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Opinión
Como apoyar la Mesa de Quito
José Luciano Sanín Vásquez / Sábado 24 de febrero de 2018
 

No es fácil la situación. Las partes no lograron en enero evaluar y acordar una prórroga del cese al fuego, se reanudaron las hostilidades, el gobierno suspendió el inicio del quinto ciclo de conversaciones, el ELN decretó y ejecutó un paro armado, muchos actores políticos se han apresurado a señalar que nada saldrá de esa Mesa y que lo mejor es romper este proceso, por su parte un núcleo importante de organizaciones de sociedad civil se ha declarado en proceso de paz permanente frente a la crisis en el proceso de diálogo entre el Estado colombiano y el ELN, y finalmente la inmensa mayoría de los colombianos desconocen los avances de la Mesa de Quito, y sólo escuchan las noticias acerca de las hostilidades.

Sobre el ELN se escribe y se especula mucho, incluso buena parte de los análisis se hacen sobre si de verdad tiene voluntad de paz, y si esa voluntad compromete a todas sus estructuras. Y del gobierno siempre se ha pensado que le ha dado poca importancia al proceso con el ELN, y que en este momento se le agotó la capacidad y el tiempo para avanzar en la negociación y lograr acuerdos.

El proceso con el ELN, la mesa y su agenda, hasta ahora han sido marginales en la agenda pública, es noticia cuando se tienen dificultades, y muy poco se señalan y reconocen sus avances, por lo mismo puede ser tan fácil romperlo sin mayores consecuencias políticas.

La cuestión, sin embargo, hay que analizarla de otra manera, respondiendo preguntas como ¿cerrar la Mesa de Quito qué resuelve? ¿qué beneficios trae? ¿a quién beneficia?, y sobre todo ¿mantener la Mesa de Quito qué daño o riesgo genera? Y, por el contrario, ¿qué beneficio para la sociedad tendría persistir en la búsqueda de caminos de entendimiento?

Acordar y poner en marcha una Mesa y una Agenda de Conversaciones, tarda varios años, llegar a un acuerdo sobre cese al fuego ha requerido décadas y varios intentos fallidos y, paradójicamente, a muchos les resulta fácil desistir del proceso y cerrar la Mesa. Con el paso de los días los ánimos están menos apresurados y las partes, al parecer, empiezan a hacer movimientos. El ELN ha anunciado que no interferirá en el proceso electoral, e incluso circulan versiones acerca de la reactivación en próximos días de la mesa de diálogo.
Negociar en medio del conflicto ya se hizo con las FARC, más de tres años, y con el ELN casi un año, es decir, no ha sido y no debería ser una premisa para mantener las conversaciones el tener un acuerdo de cese al fuego. Obviamente es mucho mejor si lo logran, y para hacerlo empiezan a dar pasos, evaluar el cese, desescalar la confrontación, construir paso a paso un nuevo acuerdo de cese bilateral, pero al tiempo avanzar en la discusión del punto de participación, empezando porque se den a conocer los resultados de las audiencias realizadas y en simultánea iniciar deliberaciones en territorios y sobre temas centrales de agenda. En fin, mientras se busca superar los obstáculos procedimentales, ir avanzando en temas sustanciales.

La Paz, la entendemos como un derecho y como un bien público, y como tal pertenece a la sociedad, y tanto el gobierno como el ELN son responsables por sacarlo adelante, tienen el deber y la obligación de mantenerse, no levantarse y encontrar fórmulas para remover los obstáculos que impiden el desarrollo de las conversaciones.

Por ello, desde el lugar de la sociedad civil la consigna de declararnos en proceso de paz permanente debe significar que no le damos permiso ni al ELN, ni al gobierno para romper el proceso, y que elevamos la presión y la exigencia a las partes para que hagan todos los esfuerzos para retomar los diálogos, y encontrar salidas.

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