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Género, feminismo y salud sexual y reproductiva de las guerrilleras de las Farc-Ep
Colectivo de salud Abran la Puerta / Domingo 8 de enero de 2017
 

Julián Alfonso Orjuela Benavides

Odontólogo, estudiante de maestría en Salud Pública

Colectivo de Salud Abran la Puerta

Introducción

El momento histórico que vive Colombia, con la oportunidad que se abre de superar el conflicto armado que ha padecido el país durante más de 60 años, trae retos y desafíos en los distintos ámbitos del campo de la salud pública. Uno de estos es la salud sexual y reproductiva de las guerrilleras de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo (FARC-EP), no sobre el entendido que las guerrilleras carezcan de salud sexual y reproductiva, sino cómo éstas pueden aportar a ese diálogo: dialógico y dialéctico que nos debemos como sociedad. La reincorporación a la vida civil también debe traer los aprendizajes de la guerra y en el campo de la salud las FARC-EP tiene que aportarle al país, por ejemplo con el desarrollo de hospitales militares [1].

Este trabajo pretende contribuir a indagar y comprender algunos aspectos frente a la salud sexual y reproductiva de las guerrilleras que deben ser tenidos en cuenta para plantear políticas, planes y programas de salud pública, en el pos-acuerdo. Aproximándose a una genealogía a partir de cinco fuentes de información: libros, investigaciones académicas, prensa hegemónica (medios masivos de comunicación), prensa alternativa (medios de comunicación de movimiento sociales y ciudadanos), entrevistas dadas por insurgentes y la voz de las guerrilleras de las (FARC EP), a través de sus escritos y entrevistas dadas a medios de comunicación. Para rastrear las contradicciones de las posturas de la prensa oficial y el sistema judicial del Estado, quienes señalan, que en las FARC-EP las mujeres están sometidas a la esclavitud sexual, acceso carnal violento, prostitución forzada, entre otras acusaciones de la Fiscalía General de la Nación. Acusaciones que son negadas y argumentadas por las insurgentes en distintos relatos, refutando que no son las mujeres alienadas presentadas por la prensa oficial que quieren seguir siendo abusadas sexualmente, obligadas a abortar, objetos sexuales y secretarias de los comandantes.

Para abordar este tema de vital trascendencia en el campo de la salud pública en la construcción de la paz, es imprescindible en primera instancia definir la concepción que se tendrá frente al género como categoría y unos rasgos generales frente al feminismo y sus tendencias para ubicar de cierta manera en qué lugar epistemológico, ideológico y político, se reflexiona sobre esta temática. El segundo momento, profundizará frente a la salud sexual y reproductiva de las guerrilleras de las FARC-EP, siendo éste el centro de discusión que necesariamente es nutrido por su necesidad de comprensión, en sus distintos niveles de determinación social. Por último, una reflexión a manera de corolario, que pueda ubicar algunas aspectos a desarrollar en el campo epistemológico y político que aporte a la construcción de una salud sexual y reproductiva constructora de paz, no para las guerrilleras necesariamente, sino para las mujeres colombianas en su conjunto.

Género, Feminismo y Marxismo

La categoría género se ubica y comprende como emancipatoria, crítica, subversiva, transformadora y constructora de un orden social distinto al capitalista-patriarcal. Esta categoría rompe con el determinismo biológico, planteando que el género es el que produce significados para el sexo y la diferencia sexual, no el sexo el que determina los significados del género. Además desnaturaliza los roles que deben asumir hombres y mujeres según su sexo, problematizando la construcción social, política, económica e histórica de la división sexual del trabajo [2], que ha sido fundamental en el desarrollo del capitalismo y su actual fase neoliberal, que ha reivindicado las luchas de género para focalizar recursos, desmembrar su lucha por la redistribución de la riqueza y reemplazarla por la pugna de identidad y representación [3], pero sobre todo, para dividir las luchas por un nuevo orden social que supere cualquier forma de opresión.

La comprensión de la categoría género no es homogénea, existen diversas formas de entenderla y operacionalizarla. De acuerdo con los intereses de los actores sociales, económicos, políticos e ideológicos, se asumen unas prácticas y racionalidades que determinan el quehacer de la categoría en el análisis de las problemáticas sociales, en los diferentes niveles de la estructura social donde opera el patriarcado. En esta perspectiva se ubican dos posturas, la primera planteada por Fraser, quien señala que existen dos falsas dicotomías de la comprensión de la categoría: por un lado el feminismo socialista dando importancia a las desigualdades frente a la redistribución, señalando “la división del trabajo, éste pone de relieve, por ejemplo, la separación que hay entre el trabajo productivo remunerado y el trabajo reproductivo no remunerado, asignado, este último, a las mujeres” [4]; por otro lado, la perspectiva culturalista que hace hincapié en el reconocimiento, diferencia e identidad según los críticos de esta perspectiva “ha encajado meticulosamente con el neoliberalismo hegemónico que no quiere otra cosa que reprimir la memoria socialista” [5] sin embargo, reconoce la importancia que ha tenido en problematizar aspectos más allá de la división sexual de trabajo, que está más ligado a patrones androcéntricos de valor cultural.

El análisis de Fraser radica más en la perspectiva de las feministas socialistas, que al método marxista en sí, habrá que hacer esta distinción para no caer en falsos análisis, sin lugar a dudas, dentro del marxismo varios autores han limitado el análisis a lo económico [6] , pero el método es mucho más rico y amplio para que desde este se comprenda la totalidad social; donde la categoría género es imprescindible en el análisis, en este caso en el campo de la salud pública. Al respecto habrá que señalar algunos elementos del método dialéctico marxista, el cual entiende que ningún fenómeno de la naturaleza puede ser comprendido si se le toma aisladamente, sin conexión con los fenómenos que lo rodean. En cuanto a la dialéctica no considera la naturaleza como algo quieto e inmóvil, estancado e inmutable, sino como algo sujeto a perenne movimiento y a cambio constante, como algo que se renueva y desarrolla incesantemente [7]. Por otro lado, el modo de producción es el concepto teórico que permite pensar la totalidad social como una estructura dominante, en la cual el nivel económico es determinante en última instancia, pero no se limita a éste [8]. Por esto la importancia del feminismo marxista en la comprensión de todas las formas de opresión, porque finalmente a las clases subalternas, mujeres, indígenas, negros, obreros, etc., nos une algo, el ser trabajadores, aunque la relación clásica burgués-proletario se haya transformado, al igual que sus formas de dominación; de ahí la importancia del marxismo para comprenderlas, pero principalmente como herramienta para superarlas.

Sin embargo, es necesario señalar algunas críticas a la obra de Marx que han realizado algunas feministas marxistas, como Silvia Federici, “Marx ignoraba el trabajo reproductivo de las mujeres porque seguía anclado en una visión «tecnologicista» de la revolución, por la que la libertad se consigue a través de la maquinaria y se asume que el aumento de la productividad laboral supone el cimiento material para el comunismo” [9]. Es pertinente reconocer que el trabajo reproductivo de las mujeres no fue desarrollado por Marx; no obstante, el mismo Marx en su obra Manuscritos económicos y filosóficos señalaba en diferentes apartes las desiguales, que si bien no las problematizo ha profundidad si las describió, como:

“Los grandes talleres compran: preferentemente, el trabajo de mujeres y niños porque éste cuesta menos que el de los hombres” [10]

“En la relación con la mujer, como presa y servidora de la lujuria comunitaria, se expresa la infinita degradación en la que el hombre existe para sí mismo, pues el secreto de esta relación tiene su expresión inequívoca, decisiva, manifiesta, revelada, en la relación del hombre con la mujer y en la forma de concebirla inmediata y natural relación genérica” [11].

En esta misma perspectiva se pueden evidenciar otros aportes desde el marxismo, como lo planteado por Gramsci, quien esboza cómo los industriales se preocupan por construir patrones sociales dominantes que regularan la vida sexual de sus trabajadores para hacerlos más productivos, como se evidencia en uno de sus textos:

“A la cuestión del alcohol está ligada la cuestión sexual. El abuso y la irregularidad de las funciones sexuales, es después del alcoholismo, el enemigo más peligroso de las energías nerviosas. Las tentativas realizadas por Ford de intervenir, mediante un cuerpo de inspectores, en la vida privada de sus dependientes y controlar cómo gastaban su salario y cómo vivían, es un indicio de estas tendencias todavía «privadas» o latentes que pueden transformarse, en cierto momento, en ideología estatal injertándose en el puritanismo tradicional” [12].

En esta perspectiva también es pertinente reconocer que el estudio de las desigualdades de género no ha sido tema alejado u olvidado por el marxismo, más allá del estudio meramente económico del cual se le ha tildado, donde Gramsci aportó a denudar cómo el sistema capitalista apuesta por la consolidación de la familia monógama, disciplinamiento de las relaciones sexuales, el no consumo de alcohol y una apuesta por construir un sentido común que controle todo aquello que no sea dictaminado por la clase dominante. Asimismo, es pertinente reconocer que el método permite incorporar categorías que nutran el potencial de la ciencia transformadora que es el marxismo, para superar el actual sistema de ignominia.

En esta perspectiva, esta reflexión se ubica en la categoría reproducción social del método marxista, la cual permite “comprender el movimiento dialéctico que se da entre las distintas dimensiones de la vida social. Un movimiento enraizado en la estructura que existió previamente a la formación de las clases sociales y que se realiza como un sistema de contradicciones en desarrollo que tienen en su base la relación dialéctica entre la producción y el consumo” [13]. Esta categoría permite ser sintetizadora de la triple inequidad, que tiene su génesis en la apropiación del poder en tres formas: la apropiación privada de la riqueza que dio origen a las clases sociales, la apropiación patriarcal de poder y la apropiación de poder por parte de grupos étnicos históricamente situados en ventaja estratégica [14].

Al hacer un esfuerzo por comprender las racionalidades y prácticas de la salud sexual y reproductiva de las guerrilleras de las FARC-EP, es pertinente una mirada amplia del fenómeno que permita realizar acciones a distintos niveles del proceso de determinación social, que pueda conducir a mejorar las condiciones de salud de las mujeres campesinas, afrocolombianas e indígenas en su conjunto, de las cuales hacen parte la gran mayoría de las mujeres guerrilleras y que tiene en común el no poseer los medios de producción, en este caso la tierra, como una de las principales contradicciones del conflicto colombiano.

Salud sexual y reproductiva de las guerrilleras de las FARC-EP

Antes de cualquier análisis es necesario describir las posturas en tensión entre la prensa oficial y el aparato judicial del Estado, contra los relatos de las guerrilleras de las FARC-EP. Comenzaré por lo planteado por la Fiscalía General de la Nación, divulgado en medios de comunicación entre los que se encuentran diversos señalamientos, como el realizado por Jorge Perdomo, fiscal encargado: “En las FARC había una política orientada a la violencia sexual, sobre todo la violencia sexual contra la mujer, pero también hay casos documentados contra hombres en las filas de la guerrilla” [15]. Según la fiscalía existe un informe de “232 casos de menores reclutados que sufrieron violencia sexual, el 92% de las víctimas fueron mujeres. De acuerdo con el documento, es un delito que cometieron todos los bloques de las FARC, aunque la mayoría de las denuncias se concentran en el Bloque Oriental, con 62 casos” [16].

De este mismo informe en otro medio de prensa escrito, se señala que una de las directrices de las FARC, hallada en uno de los computadores de alias ‘El Mono Jojoy’, señalaba: “La planificación es obligatoria y en los casos de embarazo realizar el legrado. Mantener el secreto de las áreas de los hospitales…” [17].

Otro elemento probatorio que tiene la Fiscalía es un video de un comandante de la insurgencia, afirmando: “Es obligatoria la planificación para las compañeras. Las mujeres no vinieron a la guerrilla a ser madres de familia. Eso lo dicen la Séptima y la Octava conferencias. En caso de embarazo, es obligatorio el legrado. El camarada Jorge ha hecho consejos de guerra e incluso se murió una compañera por eso” [18]. Esto para mencionar los aspectos que pueden ir dando tendencias y tensiones. Otro elemento en los que se argumenta la Fiscalía, son los relatos de las desertoras de las insurgencia, como los siguientes:

“Estando en la zona de despeje tenía un compañero sentimental, alias “Nacho”. Como era mi compañero sentimental teníamos relaciones sexuales. Inicialmente a todas las mujeres nos tenían planificando con un dispositivo en el brazo, después nos ordenaron que comenzáramos a planificar con inyecciones. La misma guerrilla o las enfermeras nos entregaban la inyección o ellas mismas las aplicaban. Hubo un tiempo en el que no pudieron suministrarnos la inyección y quedé embarazada. Tenía un mes de embarazo, los comandantes se enteraron y me hicieron abortar” [19].

“Desde que uno llega allá le ponen dispositivos o inyecciones anticonceptivas. Las embarazadas tienen que abortar, sin embargo, en la mayoría de los casos el comandante es quien decide el futuro” [20].

“Tuve otros tres embarazos, pero esos no fueron interrumpidos. Yo tuve los bebés, esos bebés se los dejé a mi mamá, ellos se llevaban casi dos años de edad; primero una niña, luego un niño. Y la niña que cuando salí no tenía un año todavía, esos embarazos no fueron interrumpidos porque yo era la mujer del jefe, alias “Ciro”” [21].

En cuanto a las FARC, las mujeres son las que vienen abanderando el tema del enfoque de género y también abordando los temas que ha señalado la Fiscalía descritos anteriormente, dando respuesta a las acusaciones. Como se evidencia en los siguientes fragmentos de textos escritos de las insurgentes en sus medios de comunicación:

“No es posible ser madres ni padres para lo cual hay una explicación que compartimos al decidir ingresar a las filas” [22].

“La verdad es que las guerrilleras estamos lejos de ser víctimas de nuestros propios camaradas. Las mujeres farianas no somos víctimas” [23].

“El aborto ha sido una de las salidas que hemos tenido que adoptar (reafirmada en la octava y novena conferencia), pero también se realiza un trabajo educativo permanente entre la guerrillerada -hombres y mujeres- para que planifiquemos, evitemos los embarazos y no tengamos que recurrir a los abortos” [24].

“Cada caso es analizado por las direcciones para establecer quehacer, cuál fue el motivo -descuido, indisciplina o accidente-, y cualquiera que sea el caso, el mando debe tomar una decisión. Cuando uno ingresa le explican, que en las FARC-EP no se pueden tener hijos y que una de las medidas es el aborto. No se puede salir luego con el cuento de que somos obligadas”. [25]

Para el análisis de estas dos posturas encontradas se propone dos momentos. Primero se abordarán las convergencias en tres temas centrales: El primero, ligado a la práctica del aborto o interrupción voluntaria del embarazo, como una política de la guerrilla según la Fiscalía y las mismas guerrilleras en sus relatos señalan que en la octava y novena conferencia de esta organización se decidió tomar esta medida, debido al recrudecimiento de la guerra; además cuentan que se advierten sobre los estatutos al ingresar a las FARC-EP, en los cuales se prohíbe tener hijos debido a las condiciones de la guerra como lo relata Yessica, una guerrillera de las FARC: “Imagínese que empiece un tiroteo y uno amamantando un chino. ¡No se puede!” [26]. También porque las FFMM lo han utilizado para infiltrar sus filas y luego con disculpa de la gestación salir de ellas para realizar operaciones militares.

El segundo, es la decisión de la interrupción del embarazo, la cual es definida por la comandancia que en su gran mayoría son hombres como se refleja en el Estado Mayor, que tan solo hay una mujer y en el secretariado ninguna, al igual en el conjunto de la sociedad colombiana, donde la participación de la mujer es restringida o mediada por el poder de un hombre. Sin embargo las guerrilleras reflexionan frente al tema, señalando: “sólo la reciente incorporación de la mujer en forma masiva a esta lucha, explica el por qué ninguna de nosotras ocupa un lugar en las más altas esferas de conducción de la organización. Pero no hay duda de que en su momento allí también estaremos. Porque la oportunidad nunca se nos ha sido negada” [27]. Después de 15 años hay que reconocer que existen en la insurgencia mujeres que vienen siendo destacadas por esta organización, como lo es Victoria Sandino, plenipotenciaria de las FARC-EP.

El tercer tema en el que coinciden es la obligatoriedad de la planificación y uso de métodos de anticoncepción, según lo mandataron las conferencias guerrilleras para hombres y mujeres; como lo señalan las dos posturas, distando tan solo en la manera impositiva para la Fiscalía y la consensuada en procesos educativos según las insurgentes. Con referencia a estos dos aspectos es necesario señalar también que las leyes en Colombia son realizadas por hombres, como lo evidencia la baja participación de las mujeres en el Congreso de la República, aunque en las últimas elecciones alcanzó el más alto número de mujeres en la historia, 23 senadoras y 28 representantes, obedeciendo esto también a la ley de cuotas. En total son 52 congresistas. Eso equivale al 20 por ciento del Congreso. Lo que quiere decir, que una de cada cinco curules del Capitolio está ocupada por una mujer [28]. Es necesario señalar que la presencia de mujeres en escenario de decisión política no garantiza una postura que defienda sus derechos y los reivindique, en este caso el parlamento donde se deciden leyes que regulan la interrupción voluntaria del embarazo y las leyes que promueven o vulneran los derechos de las mujeres. En esta lógica, el Estado tiene una deuda con las mujeres que han muerto por interrupciones del embarazo inseguras, debido a un marco jurídico estrecho y ambiguo que somete los cuerpos de las mujeres a un conservadurismo extremista y las muertes por un sistema de salud incapaz de solventar las necesidades de las zonas periféricas de la ciudades y rurales, como lo es la falta de especialistas; lugar donde el único destino a la complicación de un embarazo, es la muerte de las mujeres.

Frente a las contradicciones, radican fundamentalmente en cómo el establecimiento usa estas prácticas realizadas por las FARC de manera descontextualizada y para ganar terreno en la pugna política, que no disculpa las mismas, pero permite una mejor comprensión de quien señala y recrimina esta práctica social en un contexto de guerra. Queda la impresión que ahora al Estado colombiano es el adalid de las mujeres en gestación, cuando en las ciudades contribuye a que el sistema de salud mercantilizado niegue los servicios de salud, como lo evidencia la tasa de mortalidad materna, que mide el número de mujeres muertas por 100.000 nacidos vivos, en Colombia es de 62,7, el cual se encuentra en desventaja frente a 30 de Costa Rica [29] , 20 de Uruguay [30], 21 de Cuba [31].

Otro aspecto, no menos importante en el por qué se interrumpen los embarazos de las guerrilleras en la realidad objetiva, son cosas prácticas como: los desplazamiento de días que tiene que hacer un insurgente y en gestación aumenta la dificultad, persecuciones por el enemigo, combates y bombardeos; contando que no existan complicaciones médicas. No basta ser un estratega militar para intuir que la salida de un combatiente por cualquier asunto puede traer problemas en múltiples aspectos: puede ser capturado y posteriormente delatar a sus compañeros por ser sometidos a torturas o por conveniencia frente a la justicia. Asimismo, los quebrantos de salud de los guerrilleros eran aprovechados por las Fuerzas Militares para atacar el enemigo, como lo relata un comandante guerrillero: “la inteligencia empezó a intervenir nuestras redes de apoyo. Infiltraron gente en hospitales y esos médicos aprovechaban estas situaciones para poner microchips en sus cuerpos cuando los operaban. Nos dimos cuenta de que cuando regresaban a los campamentos eran localizados y bombardeados. En los cuerpos de quienes habían salido a tratamiento encontramos los aparatos” [32].

Otro elemento a controvertir por parte de la insurgencia es frente a las comandancias, los cuales no cumplían los estatutos. Una prueba que señala la insurgencia es la Séptima Conferencia Nacional donde se adopta la resolución de la planificación familiar como obligatoria para todos los miembros de la insurgencia, sin distingo alguno. El propio Marulanda, que organiza una nueva relación sentimental con otra guerrillera a mediados de los años ochenta, es el primero en cumplir la orden, [33] tanto así, que no tuvo hijo con su última pareja sentimental y con la que estaría hasta el final de su vida.

Reflexiones finales

Una primera reflexión, en cuanto a la salud sexual y reproductiva de las insurgentes, está determinada por la triple iniquidad. Frente a la clase social, son mujeres que no han tenido acceso a la tierra y a poseer bienes, como la gran mayoría de los campesinos colombianos.

El campo colombiano configura una crisis de la apuesta desarrollista neoliberal, oligárquica y latifundista, que plantea mayor concentración de la tierra como apuesta de desarrollo, lo cual agudiza las contradicciones frente a la clase dominante latifundista que gobierna el Estado y el campesinado que es el que finalmente padece de hambre, enfermedad, no tiene acceso a la tierra y cultiva a pérdida, como lo expresa una guerrillera al ser cuestionada el por qué ingreso a la insurgencia: “Lo hice por falta de oportunidades: no había mucho por hacer. Terminaba la escuela y no había acceso al colegio y pensaba que esa sería una buena opción” [34]. Esto para concluir que ser guerrillera y tener que vivir estas inclemencias de la guerra está marcada por la extracción de clase.

Frente a lo étnico, un sector representativo de la insurgentes son indígenas y afrocolombianas, de las zonas de mayor crudeza del conflicto como son Cauca y Chocól, de la cuales muchas de ellas se vinculan por no encontrar otra oportunidad distinta a la de ser guerrilleras, sea dicho de paso, por pertenecer a etnias con poca incidencia en el Estado. Finalmente, el hecho de ser mujer en una sociedad androcéntrica y patriarcal repercute a todo nivel, desde la inequidad en el uso de los servicios de salud por no tener empleos formales, hasta el mismo desarrollo de la medicina que sea hecho a semejanza del hombre, como también en el lenguaje y las formas de relacionarnos, donde lo menospreciado y subvalorado es el rol de mujer.
Finalmente estas inequidades están ancladas y son funcionales al sistema hegemónico capitalista que requiere de esas desigualdades para su reproducción, donde las mujeres se deben ocupar del ámbito privado y particularmente de la reproducción de la fuerza de trabajo, así tengan la posibilidad de estar en el campo laboral. Sin embargo, las mujeres de las FARC-EP dejan entrever una mayor autonomía, en la medida que su trato es de iguales con sus compañeros hombres en el campo militar como en la cotidianidad, aclarando que existieron unas condiciones de guerra que determinó la salud sexual y reproductiva de la mujeres.

Frente a lo étnico, el capitalismo no interfiere en los valores culturales, con tal de que estos no detengan e interfieran en aspectos como los macro proyectos transnacionales de explotación de recursos naturales. Pero si es el caso, reprime a la población, como lo evidencian las desapariciones y asesinatos de autoridades indígenas. Esto para concluir que inevitablemente las disputas sociales no pueden darse sectorialmente y de manera segmentada si se quieren procesos transformadores. Es necesario que la diversidad no sea una razón para dividir, sino que ésta nutra con creatividad las diversas formas de poder superar el orden capitalista que contribuye a reproducir estas inequidades.

Esta discusión más allá de generar señalamientos y profundizar las contradicciones, quiere plantear una serie de preguntas a resolver en el campo de la salud pública y como puede aportar la perspectiva de género en la comprensión y transformación. Algunos de estos interrogantes son: ¿Será necesario un abordaje diferente de la salud sexual y reproductiva (SSR) de las exguerrilleras de las FARC-EP?, ¿Cómo comprender las prácticas de la SSR en el contexto del conflicto armado colombiano?, ¿Es necesario escuchar la voz de las guerrilleras que militan en las FARC-EP o son suficientes los discursos oficiales para comprender el fenómeno?, ¿La determinación social puede ser una herramienta de transformación y superación de las matrices de dominación que controlan los cuerpos de la mujeres? ¿Cómo pueden contribuir los hombres guerrilleros a la transformación de dichas prácticas, valga decirlo, generalizadas en la sociedad? ¿Cuál será la apuesta del Estado en este campo del pos-acuerdo?

Las respuestas tendremos que construirlas de manera conjunta como sociedad. El acuerdo suscrito y refrendado entre el gobierno y la insurgencia trae oportunidades potenciales, después de los ajustes frente al enfoque de género, como el acceso a la tierra para las mujeres, subsidios para proyectos productivos, reparación diferencial para la mujeres víctimas del conflicto y participación política. Aspectos que son necesarios entenderlos en un espectro más amplio de lo que es la salud, lo cual va permitir que las mujeres ganen en autonomía en el espacio privado. Valga decir que las guerrilleras llevan una ventaja frente a la gran mayoría de las mujeres debido a que en la guerrilla son combatientes con los mismos derechos de sus compañeros y con la posibilidad de ampliar en la participación política en los espacios locales, frente a los planes y programas que emerjan del acuerdo de paz.

En conclusión, se trata de entregar los cuerpos a las mujeres para que ellas decidan sobre éstos y de dar la apertura política para que sean quienes asuman la conducción de la salud sexual y reproductiva. Las FARC ya comenzó a dar pasos frente al tema con el cese bilateral de fuego. En una entrevista, una guerrillera relata la transición de la confrontación militar a la tranquilidad del cese bilateral de fuegos para decidir ser mamá: “¿Yo para qué voy a traer hijos a este país como está de complicado? Además uno no sabe si de pronto mañana se vuelva a prender esta guerra y ¿qué se pone a hacer uno con un niño? Pero los meses de tregua de este año y el cese al fuego bilateral, me dieron la fuerza para decidirme” [35]. Historias como ésta de seguro son repetidas y llenan de esperanzas un país que comienza a nacer desde las mujeres de la Colombia profunda, pero también requiere de hombres solidarios con estas luchas que son necesarias para una verdadera emancipación.

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[1Molano, 2016

[2Scott, 1996

[3Fraser, 2012

[4Fraser, 2012, pág. 6

[5Fraser, 2012, pág. 4

[6Federici, 2004

[7Stalin,
1938

[8Harnecker, 1980

[9Federicci, 2012

[10Marx & Engels, 1844, pág. 17

[11Marx & Engels, 1844, pág. 144

[12Gramsci, 1974

[13Breilh, 1996, pág. 100

[14Breilh, 1996

[15Verdad Abierta, 2016

[16Verdad Abierta, 2016

[17El Espectador, 2016

[18Laverde, 2016

[19Laverde, 2016

[20Pinzón, 2009

[21Laverde, 2016

[22Vva, 2014

[23Viva, 2014

[24Sandino, 2014

[25Lertxundi, 2013

[26Builes, 2016

[27Lozano, 2001

[28Revista Semana, 2014

[29Sáenz & Acosta, 2011

[30(Aran & Laca, 2011

[31Domínguez & Zacca, 2011

[32Molano, 2016

[33Gabriel Angél , 2016

[34Builes, 2016

[35Bernal, 2016