar la paz, acercar los credos religiosos alrededor de la paz y los acuerdos y derribar el mito de que la guerrilla es el putas que no respeta las distintas manifestaciones religiosas. Demostramos que somos seres humanos y que muchos creemos que existe Dios. Eso es lo que queremos decir con esta Vigilia Nacional”.

Le solicitamos un pronóstico sobre cómo terminará todo este proceso FARC-EP – Santos, a lo cual contestó: “Nosotros le apostamos todo al proceso para que salga adelante porque necesitamos un cambio que tanto el pueblo colombiano como la guerrilla, anhelan”.

Sobre el proceso de diálogo con Ejército de Liberación Nacional (ELN), el comandante Gilberto González, manifiesta sin ambages: “El Gobierno nacional debe buscarle salidas, facilitar las condiciones para que los diálogos se den y arrojen los frutos deseados”.

Vino la cena y la cordial despedida. La carretera nos esperaba.