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Zygmunt Bauman y la incertidumbre de lo líquido
Para este filósofo, el intercambio cultural, la apertura de mercados y la globalización han conducido al ser humano a alejarse de todo lo que lo mantenía interactuando en sociedad.
Renata Cabrales / Lunes 30 de enero de 2017
 
Zygmunt Bauman: “Las redes sociales son una trampa”.

Nació en Poznan en 1925 y falleció en Leeds, Inglaterra, el 9 de enero de 2017. Filósofo. Perteneciente a una familia judía, que se vio en la obligación de emigrar a Rusia cuando los nazis invadieron Polonia. Hizo parte del ejército polaco, controlado por los soviéticos, y desempeñó las funciones de instructor político, de combatir a los insurgentes nacionalistas de Ucrania, y de colaborador para la inteligencia militar. Recibió, además, la Cruz Militar al Valor.

Regresó posteriormente a Polonia, donde militó en el Partido Comunista. Estudió sociología en la Universidad de Varsovia. Luego tuvo que dejarla por la filosofía. En 1954 finalizó la carrera e ingresó como profesor a la misma universidad, hizo un estudio sobre el movimiento socialista inglés que fue publicado en Polonia en 1959. Fiel en sus inicios a la doctrina marxista, con el tiempo fue modificando su pensamiento, cada vez más crítico con el proceder del gobierno polaco.

Debido a fuertes presiones políticas, Bauman renunció en enero de 1968 al partido, y en marzo fue obligado a renunciar a su nacionalidad y a emigrar. Ejerció la docencia, primero en la Universidad de Tel Aviv y luego en la de Leeds, con el cargo de jefe de departamento. En 1992 recibió el premio Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales, y en 1998 el premio Theodor W. Adorno otorgado por la ciudad de Fráncfort.

Su obra

De más de cien ensayos y un poco más de 50 libros está compuesta la obra de este filósofo, basadas sus primeras obras en el movimiento obrero inglés y movimientos y conflictos sociales. Estuvo de acuerdo con algunos postulados marxistas e influido principalmente por la obra de Gramsci. En sus últimas obras se enfoca en temas de la modernidad y la exclusión social.

Según Bauman, hay un miedo impreciso que no se puede definir con exactitud en la realidad, al que denominó “miedo líquido”. Un miedo que se encuentra presente a lo largo de la “modernidad líquida” actual. Una modernidad en la que están ocultas las principales motivaciones del consumismo y en la que hay organizaciones sociales que no consiguen solidificarse y que dejan de ser un referente para las acciones de los seres humanos a la hora de crear planes de largo plazo.

Esta falta de solidificación conduce a que los individuos, hoy en día, se vean obligados a la inmediatez, a los proyectos de corto tiempo y a la fugacidad de las oportunidades. El intercambio cultural, la apertura de mercados y la globalización han conducido al ser humano a alejarse de todo lo que lo mantenía interactuando en sociedad.

Esto es, una sociedad que podía considerarse sólida se convierte en una sociedad líquida, escurridiza, que fluye en un capitalismo liviano. Para Bauman, el hombre deja de lado esa sensación de bienestar, procedente de la industrialización después de la Segunda Guerra Mundial, y busca su libertad. Piensa que dicha libertad, conseguida con su emancipación, hace que el hombre se repliegue sobre sí mismo, convirtiéndose en un ser egoísta, despreocupado por lo que sucede en su entorno.

El consumismo

Considera entonces que el hombre puede estar inmerso en una sociedad, pero es una sociedad consumista, que lo incita a satisfacer sus necesidades cada vez más rápido a través de productos en oferta que expiran en corto tiempo, pero al tratarse de nutrición, estos no son productos necesariamente alimenticios. También pasa con la moda y la tecnología que tienen la característica de cambiar muy rápido. Considera el filósofo que la necesidad infundida por las compras es motivada por la búsqueda desesperada de pertenencia a un grupo que dirija los rumbos de una sociedad capitalista-consumista.

En Amor líquido retoma su concepto de la “modernidad líquida”, época inestable que está muy marcada por las dinámicas masivas de mercado, en la cual los valores inconstantes de las personas afectan los lazos humanos, como por ejemplo las relaciones de pareja y familiares. Vivir en una sociedad de consumo produce relaciones fundadas en la percepción del otro como mercancía. Los derechos humanos están afectados por el carácter líquido de nuestra modernidad.

Sobre las relaciones de amor, Bauman afirma que el consumismo ha priorizado la inmediatez en cuanto a la satisfacción del deseo, lo que conduce a la cosificación de las personas, reduciendo los lazos para que sea más fácil disolverlos. En cambio, han nacido otras formas de relacionarse, con el uso de las nuevas tecnologías, como el internet, que han generado lazos menos sólidos y fáciles de disolver, lo que facilita que esas relaciones se puedan terminar con la acción de oprimir una sola tecla.