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Banco de Bogotá despide a 400 trabajadores
En solo 15 días esta entidad financiera echó a la calle a cientos de trabajadores. Muchos de ellos entregaron 15, 20 o hasta 30 años de sus vidas para producirle utilidades a la empresa de uno de los hombres más ricos del país.
Juan Carlos Hurtado Fonseca / Sábado 16 de septiembre de 2017
 
Trabajadores despedidos protestan frente a la sede principal del Banco. Foto UNEB.

Lizeth Rodríguez* aún recuerda su primer día de trabajo en el Banco de Bogotá. Dice que se vinculó a través de un outsourcing y que inició realizando operaciones de bloqueo de tarjeta a clientes que la habían perdido o se la habían robado. Así estuvo un año, con un salario de 800 mil pesos mensuales.

Luego, fue vinculada a otra sede, con una empresa temporal de la misma entidad, para hacer los mismos procesos durante un año más, hasta que hace 30 meses entró a la nómina del Banco con un contrato a término indefinido, en el que terminó devengando un millón trescientos mil pesos. Con esos bajos ingresos, Lizeth también debía responder por su mamá y su hermana.

“Cuando te dicen que tienes una entrevista con quien va a ser tu jefe inmediato, que te van a vincular directamente, sientes una alegría muy grande porque es el sueño de cualquier persona; tener un buen trabajo, entrar a una buena empresa, haber pasado las pruebas psicológicas para llegar a ese puesto. Eso da mucha felicidad”.

Evoca que ese día hubo un tráfico horrible en Bogotá. Como siempre Transmilenio estaba insoportable y en un momento se halló perdida porque no conocía el sector. Aun así, llegó a tiempo. Su jefe le pareció un personaje alegre que se preocupaba por ayudar a los jóvenes. Inmediatamente le explicó sus funciones.

Esta joven de 25 años de edad se hizo profesional en mercadeo y publicidad, mientras laboraba en el banco. Pensó que al terminar sus estudios escalaría posiciones: “Luego de un tiempo empecé a notar lo duro. Hay que tener buenos contactos adentro, hay que lamber o lavarle los pies a los jefes… Cuando eres un profesional te estancas porque adentro no te dan la posibilidad de progresar. Hay muchos casos donde muy buenos profesionales no pueden avanzar. Para hacerlo hay que buscar palancas, ayudas”.

Los rumores se dieron

Aunque con otros sentimientos, también rememora su último día en la entidad financiera. Comenta que se sintió humillada: “Ese día tenía un chicharrón, pero había logrado recuperar unas carteras y estaba buscando una solución para un proceso contable. Mi jefe inmediato se acercó y me entregó algo”.

El hombre estaba nervioso. Estuvo a punto de soltar el papel por la tembladera de sus manos. “Cuando me dio la carta ya sabía lo que pasaba. La leí. Decía que por modificaciones internas el banco me finalizaba el contrato sin justa causa. Sentí que le había entregado toda mi juventud, mis conocimientos, mi experiencia a esa entidad para que luego me hiciera eso. Tanta lucha ahí adentro, con las temporales, sin vacaciones y cuando llegas a algo estable te dicen que no más. Fue una impotencia total. Había iniciado bien abajo con el outsourcing y cuando logré entrar a la nómina me cortaron las alas”. Recogió sus cosas y salió con la mala noticia a refugiarse en su hogar.

Anota que aunque había rumores de que algo así se vendría, su juventud la llenaba de confiada porque los susurros apuntaban a que el recorte sería sobre los pensionados que aún laboran y los funcionarios de más edad.

Costosa modernización

Lizeth sólo es otra víctima más de las casi 400 que en todo el país fueron echadas a la calle por el Banco de Bogotá en las dos últimas semanas del mes de agosto. Los despidos hacen parte de una reestructuración o reacomodo de los procesos y una alineación de los perfiles laborales, en un contexto de optimización, digitalización o modernización de la banca. El hecho implica ser un proceso que continúa y que seguramente se dará en otras entidades similares.

Carlos Julián González, quien es trabajador del banco e integrante de la junta directiva de la Unión Nacional de Empleados Bancarios, UNEB, comenta que aunque la entidad acude a una figura legal, dejó desamparados a estos funcionarios y a sus familias.

La gran mayoría de los afectados tenían una trayectoria de 10, 15 y hasta 30 años produciendo ganancias. Por sus edades, seguramente les será imposible conseguir una nueva vinculación en el mercado laboral con condiciones similares a las que les arrebataron.

Según, el dirigente sindical, el banco no tuvo que tener permiso del Ministerio de Trabajo para los despidos porque estos no superaron el 5% del total de los trabajadores, como lo requiere la ley. Esta empresa cuenta con una planta de personal directa de más de 10 mil trabajadores y alrededor de otros cinco mil tercerizados y con outsourcing.

“Es reprochable que un banco con las ganancias que ha reportado en 2016, de 4,1 billones de pesos, llegando al primer lugar de los bancos colombianos, haga esto para aumentar sus utilidades”, expresa Carlos Julián.

La entidad hace parte del holding Aval, el grupo financiero más fuerte en el país, cuyo máximo accionista es Luis Carlos Sarmiento Angulo. “Este señor no se ha caracterizado por ser alguien que promueva una situación económica diferente, que aminore las dificultades económicas que vivimos. Está entre los hombres mas ricos del mundo”, anota el líder de la UNEB.

Ahora, Lizeth y cientos de sus excompañeros pasan su tiempo golpeando puertas con sus hojas de vida bajo el brazo. A ella, las oportunidades que se le han presentado son con remuneraciones muy bajas, aunque para desarrollar las mismas funciones. Por eso, debe trabajar en tiendas para sobrevivir, mientras consigue mejores opciones en las que valoren su experiencia, sus conocimientos y cuente con una estabilidad que le permita continuar con sus sueños y responder por su familia.