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En Brasil quieren acabar con los indios que quedan
La situación en Brasil para las minorías es complicada. Con la llegada de Jair Bolsonaro a la Presidencia la situación se vuelve cada vez peor para los trabajadores, las mujeres, los gays y los indios.
Franca Vilarinho / Miércoles 30 de enero de 2019
 
Foto: Franca Vilarinho

Hace siglos que codician las tierras indígenas Por eso los indios brasileños son perseguidos, torturados y asesinados. Su libertad solo existió antes de que los portugueses arribaran a las Américas. Eran millones, pero después de su primer contacto con los portugueses, en 1500, fueron casi exterminados. Las enfermedades que los europeos diseminaron por donde anduvieron, causando la muerte del 90% de los nativos.

Pero ni siquiera los genocidios fueron capaces de exterminarlos. Después de mucho luchar, los supervivientes llegaron al siglo XXI probando que son incansables, guerreros, y que no dejan de existir. Quedan solo 817.963, según el cómputo de la Fundación Nacional del Indio-FUNAI, que estima que existen 70 grupos no contactados.

En la época de la conquista fueron tratados como animales e intentaron esclavizarlos, la Iglesia Católica intentó evangelizarlos. ¿Será que en estos tiempos de globalización cambió el tratamiento para ellos? Me temo que no.

A los indios los siguen debilitando, matando, y muchos viven como miserables en grandes metrópolis. En 2018 el 32% de los indios brasileños que quedan se declararon evangélicos, según un sondeo del Instituto Datafolha. Otros intentan negar su origen, quieren que los acepten como blancos, y su vergüenza acarrea una pérdida de identidad. Y están los que se suicidan porque no aguantan vivir entre dos mundos distintos.

Pero también muchos sobreviven en la resistencia. La sangre derramada, el cuidado con la preservación de la selva y las tradiciones milenarias no son suficientes para garantizarles el derecho a sus tierras y a su permanencia en ellas.

¿Vale la pena destruir la selva? ¿Los indios no tienen derecho a la vida? ¿Por qué los molestan tanto? Los pueblos primigenios aún habitantes en la Amazonía, que algunos llaman “el pulmón del mundo”, enfrentan la codicia de empresarios ambiciosos, sedientos de dinero y poder. Esa es la razón del acoso que padecen.

Al segundo día de posesión en su cargo, el Presidente Jair Bolsonaro firmó la Medida Provisional Nº 870/2019, que transfiere de la FUNAI al Ministerio de Agricultura el poder de identificar y demarcar reservas indígenas y territorios de “quilombolas”, como se llaman los palenqueros en Brasil. Medida que puede ser el anuncio de otras tentativas de reducir derechos de los pueblos nativos. Pueden perder su bien más valioso: la selva, su casa originaria.

En una nota, el Consejo Indigenista Misionario-CIMI ha repudiado lo que considera una maniobra para servir en bandeja las tierras indígenas a hacendados, empresas de minería y madereros. Quieren abrir las reservas indígenas y la selva a la explotación de minerales, incluso para beneficio de países extranjeros, amenazando lo que queda de la cultura brasileña.

El diputado Nilson Leitão (PSDB del Mato Grosso del Sur) declaró a la BBC News de Brasil: “Yo había sugerido a Bolsonaro crear una secretaría del indio, vinculada a la Presidencia. Y había la posibilidad de que la prerrogativa de la demarcación fuera del Ministerio de Justicia, pero Sergio Moro no lo quería, entonces prevaleció el deseo del que fue elegido”.

Las cosas en la selva brasileña están pues así: de un lado los indios, sus primeros dueños, ricos en historias y creencias, quienes claman por sus vidas y por las tierras que ocupan desde hace milenios. Y del otro lado está la codicia y la falta de respeto, y una tendencia a la masificación y al adoctrinamiento.

¿Será que el ayer se repite hoy y que el fin será el exterminio de las últimas naciones indígenas?

Agencia de Información Laboral