Asociación Campesina del Catatumbo
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Prohibido enfermarse en el bajo Catatumbo
La Opinión / Jueves 4 de junio de 2009
 

“Dependiendo del estado de salud, hay dos opciones: esperar que el paciente se muera aquí o caminar con él más de 6 horas hasta La Gabarra”, así es el drama que en materia de salud, tienen que afrontar las comunidades que viven en la zona baja de El Catatumbo, según Nahum Quintero.

La fuente es un habitante de la vereda Las Indias, que corrió con la suerte de aprender, hace años, a ‘coger puntos’, tomar los signos vitales y recetar uno que otro remedio para aliviar cualquier dolor y malestar mientras se recibe atención médica profesional.

“En esta zona y en todo El Catatumbo tenemos años que por las veredas no vemos un promotor de salud. Los únicos que vienen por acá son los ‘Médicos Sin Fronteras’, que generalmente llegan a la comunidad indígena y como estamos cerca de ellos, pues nos prestan el servicio, pero por lo demás la salud de El Catatumbo es bastante degradante”, aseveró.

Nahum Quintero es el encargado del comité de salud del campamento humanitario El refugio, sitio donde hay más de 200 campesinos del bajo Catatumbo concentrados desde el 29 de abril, con el fin de dialogar con el Gobierno nacional para buscar soluciones a las necesidades de la comunidad y nuevas alternativas productivas en esa zona de la región.

Allá relató que en la vereda Las Indias, la comunidad con recursos propios, quiso tener una reserva de medicamentos y un botiquín para atender cualquier circunstancia, “pero en una ocasión la policía nos quitó lo poco que habíamos comprado, porque dijeron que era para la guerrilla. Una versión completamente falsa, porque quienes vivimos por acá somos personas del campo, somos campesinos”.

Recordó que antes de la incursión paramilitar de hace 10 años, la mayoría de las veredas tenían puestos y promotores de salud. “En el tiempo que estuvieron por acá los puestos fueron derribados por ellos (autodefensas) y los promotores”.

Hace unas semanas en Las Indias, dijo Quintero, hubo dos picados de culebra. A unos de ellos logramos salvarlo y al otro no. En las comunidades no manejamos sueros antiofídicos. Llevamos al paciente a La Gabarra y resulta que a veces no hay médico y muchas veces no hay suero.

A esa situación, agregó, se suma el pésimo estado de la carretera y la falta de trasporte. Cada vez que alguien se enferma nos toca cargarla al hombro en un guindo (varas con hamaca) y caminar hasta 6 horas para llegar al puesto de salud. Para esa tarea por fortuna la comunidad es muy solidaria. Siempre vamos entre 10 a 15 personas que nos vamos turnando en el camino.

“Así como están las cosas, en esta zona de El Catatumbo está rotundamente prohibido enfermarse”, recalcó.

El voluntariado de Nahum Quintero empezó hace años cuando en la zona fue promotor de salud, John Iván Daza.

“Antes de que a él lo asesinaran los paras, me enseñó muchas cosas como coger puntos, aplicar sueros, inyecciones y formular algunas cositas para aliviar los dolores y malestares. Ahora que no está es mi compromisos con la comunidad”, expresó.

“Lo que yo hago es gratis. A nadie le cobro un peso. Si me toca salir a media noche a aplicar una inyección a una o más horas de camino lo hago. Para mí lo más importante es la vida de las personas a cambio de nada”, agregó.

En el campamento humanitario El Refugio le adaptaron un cuarto para “la sala de urgencias y consultorio”. Junto a su labor, en varias oportunidades, personal de salud del Gobierno venezolano ha ido a vacunar a las personas que se encuentran en dicho lugar.

Líderes de la Asociación de Campesinos de El Catatumbo (Ascamcat), en el plan de desarrollo que concertarán con los Gobiernos nacional, departamental y local darán prioridad a la salud para mejorar sus condiciones en este sector.