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Opinión
La última dictadura militar argentina y Álvaro Uribe Vélez: una coincidencia
Sandra Rodríguez / Viernes 1ro de junio de 2018
 

Consultando la prensa del año 1980, me encontré con un artículo que hablaba de Adolfo Pérez Esquivel que en ese año había recibido el Premio Nobel de Paz. Publicado en El Catolicismo [1], semanario de la Arquidiócesis de Bogotá, el texto de autoría de Emilio Zuñeda, celebraba que un latinoamericano, “católico de los pies a la cabeza” y “militante activo de la alternativa no-violenta” hubiese obtenido tal galardón.

Además de describir, elogiar y resumir las principales actividades del Nobel, El Catolicismo criticó a la junta militar argentina debido a sus señalamientos sobre Pérez Esquivel a quien vinculaban con “grupos terroristas”. Para el periódico era una declaración que carecía de cualquier fundamento y más bien sugería que la junta militar debía aceptarlo como uno de los “notables de la patria”. Agregaban más adelante: “El destino, en fin, acaba de jugar una mala pasada a las autoridades argentinas, que raya con el colmo de ironía: los mismos que ayer enviaron a la cárcel a Pérez Esquivel por “subversivo”, hoy le tendrán que pasar una pensión vitalicia (…). Así está escrito en las leyes argentinas”.

31 años después, pero desde otro país, Pérez Esquivel recibió nuevamente la acusación de apoyar terroristas. Esta vez quien lo hacía era el expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez quien en 2011 en su cuenta de Twitter publicó: “Pérez Esquivel: nobel difamador al servicio de terroristas colombianos”. La reacción de Uribe se debía a que el Nobel había hecho fuertes críticas sobre sus dos periodos de gobierno.

Pérez Esquivel, calificado por El Catolicismo como un “hombre radicalmente pacífico”, recibió el mismo trato de dos sectores que tienen detrás suyo graves acusaciones por violaciones de derechos humanos, a la libertad de expresión y evidentes actitudes autoritarias: en 1980 por parte de una junta militar que hoy lamentan la mayoría de los argentinos; y en 2011 por parte de un expresidente con nostalgia de poder, pero que a pesar de todas las evidencias en su contra, gran parte del electorado colombiano quiere verlo en 2018 dirigiendo los destinos del país.

[1Emilio Zuñeda, “Adolfo Pérez Esquivel: católico, no violento, argentino, Nobel de la paz”. El Catolicismo, noviembre 2 de 1980. Pág, 16.