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La seguridad democrática, el Plan Colombia y los laboratorios de paz con su espada de muerte siguen arrasando el suroccidente colombiano
 

En los municipios de Argelia, El Tambo, La Vega y Patia, en el departamento del Cauca, al suroccidente de Colombia, el estado colombiano en su guerra fraticida, a favor del capital trasnacional, continúa desatando la guerra químico- biológica orientada desde los Estados Unidos a través del controvertido Plan Colombia.

Las fumigaciones aéreas con glifosato vienen arrasando la biodiversidad, afectando bosques nativos, cultivos de pancoger, la salud de seres humanos y animales salvajes y domésticos, contaminando el aire y las fuentes de agua; destruyendo la economía de subsistencia desarrollada por los campesinos, negritudes e indígenas; y generando desplazamiento de las comunidades.

Es de entender que la guerra químico-biológica representa grandes dividendos para corporaciones como Monsanto, quienes suministran los tóxicos que se están esparciendo, además que acabando con los campesinos y dejando las tierras despobladas crean las condiciones para el asentamiento en la región de su gran industria agraria: los monocultivos de palma aceitera, banano, flores, palmito, entre otros son su meta.

Álvaro Uribe Vélez, para cumplir sus compromisos con los organismos del capital internacional viola, a través de su aparato armado y sus avionetas fumigadoras, en forma sistemática las normas del derecho internacional de los derechos humanos.

En los municipios de Argelia, El Tambo, La Vega y Patia, en pleno desarrollo del Plan Colombia el estado colombiano conjuga sus fuerzas de represión regular e irregular, a través de las fumigaciones, las acciones militares del aparato armado en coordinación con el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) Cauca, bajo las órdenes de su comandante en jefe Álvaro Uribe Vélez y fuerzas irregulares paramilitares (autodenominadas "Águilas Negras"). Es así como en la zona se han desarrollando las denominadas Operación Espada I, II y III; y se está ejecutando la nueva Operación Bayoneta que, como los hechos lo demuestran, el estado colombiano, dio y sigue dando al pueblo colombiano el trato de enemigo.

Las operaciones militares referidas son adelantadas por tropas de la Brigada XIX del Ejército con efectivos de los batallones General José Hilario López, Boyacá, Grupo Cabal, Contraguerrillas 37, 57 y 92 y De Alta Montaña No. 4, el DAS del Cauca y el grupo paramilitar autodenominado "Águilas Negras", quienes desarrollan una guerra irregular e indiscriminada en la zona; quedando en evidencia el burdo montaje que es el proceso de desmovilización de los paramilitares ajustado al pleno desarrollo de la política de seguridad democrática y en la búsqueda de la nueva redistribución territorial que ordena el capital.

Son múltiples las quejas de los labriegos de la zona en cuanto al trato de enemigo interior que les dan las fuerzas militares y sus aliados los paramilitares generando una crisis humanitaria sin límites, situación que ha conducido a una visita de una comisión de verificación, conformada por delegados de la Defensoría del Pueblo Regional Cauca, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en el Suroccidente colombiano, otros organismos institucionales de prevención y promoción de los Derechos Humanos y la Red de Derechos Humanos "Francisco Isaías Cifuentes", al municipio de Argelia para el día 20 de febrero de 2007.

Los municipios de Argelia, El Tambo, La Vega y Patia, victimas de la brutal arremetida, se encuentran geográficamente en la cuenca del río Patía, dentro de la cual se ha escogido un territorio para la experimentación del segundo laboratorio de paz; quedando al descubierto que los llamados "laboratorios de paz" hacen parte de una política integral de guerra abierta contra el pueblo colombiano en la que organismos de "cooperación" internacional, el estado a nivel nacional, regional y local, con el apoyo político, organizativo y de acción de algunas organizaciones sociales de la región, coptadas por los intereses del capital, apoyan y desarrollan una arremetida combinada militar-paramilitar en la que aparecen como benefactores y se autoproclaman victimas, para posteriormente, consolidar proyectos productivos de explotación al servicio de las empresas transnacionales.

La seguridad democrática del presidente Álvaro Uribe Vélez, el Plan Colombia y los laboratorios de paz con sus operaciones de muerte (Espada y Bayoneta) siguen arrasando el suroccidente colombiano.