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Campaña para la sensibilización y la movilización
Los alimentos son mejor con SALSA
El gran logro será construir una propuesta desde las regiones, con los campesinos, las comunidades indígenas, las comunidades afrocolombianas y las ONG que trabajan en el tema.
Juan Carlos Hurtado Fonseca / Miércoles 10 de junio de 2009
 
Mercado agroecológico. Foto: Ecofondo

La búsqueda de un diagnóstico sobre la situación nacional de la producción, distribución y calidad de los alimentos que consumen los colombianos, es uno de los objetivos de la campaña nacional emprendida por diversas organizaciones encabezadas por Ecofondo. Soberanía Alimentaria, Seguridad y Autonomía (SALSA), es el emblema de la cruzada que también pretende entregar elementos de juicio para proponer políticas públicas que serán discutidas en los municipios.

Voz dialogó con el coordinador nacional de la campaña, Alejandro Galeano, quien explicó los alcances y limitaciones de la obra emprendida.

- Empecemos aclarando conceptos. ¿Qué es seguridad alimentaria, soberanía alimentaria y autonomía?

- Son tres conceptos complementarios. Seguridad alimentaria es un aspecto que tiene que ver con el acceso a los alimentos, donde está implícita la distribución, la calidad, la nutricionalidad y la aceptabilidad cultural.

Soberanía alimentaria se relaciona con el derecho a la alimentación o capacidad de definir cómo se alimentan los pueblos, cuándo y con qué.

Autonomía, capacidad de la gente o un pueblo de controlar el ciclo alimentario, control del territorio para la producción de los alimentos; ya que muchos son producidos pero otros están en el medio como ocurre en muchas comunidades indígenas.

- ¿A qué se refiere con aceptabilidad cultural por parte de la población?

- Es decir que la forma como se alimentan las comunidades tiene que ser de la manera como culturalmente la han ido creando. Hay culturas que se alimentan con base en un producto determinado como el maíz, la quinua o la papa. Cuando a veces los gobiernos hacen programas de seguridad alimentaria caen en el error de llevar productos que no son aceptados culturalmente, pero al amparo de la necesidad los llevan. Por ejemplo, programas del plan mundial de alimentos introducen productos como la soya. Desde los años 50 se introdujo el pan en Colombia; antes se consumía arepa de maíz.

Se importa hasta café

- Con base en los conceptos, ¿cuál es la problemática en Colombia que los motivó a iniciar la campaña?

- Lo enfocamos desde la integralidad de los tres conceptos. Para que exista soberanía alimentaria debe haber seguridad y autonomía. El problema se evidencia de diferentes formas, por ejemplo, el desplazamiento de las poblaciones rurales por la violencia. El tema de la tenencia de la tierra, uno de los principales conflictos en el país que nunca ha tenido respuesta efectiva, ya que 2.600 propietarios son dueños del 70% de las tierras, mientras que 344 mil propietarios tienen que vivir con el 30% de éstas.

También está el problema de la desnutrición. Hace una semana salió un dato que decía que de cada cien niños, 12 están en desnutrición, que hay un 49% de los hogares en Colombia que están en inseguridad alimentaria, es decir, que no tienen acceso a una manera de alimentación adecuada. El costo de los alimentos en el último año se ha incrementado de tal forma que mucha gente empieza a consumir más barato y esto hace que desplace la proteína animal o la carne. Eso se nota mucho en los estratos uno, dos y tres.

Las políticas agrarias favorecen un modelo agroexportador, pero como no se incentiva la producción traemos 8’300.000 toneladas para cubrir la demanda. Dependemos de las importaciones, por eso tampoco tenemos soberanía alimentaria.

- ¿Qué buscan con la campaña?

- En concreto queremos, con los procesos sociales de toda Colombia, generar un análisis de la problemática alimentaria para tener datos sobre el estado de la soberanía y poderle decir al Gobierno y a la sociedad: ¡ojo que tenemos estos problemas! El país carece de políticas reales que conlleven a la soberanía alimentaria. El gran logro será construir una propuesta desde las regiones, con los campesinos, las comunidades indígenas, las comunidades afrocolombianas, las ONG que trabajan en ese tema. Que las comunidades digan qué se debe hacer. Ése es el gran reto.

Hay otros objetivos como sensibilizar y difundir a la población en general acerca del tema. Mucha gente en las ciudades no tiene ni idea de que hay problemas alimentarios.

- ¿Cómo se evidencia esta problemática en la capital del país?

- Bogotá depende de muchos municipios que están alrededor. Son más o menos 237 quienes abastecen las plazas de la capital. Lo que quiere decir que con la gran importación de alimentos existen algunos producidos sólo con el esfuerzo de los campesinos, porque el Gobierno no apoya esa producción. Eso ha ido disminuyendo porque en los años 90 había 450 municipios que proveían alimentos, se ha desestimulado la producción, ya no hay créditos, se han desplazado a los campesinos por la violencia.

Y los programas del Gobierno están impulsando los monocultivos como caña para producción de bioetanol, palma aceitera para producir biodiesel, remolacha azucarera en Boyacá para producir bioetanol también, frutales tropicales con la ilusión de exportar.

Informar para movilizar

- Al adquirir el diagnóstico, ¿qué harán con él si tenemos un gobierno que está de espaldas a los problemas del país?

- La campaña es una primera fase de un proceso de defensa de la soberanía alimentaria. Lo que buscamos es impactar a una alta población colombiana para que, por un lado, empecemos a conocer la problemática, ya que las fuentes de información que dominan desinforman, entonces la gente vive en un ambiente donde se piensa que todo está bien y, claro, si uno va a un supermercado ve muchos alimentos.

Pero no saben que muchos son importados, que estamos importando productos que podemos producir, como el maíz que se compra el 80% en un país que puede cultivarlo desde los cero hasta los tres mil metros sobre el nivel del mar. El trigo para el pan, la cebada, el arroz, todo eso es importado. Hemos llegado a los límites porque estamos importando café de Brasil. Esa es la problemática que tenemos que mostrarle a la gente.

Parte de la campaña tiene que ver con sensibilizar para que empiece a haber movilización social; movilización de los campesinos. Aquí lo único que funciona para garantizar los derechos es la movilización y la gente lo hace si tiene información. La propuesta de política pública la generaremos para tener una herramienta de negociación con las municipalidades, por ejemplo. Se puede incidir en políticas más fácilmente a nivel de municipios. No pretendemos cambiar en esta campaña las políticas nacionales.