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Análisis
Extractivismo urbano
Colectivo Huertopía, Raúl Zibechi / Jueves 11 de enero de 2018
 

Organización comunitaria autónoma que busca a través del arte, la agricultura urbana, el turismo comunitario y la comunicación, el reconocimiento y apropiación del territorio Alto Fucha, por parte de los habitantes históricos, esto con el fin de garantizar la permanencia y dignidad de nuestros barrios a través de la construcción colectiva y concertada de propuestas que dignifiquen las condiciones de hábitat y que garanticen el derecho colectivo a la ciudad.

Periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.

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Barrio Alpes, Ciudad Bolívar, Bogotá. Foto: Noticiero Barrio Adentro.

En estas festividades para terminar el año y empezar uno lleno de lucha, tuvimos la oportunidad de contar con la compañía de Raul Zibechi en el marco del evento "encuentro de afectados por el desarrollo" organizado en Medellín por el grupo de investigación Kavilando el presente mes, allí tuvimos la posibilidad de hablar acerca del extractivismo urbano y nuestra experiencia de resistencia y transformación en el alto Fucha como Colectiva Huertopía, les dejamos este gran saludo y ademas articulación en nuestra lucha en la construcción de poder popular.

A continuación escribiremos una pequeña reflexión acerca del tema para profundizar un poco. Este texto fue realizado por miembros de la colectiva y será publicado en un artículo próximamente:

Algunas consideraciones de la categoría “extractivismo urbano”:

Al iniciar este apartado el lector o lectora pensará que trataremos temas como la megaminería, la extracción de hidrocarburos o la agroindustria, que han sido las formas tradicionales de extractivismo, y que por supuesto serán el punto de partida, pero no el objeto de análisis, ya que en las grandes ciudades no encontramos estos fenómenos en la misma escala que en el ámbito rural, (para el caso de San Cristóbal, predominó la extracción de arcilla para la fabricación de ladrillos) pero encontramos grandes similitudes en sus efectos y características, en fenómenos como la especulación inmobiliaria y la expansión del suelo urbano para la acumulación de capital.

El caso Latinoamericano

En Colombia, como en casi todos los países de Latinoamérica, asistimos actualmente al fenómeno económico denominado “reprimarización de la economía”, que consiste en el retorno de los países latinoamericanos a la especialización productiva en el sector de las materias primas, (minerales, productos agrícolas, hidrocarburos, aguas) con la consecuente pérdida de la dinámica industrial propia de la región. Todo esto en el marco de lo que Maristella Svampa denomina como el “consenso de los commodities”, el cual apunta a subrayar el ingreso a un nuevo orden económico y político, sostenido por el boom de los precios internacionales de las materias primas y los bienes de consumo, demandados cada vez más por los países centrales y las potencias emergentes. Maristella nos aporta un concepto fundamental, el de bienes de consumo, que para nuestro caso se traduce en los mal llamados “servicios ambientales” y las viviendas, que como mencionamos anteriormente, Enrique Viale nos ayudará a comprender cómo estas últimas se convierten en un ‘commoditie’ cada vez más demandado por los países desarrollados como China, quien obtiene el 70 de su PIB gracias al mercado inmobiliario:

‘’En las ciudades no son los terratenientes sojeros, ni las megaminerías, ni las petroleras, sino la especulación inmobiliaria la que expulsa y aglutina población, concentra riquezas, produce desplazamientos de personas, se apropia de lo público, provoca daños ambientales y desafía a la naturaleza, todo esto en un marco de degradación social e institucional. Se nutre de la misma lógica extractivista, que los monocultivos y la mega minería, dando resultados similares: destrucción de la multiplicidad, acumulación y reconfiguración negativa de los territorios urbanos. Las tierras, los inmuebles del Estado y los espacios verdes son convertidos por la especulación inmobiliaria en la pata urbana de la desposesión, aquella de la que habla David Harvey y nos ayuda a comprender los procesos de acumulación por desposesión que se dan con la megaminería en la cordillera andina o con el agronegocio en el campo. Cada vez más, los barrios van perdiendo sus identidades, sus habitantes no participan de las decisiones de planeamiento urbano y el extractivismo urbano también tiene como característica el impulso de la mercantilización de la vivienda hasta el paroxismo: es decir, convierte a los inmuebles en verdaderos ‘commodities’, el inmueble deja de ser un bien de uso para convertirse en un bien de cambio.’’ (E.Viale, 2017)

Contexto bogotano

Esto lo vemos claramente en la ciudad de Bogotá, donde el mercado de vivienda está disparado y además planificado para agudizar la segregación socioespacial y la conurbación, fenómenos reflejados en los datos de la Secretaría de Planeación Distrital, donde desde el año 2004 hasta el 2016 se han construido alrededor de 41,5 millones de metros cuadrados en vivienda, de las cuales 256.235 unidades (57%) son viviendas privadas, 97.921 unidades (22%) viviendas de interés social -VIS- y 68.912 unidades (15%) viviendas de interés prioritario -VIP-, siendo el mercado de vivienda el sector que más crecimiento ha tenido en el siglo XXI y destacando que alrededor del 68% de las VIP y VIS han sido construidas fuera de la ciudad, concentrándose en el nodo suroccidental.

Finalmente la categoría de extractivismo urbano nos ayuda a contemplar un problema fundamental, el de identificar las empresas y las políticas que les permiten construir y expandirse en terrenos que no son permitidos, como en el caso de San Cristóbal, con el intento de la actual administración, respaldada por CAMACOL, Compensar, etc, para volver suelo urbano las 973 hectáreas de la denominada franja de adecuación; la cual es la zona de transición entre la ciudad y los cerros orientales, quedando así tal y como lo menciona Enrique Viale, en las ciudades latinoamericanas los espacios verdes y los espacios públicos absolutamente sacrificables en virtud del “crecimiento” de la ciudad y la generación de renta para las corporaciones inmobiliarias que, en la ciudad, se comportan como las corporaciones extractivistas fuera de ella. El problema es que no están tan identificadas.

Frente a este problema nos es de vital importancia retomar a David Harvey, cuando plantea a los sujetos o actores que participan en el mercado de la vivienda, esto nos ayudará a identificar quiénes están detrás de la pugna por el suelo, particularmente en el caso de Bogotá, apoyándonos de las cifras mencionadas atrás:

1. Inquilinos: para ellos prima el valor de uso de la vivienda y está determinado por la conjunción de una situación familiar o personal y de la disponibilidad de una vivienda en determinado sitio.

2. Corredores de fincas o agentes inmobiliarios: Participan en el mercado de la vivienda para generar valor de cambio, consiguen beneficios a base de comprar, vender y cobrar intereses por sus gestiones como intermediarios, el valor de uso para ellos consiste en el volumen de sus transacciones pues es de esta necesidad (la de usar una vivienda) que obtienen su valor de cambio.

3. Propietarios: Para ellos puede primar el valor de uso, pero sustancialmente buscaran el valor de cambio mediante dos estrategias; a) comprar propiedad y alquilarla a fin de obtener unas ganancias y maximizar sus ingresos normales, también pueden ser inquilinos-propietarios, y b) comprar propiedad pagando una hipoteca, aplicando los ingresos del alquiler para financiar dicha hipoteca.

4. Constructores y la industria de la construcción: Son capaces de crear nuevos valores de uso para otros, a fin de conseguir valores de cambio para sí mismos, necesitan de una inversión de capital previa y se ven sometidos a la presión de la competencia y han de conseguir beneficios, tienen tan poderosos intereses creados que les obligan a producir los valores de uso necesarios para mantener sus beneficios en el valor de cambio, construyendo de forma legal o ilegal.

5. Instituciones financieras: Son las que financian a los inquilinos y propietarios, son compradores de viviendas y también capaces de construir nuevos valores de uso, dependen en gran medida de los bancos y solo colocan sus capitales en el mercado de vivienda, en la medida en que este les proporciona posibilidades de beneficios y más seguridad que en otros lugares de inversión, además intervienen en todos los aspectos de la propiedad inmobiliaria y en consecuencia son capaces de controlar el uso del suelo por medio del control e los medios de financiación.

6. Instituciones gubernamentales: normalmente son creadas por la falta de valores de uso disponibles para los consumidores de vivienda, intervienen muy a menudo en el mercado de vivienda, producen valores de uso a través de la acción pública de forma directa o de forma indirecta ayudando a las instituciones financieras, a los constructores o a la industria para conseguir valores de cambio, reduciendo impuestos, cambiando los usos del suelo o mitigando los riesgos, además de ser quienes ordenan en zonas y controlan la planificación del uso del suelo.

Clacso y Observatorio Social de America Latina, Consenso de los commodities, giro territorial y pensamiento critico en America Latina. Maristella Svampa, 2012

David Harvey. Ciudades rebeldes, del derecho a la ciudad a la revolución urbana. Akal España 2012

Fundación Rosa Luxemburgo, Extractivismo urbano; debates para una construcción de ciudades colectivas”. Compilado por Ana María Vásquez, ver prologo por Enrique Viale