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El cuerpo del internacionalista Michael Israel reposa en EEUU
El voluntario norteamericano de 27 años murió en un bombardeo turco el 29 de noviembre en el norte de Siria
It’s Going Down / Martes 17 de enero de 2017
 

La semana pasada, el 11 de enero, el cuerpo de Michael Israel, organizador de Sacramento y voluntario de las Unidades de Protección Popular de Kurdistán (YPG) caído en combate, finalmente llegó a California desde el extranjero. Su viaje de vuelta a los Estados Unidos tomó más de un mes, y comenzó en Siria con una ceremonia y procesión de luto para enviarlo. Su comunidad de California había estado esperando su llegada, y organizó una procesión fúnebre propia para dar la bienvenida a Michael a casa por última vez.

Los activistas de Sacramento y del Área de la Bahía, individuos de la comunidad kurda de California, y amigos y familia de Michael se reunieron para acompañarlo desde el aeropuerto de San Francisco hasta Lodi, su ciudad natal. Más de cincuenta personas participaron en la larga procesión, viajando en una veintena de carros, furgonetas y autobuses adornados con banderas antifascistas y de las YPG, flores y fotografías de Michael.

Esa tarde, los dolientes se reunieron para intercambiar historias, apoyarse y decorar sus vehículos mientras sus padres pasaban por el largo proceso en el aeropuerto. Como es tradición, circularon fotos pequeñas de Michael que muchos fijaron a las solapas, y se interpretó música kurda. Hubo un minuto de silencio cuando llegó el coche fúnebre, y empezó la última etapa del viaje. La procesión llegó a su fin en una funeraria en Lodi, y fue recibida por más amigos, familiares y simpatizantes. El ataúd fue llevado por dolientes kurdos y decorado con flores, y tres portadores de la bandera aguardaron durante otro minuto de silencio.

Muchas personas cercanas a Michael se levantaron para decir unas palabras, compartir sus mejores recuerdos, lo que admiraban de él y lo que su vida significaba para ellos. Se compartieron historias sobre la humildad de Michael, su rápido ingenio, su desinterés y su dedicación. Por encima de todo, estas historias nos recordaron la humanidad de Michael, a pesar del estatus de héroe que de alguna manera ha ganado. Michael odiaba la idea de ser visto como un héroe, si lo vemos así, que no sea porque nuestra visión está nublada por la idea de él como una persona perfecta, sino por cómo cambió a quienes le rodearon y por cómo eligió vivir su vida.

Después de la conversación, los asistentes dieron sus respetos a Michael y a sus padres, y todos fueron invitados a una sala de banquetes cercana para tomar una pizza y refrescos para terminar la noche. Aunque corrieron muchas lágrimas, la gente de muchas comunidades diferentes se reunió esa noche. A Mike le hubiera gustado eso, dijeron sus padres. Con palabras amables, llevando flores, llevando su ataúd, recibiendo la comida, compartiendo un recuerdo cariñoso, regalando una bandera o un retrato a la familia, o proporcionando consuelo y apoyo, todos encontraron su propia manera única de honrar su memoria.

Traducción de David Moreno para Agencia Prensa Rural