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Carrizal, territorio de paz
International Action for Peace, Júlia Vigo, Pol Conte / Viernes 31 de agosto de 2018
 

La vereda de Carrizal es una de las más importantes del Nordeste Antioqueño, situada a 7 horas de la ciudad de Medellín por el mal estado de las vías. Históricamente ha sido emblema de la resistencia del movimiento social y campesino, representando el arraigo popular al territorio pese a adversidades como operativos militares y paramilitares, persecuciones, encarcelamientos y asesinatos. Desde la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC) se ha brindado apoyo social, político, organizativo y productivo. Una de las características de la región es la confluencia de la agricultura, la ganadería y la minería artesanal relacionada con la extracción de oro.

Las relaciones derivadas de la minería artesanal en Carrizal tienen una dimensión social y política propia, conformando comités mineros compuestos por distintos sectores de la sociedad, como organizaciones de trabajadores y delegados de las Juntas de Acción Comunal. Todos se reúnen para tomar decisiones frente a la formalización jurídica y la administración de las minas, pero también sobre qué hacer con los fondos de ahorro derivados de la extracción, que se ponen a disposición de las necesidades de la comunidad, ya sean sociales, medioambientales o políticas. Desde el 1 de febrero del 2017, Carrizal alberga un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de las FARC, lugar donde los excombatientes se preparan para realizar la reincorporación a la vida civil, política y económica. Los mismos excombatientes decidieron en asamblea nombrar el ETCR “Juan Carlos Castañeda”, en memoria póstuma del comandante del Magdalena Medio y miembro del Estado Mayor Central de las FARC-EP.

IAP acompaña el trabajo de la ACVC en el nordeste antioqueño, siendo Carrizal uno de los puntos más emblemáticos de la zona, tanto por la evidente dependencia minera como por su historia, que ha estado estrechamente vinculada al conflicto y al abandono estatal, el cual ha sido mitigado por el empeño de sus pobladores y pobladoras. Actualmente, dado el establecimiento del ETCR y del Acuerdo Final de Paz, en Carrizal conviven comunidad y excombatientes en proceso de reincorporación junto a miembros de agencias y corporaciones encargadas de desarrollar y verificar la implementación.

Los 5 desplazamientos de Ciro

Paseando por las calles del caserío nos encontramos con Ciro, que nos invita a tomar un café en su ranchito de madera y nos cuenta cómo llegó a Carrizal: “Yo vine desplazado porque he sido desplazado ya 5 veces de diferentes partes del territorio colombiano. Me ha tocado desplazarme por la violencia, prácticamente, del Estado, porque en todas partes nos ha desplazado el mismo Ejército”.

Como Ciro muchas personas de la región han vinculado sus vidas al proceso organizativo del campesinado: “en el 1996 hicimos el primer proyecto de Organización Campesina y salimos hacia Barrancabermeja. Allí hicimos la primera marcha campesina. Nos firmaron todo lo que fue el pliego de peticiones. Después como respuesta vinieron y nos quemaron la vereda Cooperativa y no nos cumplieron nada de lo que nos prometieron.”

De la masacre de Medellín a las filas de la guerrilla

Ubicado en el ETCR Juan Carlos Castañeda, a pocos minutos del rancho de Ciro, nos recibe Teo en su habitación. Le preguntamos sobre los cambios que ha habido en su vida en los últimos años y rápidamente se remonta a su juventud. “Me llamo Teo. Nací en 1970, hijo de obrero cervecero y de obrera lavandera. Después de estos 30 años de lucha, aquí estamos, en el proceso de paz”.

“Con 14 años, me atrajo la Juventud Comunista de Colombia (JUCO) porque tenía mucho estudio y estaba más alejada de la acción directa”, continúa. A mediados de los 80, vinculado a la JUCO, Teo conoce a varios integrantes de la Unión Patriótica (UP), el movimiento político surgido de las conversaciones entre las FARC-EP y el gobierno de Belisario Betancur. “Yo con 16 años cuidaba niños, los hijos de los de la UP, que se ausentaban cuando tenían reuniones políticas. Es por eso que viví muy de cerca el exterminio del partido”. Pero el asesinato sistemático de los y las integrantes de la Unión Patriótica -más de 5.000 personas fueron asesinadas, borrando del mapa por completo toda la estructura del partido- no fue el único episodio que marcó su juventud. “También viví la masacre de la JUCO en Medellín, de la que me salvé”, y sigue: “fueron 6 muertos, 2 heridos, y uno que salió ileso. Fue muy duro porque, aunque vivía en un espacio urbano, todos los días había muertos. Yo entonces era más disperso: rock, chicas, ron… y esto fue un choque, y dije: esto es en serio.”

“Así es que llegué en el 88 a Segovia, huyendo de la masacre de Medellín. Nos estaban persiguiendo a todos los de la JUCO; a todo le decían guerrilla pero nosotros no utilizábamos armas”. Pero en noviembre del mismo año se produce una nueva masacre, esta vez en Segovia. Teo continúa hablándonos sin parar. “Yo no compartía muchas cosas de la lucha armada, no me gusta matar, me gustaban más otras cosas… pero me gustaba tener agua en casa, era urgente y necesario. Sin embargo, las masacres vividas me cambiaron la vida. Me tocó huir también de Segovia. Fue así que llegué a la lucha armada”. En el 89 Teo pide el ingreso a las FARC-EP y desde entonces, y por casi 30 años, formó parte de la guerrilla. “Yo sé que la lucha no se desarrolla sólo en el escenario armado, pero siempre han insistido en que dejemos de ejercer otras formas de lucha. Nunca he reconocido haber ejercido el terrorismo. Me alcé en armas para destruir un Estado tirano que me persiguió. Esto yo lo entendí -y, de hecho, así lo he reconocido- como rebelión, pero no como terrorismo”.

30 años más tarde, nos encontramos en su pequeña habitación, hablando de conflicto(s) pero también de paz. Y es que Teo lidera uno de los proyectos de reincorporación que se están activando en el ETCR Juan Carlos Castañeda desde abril del 2017: “Siembra tu árbol por la paz”. El proyecto se dedica a la recuperación ambiental de la zona a partir de la reforestación de plantas autóctonas y de la promoción de un entorno natural con especies endémicas. “Empezamos a discutir los elementos de la implementación de los Acuerdos y entre ellos estaba ‘verdad, justicia y reparación’”, cuenta Teo. “Nosotros planteamos la restauración ambiental con las víctimas como punto central. Fue así que, de manera concreta y unilateral, declaramos el medio ambiente como víctima del conflicto, por la economía de guerra, por la economía extractivista y por los mismos bombardeos del Ejército”.

Es entonces cuando se nos une Nancy. Ella es miembro del equipo del Consejo Nacional de Reincorporación (CNR) y encargada del seguimiento de las iniciativas productivas que se dan en el ETCR. Pero la música de la cantina empieza a colarse por la ventana de la habitación. No es momento de vallenato, así que nos trasladamos a un pequeño porche al otro extremo del espacio, allí estaremos más tranquilas.

El problema de todos los campesinos

“Después de un año desde su despegue, los proyectos productivos que alberga el ETCR Juan Carlos Castañeda siguen siendo básicamente iniciativas de autoabastecimiento”. Ciertamente, existen múltiples dificultades en el desarrollo de las iniciativas promovidas por los y las excombatientes, y Nancy las explica con calma y profesionalidad, aunque también con dureza.

Se iniciaron 3 proyectos productivos colectivos: uno de piscicultura, otro de ganadería y un tercero de cría y engorde de pollos. Nancy nos cuenta que, por el momento, “no hay recursos que se hayan invertido directamente por parte del Estado o, digamos, de los gobiernos locales y nacionales en el ETCR en el tema de proyectos productivos”. Así pues, la adecuación técnica y la capacitación de los y las excombatientes que se encargan de la ejecución de los proyectos sigue siendo una necesidad cada vez más urgente. En este sentido, Nancy nos explica que en el ETCR Juan Carlos Castañeda se encuentran 2 cooperativas, ambas integradas a ECOMÚN, la plataforma que las agrupa a nivel nacional, la cual fue prevista en el Acuerdo Final de Paz. El objetivo es mover a los territorios a otra forma de economía: social y solidaria. “Que sean capaces de generar impactos positivos en la economía local”, concluye.

Y aunque Nancy reconoce que “quisiéramos que una persona estuviera casi permanentemente apoyándonos en tema técnico ya que sería un gran apoyo para abandonar el ensayo-error por algo mucho más pensado”, también resalta las potencialidades de los proyectos productivos que se están impulsando. La producción de alimentos en la zona de Carrizal es limitada, dado que es una zona minera. Los proyectos del ETCR quieren demostrar que otro modelo de negocio es posible y que la comunidad local puede dejar de depender del centro urbano, al menos, en materia de alimentación. Al fin y al cabo, quieren ser una manera de garantizar la soberanía alimentaria. “Son procesos que retornan a lo que inicialmente se debería hacer, y es que la gente debería tener algo que le permita autoabastecerse sin depender de los externos”.

Pero hay más. “Los miembros de la comunidad FARC no cuentan con tierras legalizadas para realizar los proyectos productivos”, sigue Nancy. Pese al Acuerdo, la entrega de tierras a los y las excombatientes también sufre graves retrasos e incumplimientos, y el ETCR Juan Carlos Castañeda no es una excepción. Así, tanto la compra, como la legalización y, finalmente, la entrega de predios ha sido verdaderamente complicada. Más allá de estas problemáticas, también hay que señalar otras, esta vez de carácter comunitario. “¿Cómo le iban a entregar tierras a las FARC si aún no se ha resuelto el problema con el campesinado? Realmente ha sido un proceso muy complejo”. Aun así, Teo puntualiza: “el problema que tenemos los excombatientes es el problema que tienen todos los campesinos. Aquí no hay una excepcionalidad, ni estamos buscando una excepcionalidad, en que a nosotros nos formalicen la tierra y luego formalicen la de los campesinos. Tampoco queremos marcar una estratificación en la que a nosotros seamos unos privilegiados y las comunidades no”.

Ya empieza a oscurecer entre los montes que rodean Carrizal. Regresando a casa saludamos a Ciro y tomando el último café del día comenta: “El Proceso de Paz aquí ha sido un hecho, hemos gozado de tranquilidad, porque no ha habido discrepancias entre la Fuerza Pública y la guerrilla, no. Muchos de estos guerrilleros ingresaron a la guerrilla como el único medio para defender la vida para poder sobrevivir, lo hicieron por una necesidad. Por eso hay guerrilleros que han estado 15 o 20 años en la guerrilla pero no es porque les guste esto. Ahora que ya vino el Proceso de Reincorporación esos guerrilleros se sienten contentos, felices. Y dicen que ellos nunca en su vida volverán a empuñar una arma porque no se necesita. Las armas solamente dejan desolación, tristeza, viudas, huérfanas, pobreza. Porque la guerra… el que diga que le gusta la guerra es un mentiroso. La guerra solamente es un proceso de destrucción del ser humano”. Antes de despedirnos también habla de él y su futuro: “yo me siento contento aquí en Carrizal, porque a pesar de mi pobreza y todo, construí este ranchito y aquí vivo tranquilo”.

IAP