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En Misiones (Argentina)
Agroquímicos, ¿ignorancia o complicidad genocida?
Revista Superficie / Martes 31 de marzo de 2009
 

Haciendo gala de un desconocimiento sumamente preocupante sobre la temática del uso y los efectos de los agroquímicos en la salud humana y el medio ambiente, el jefe del Departamento de Control Ambiental del Ministerio de Ecología de Misiones, Mario Alsina, manifestó recientemente a la FM Línea Capital (Posadas) que “no están científicamente comprobados los casos de contaminación por glifosato”.

La ignorancia de este funcionario no es inocente: el Ministerio de Ecología es el principal motor oficial del modelo forestal que desde hace años fogonea la destrucción de los montes nativos (“conversión” o “aprovechamiento” en la jerga de esta industria) y la consecuente impregnación de agroquímicos –glifosato sobre todo - en los suelos de la provincia. “Misiones…forestal por Naturaleza” reza el cínico eslogan de la cartera “ecológica” de Misiones en una ventana de la página oficial que invita a “invertir en Misiones”.

El funcionario Mario Alsina debería saber que el glifosato formulado es el que provoca las primeras etapas de la cancerización, y que esto consta en numerosos estudios científicos, entre ellos el realizado por el Centro Nacional de la Investigación Científica de la Universidad Pierre y Marie Curie, de Francia.

Otro estudio reciente, publicado en el Journal of American Cancer Society por eminentes oncólogos suecos, reveló una clara relación entre glifosato y linfoma no Hodgkin (LNH), una forma de cáncer. Los investigadores sostienen que la exposición al herbicida incrementa los riesgos de contraer LNH.

También un grupo de científicos conducidos por el bioquímico profesor Gilles-Eric Seralini, de la Universidad de Caen, en Francia, encontró que las células placentarias humanas son muy sensibles al glifosato, aun en las concentraciones más bajas actualmente empleadas en uso agrícola.

Incluso, el funcionario Mario Alsina debería conocer que en la provincia hay un estudio científico realizado por el doctor Hugo Gómez Demaio que determina que cinco de cada mil niños misioneros nacen con malformaciones absolutamente atribuibles al uso de agroquímicos.

En Canadá, después que un estudio epidemiológico sobre la población granjera de Ontario, quedó demostrado que la exposición al glifosato casi duplicó el riesgo en los últimos abortos, confirmando los efectos del herbicida en las células de la placenta humana.

En sus declaraciones, el funcionario del Ministerio de Ecología mostró desconocimiento también al referir que “no nos consta que en el exterior esté prohibido el glifosato”.

A saber: en Brasil desde 1998 están prohibidos los organismos genéticamente alterados. Fueron prohibidos gracias a una demanda presentada por grupos de consumidores. Por tanto el uso del glifosato quedó restringido. Monsanto impulsa campañas para su legalización. En Dinamarca, después de estudios que revelaron que el agua que consumían los daneses contenía cinco veces más glifosato de lo permitido para el consumo humano, el Ministerio de Salud prohibió su uso en sitios cercanos a fuentes de agua, así como en temporadas o sectores lluviosos, de tal forma que no pueda llegar a contaminar el agua. Esta prohibición se encuentra vigente desde 2003. En la Unión Europea, en 1996 se estableció el límite máximo de glifosato residual en soya: 20 mg/Kg. Mientras, en Paraguay, el 30 de junio de 2005, los productores alemanes Hernán Schlender y Alfredo Lauro Laustenlager fueron condenados por homicidio culposo, por la muerte del niño Silvino Talavera, quien murió el 7 de enero de 2003 víctima de un seria deshidratación por vómito y diarrea producidos por la exposición a Roundup de Monsanto. En dicho caso se determino que el uso irresponsable del agrotóxico en aspersiones aéreas y sin utilizar las recomendaciones del fabricante generan responsabilidad penal. El litigio se concentró en demostrar el nexo causal entre la fumigación y la muerte de Silvino Talavera. Los jueces del caso determinaron que dicho vínculo quedó demostrado con los síntomas que presentaban los pobladores de la región.

Quien bien resume la posición adoptada por el funcionario misionero es Graciela Gómez, abogada y escribana de la ONG Ecos de Romang. “El de los agroquímicos es un negoción, un combo imposible de escindir. No sólo a costa de la salud de la población, sino de la biodiversidad toda, que está siendo testigo del gran genocidio y agrocidio que cometen los señores feudales y grandes productores, las multinacionales usándonos como laboratorio a gran escala, ante la omisión e inacción de gobiernos a los que poco les interesa la soberanía alimentaria ni los males que aquejan a la población”.