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Éxodos de un país en guerra... esta amarga vivencia cotidiana
El drama del desplazamiento forzado
Red Juvenil / Jueves 25 de junio de 2009
 

El desplazamiento forzado en Colombia ha sido propiciado tanto por las fuerzas militares oficiales como por las ilegales, en este caso los paramilitares y guerrilleros. Desde la Red Juvenil de Medellín consideramos que el desplazamiento es una más de las estrategias que vienen a sustentar la violencia estructural en medio del conflicto armado interno o guerra irregular que vive Colombia. Sin embargo y a pesar de lo dramático de esta situación, poco hace el Estado.

Ejemplos de ello son los grados de vulneración de derechos de la población desplazada, las vulneraciones a sectores específicos como mujeres, jóvenes y niños sobre los que no hay ninguna intervención; y mucho menos las mínimas garantías que como víctimas tienen.

Las motivaciones de esta amarga experiencia cotidiana no son múltiples, en un país rural como Colombia, los campesinos se han convertido en objetivo militar, sus tierras en intereses estratégicos para multinacionales y sus hijos en la carne del reclutamiento legal e ilegal.

Obligando estas situaciones cotidianas del campo a que la población tenga que migrar a las ciudades inacabadas, ciudades pobladas por miles de desplazamientos masivos, las cuales también son ciudades contenidas, pues es a donde van a parar esos seres a quienes les negaron sus propias tierras, quienes fueron arrancados de su esencia vital, su mundo, aquellos llamados “los desarraigados”.

Ahora bien, nadie esta preparado para el desplazamiento. La militarización y este éxodo de todas las generaciones en Colombia desde los años 30 del siglo pasado, así como la llamada primera violencia, son nuestra historia de impunidad, de los asesinatos por obtener resultados en un conflicto armado interno que tiende a prolongarse y aumentar más la brecha de las desigualdades sociales que lo engendraron.

Miseria, lágrimas, dolor, muertes, campo, intereses, compras, negocios, miedo, terror, ataques, hostigamiento, humillación, zozobra, hambre, armas, balas, guerras, conflictos, odio, rencor y venganza son los grandes móviles que mueven el destierro y un éxodo, convertido en una constante y amarga vivencia cotidiana [1].

En Colombia se registraron 305.683 personas desplazadas en el 2007, en el 2008 se registraron 380.863 personas como desplazados. Así que el desplazamiento forzado es la muestra de que no hay ningún interés en acabar la guerra, además que en este país se desplazan muchas más personas de las que se tiene el registro o la denuncia como desplazado, pues a simple vista podrían ser más de 400 mil pobladores sólo para el 2008 [2].

La mayoría de la población desplazada son mujeres, viudas con el dolor de la pérdida de su compañero y como única pertenencia la de sus hijos e hijas. “Las mujeres desplazadas terminan siendo entonces las responsables de la supervivencia económica y emocional de la familia, mientras que los hombres -sobrevivientes- se distancian y se refugian en el alcohol, esa necesidad de supervivencia con frecuencia lleva a la prostitución en medio de un total desconocimiento de la sexualidad” [3].

Pero no sólo es el hecho del desplazamiento del campo a la ciudad. Este fenómeno que va creciendo cada vez más se llena de matices; por ejemplo, el del desplazamiento dentro de las mismas ciudades que han generado para el caso de Medellín en los últimos 20 años los paramilitares y la Fuerza Pública en invasiones, barrios marginales, zonas de alto riesgo no recuperable y comunidades populares.

Algunas de las zonas más golpeadas por el desplazamiento forzado y el desplazamiento dentro de las ciudades son: en la zona centro oriental, barrios Altos de la Torre, el Pacífico, el Pinal; en la zona centro occidental toda la comuna 13: barrios las Independencias 1 y 2, el Salado, Belencito, Nuevos conquistadores; en la zona nororiental, barrios La Cruz, La Honda, San José de la Cima, Bello Oriente, Carpinelo, Santo Domingo; y en la zona noroccidental, Pedregal, Picacho y Picachito.

Otros de los matices del que se llena este éxodo son los efectos del desplazamiento en la vida de las personas: el desarraigo, la condena a una forma de vida citadina, la pérdida de la memoria y la cultura colectiva; la carga y las múltiples violencias contra mujeres, ancianos, jóvenes, niñas y niños, para terminar con la vivencia de la ciudad no ajena al conflicto armado y a las hostilidades y estigmatizaciones de las personas que se desplazan, hechas por los habitantes de la ciudad que los recibe.

La Red Juvenil, desde el propósito de Movilización Popular y la Red de Organizaciones Comunitarias (ROC) se acercan a comunidades que habitan en barrios periféricos, con el fin de que se organicen y luchen por obtener una vida digna en la ciudad. Este es el caso del trabajo que se hace en las comunas 3, 8 y 13 -las más afectadas por el desplazamiento forzado en Medellín- en la Cruz, la Honda, Golondrinas, Altos de la Torre, el Pacífico, Llanadas, Miradores de Calasanz, las Independencias II y en Nuevo Amanecer, corregimiento de Altavista.

Asentamientos, invasiones, barrios receptores y construidos por desplazados, en los cuales no ha existido agua potable, redes de alcantarillado ni vías de acceso. Hay hambre, desempleo, altas tasas de crecimiento demográfico, un alto número de familias desconectadas de los servicios públicos domiciliarios y violencias propiciadas por las bandas, los desmovilizados, los paramilitares, la Policía y el Ejército.

De igual forma la Red Juvenil se acerca a procesos campesinos del departamento de Antioquia, que desde el fortalecimiento de una red de productores de agricultura orgánica, el comercio justo y la eliminación de intermediarios, llamada Raiz-es posibilitan que las poblaciones de Caramanta, Támesis, Santa Barbara, San Luis y Andes sean menos vulnerables a desarraigos colectivos, a los intereses de las multinacionales en estos municipios, y a la pérdida de su tierras e identidad rural [4].

El caso del municipio de Ituango

El campesinado se ha convertido en un objetivo militar, sus hijos en muertos en ejecuciones extrajudiciales y soldados, sus hijas en las mujeres de militares y trabajadores de los megaproyectos, sus terruños en botín de guerra para concentrar y privatizar a Colombia; el despojo de las tierras se debe a la necesidad de concentrarla para entregar nuestro paraíso a transnacionales que explotan los recursos naturales, en nombre del desarrollo y el crecimiento económico que se requiere sin habitantes [5].

La forma en que se producen los desplazamientos y el rol del Gobierno a favor de las multinacionales y contra los pobladores la podríamos resumir con el ejemplo del municipio de Ituango (Antioquia), en el cual está proyectado construir la hidroeléctrica Pescadero – Ituango por parte de la Gobernación de Antioquia y el grupo EPM desde los años 80 [6].

En esos años estos territorios se han convertido en minifundios de pobladores donde la ausencia de Estado es evidente por la proliferación de grupos armados insurgentes y la insatisfacción de necesidades básicas; en los años 90’s a la par de los estudios para generar energía, se intensifica el conflicto con la presencia de los paramilitares, los cuales van a cometer crímenes de lesa humanidad como: obligar a desplazarse a muchas familias, los hostigamientos y la masacre a los habitantes de la vereda el Aro en 1998.

De ahí en adelante el municipio de Ituango es controlado en el casco urbano por la Fuerza Pública y los paramilitares, mientras que en las zonas y veredas alejadas y desoladas se vive un estado de zozobra, soledad y confrontación armada. En el 2008, después de la supuesta desmovilización de los paramilitares y de no detectarse en años la confrontación o hechos violentos de gran impacto con frentes guerrilleros, explota un artefacto, causando algunas muertes y varios heridos.

El presidente del país acusa a las FARC como autores del atentado, lo que no deja de ser dudoso, pues al parecer más que un ataque parece un simulacro que valida la necesidad de incrementar el pie de fuerza en el municipio, debido a que este suceso ocurrió después de que se declarasen siete veredas de Ituango como zona de utilidad pública para el megaproyecto Pescadero y se empiecen las carreteras y vías de acceso para el proyecto de generación hidroeléctrica, el cual debe de estar listo al 2017.

Como conclusiones pensamos:

La militarización es el mecanismo que usa el gobierno de turno, más los grupos contrainsurgentes, para intimidar, hostigar, amedrentar y desterrar por medio de la imposición del miedo a los dueños de los territorios y realizar la “contrarreforma agraria” y abrir paso al modelo de “desarrollo” y progreso para las multinacionales.

Los lugares de mayor desplazamiento generalmente “coinciden” con lugares ya elegidos para exploraciones mineras, petrolíferas, o lugares de abundantes recursos naturales.

Así el desplazamiento es una herramienta útil a la violencia estructural y al interés de entregar al país, en nombre del crecimiento económico y la productividad a transnacionales, las cuales exigen la presencia de la Fuerza Pública en las zonas de intervención de los proyectos, además contratan empresas de vigilancia y pagan “vacunas” a grupos paramilitares, con el fin de desplazar y asesinar a líderes y organizaciones que se oponen a sus intereses de privatización.

El fenómeno del desplazamiento evidencia dos visiones del mundo: la de los campesinos, indios, negros, donde la tierra es la vida, la casa, la madre y el sustento de su historia como comunidades, y de otro lado la tierra como fuente de riqueza, progreso y explotación individual, es decir, la tierra es el medio para “el bienestar” de unos pocos.

La máscara de la indiferencia frente a este horror del desplazamiento es la principal arma que han construido el capitalismo y el Estado para mantener a los pobres alienados y como carne de cañón, insensibles y sin movilizarse ante macabros asesinatos y forma de imponer el terror.

Los mecanismos de defensa y prevención de la vulneración a los derechos como víctimas y desplazados son cortinas de humo a fenómenos generados por la inversión y el gasto militar en una guerra, que lo único que brinda a la población no combatiente es una atención momentánea y asistencial.

La proliferación de normatividad no ha garantizado los derechos de la población desplazada. Por el contrario, parece que los programas para la atención optan más por reubicarlos en la ciudad que por procurar el retorno.

Hacemos un llamado y exigencia por la protección integral a las mujeres y los efectos diferenciados de género propiciados por el desplazamiento forzado, debido a que las mujeres son triplemente víctimas. Primero el trauma producido por los hechos violentos; por segundo la pérdida de sus bienes y el entorno conocido en lo rural y tercero, el desarraigo social que implica venir del campo con un “mundo” doméstico estrecho, a un medio urbano amplio, desconocido y hostil.

Esta situación nos hace sustentar que la violencia contra las mujeres es histórica y que el fenómeno del desplazamiento viene a agudizar una situación de violencia ya vivida, sobre todo en el ámbito domestico.

El desplazamiento forzado en Colombia es un genocidio generado por una guerra, es un crimen de lesa humanidad cuyo responsable principal es el Estado y los gobiernos, es la fiel muestra de la desaparición matutina de los derechos fundamentales y colectivos.

Con todo esto queremos dejar en evidencia que, a pesar del conflicto armado y la problemática del desplazamiento forzado y del desplazamiento interno dentro de las mismas ciudades, se mantiene la resistencia, así como la creación permanente de alternativas frente al militarismo.

[1La población desplazada en Colombia por la violencia desde 1985 alcanzó en 2008 los 4,3 millones de personas, lo que consolida al país suramericano como el segundo del mundo con más refugiados internos, sólo superado por Sudán, con 4,9 millones. En linea: http://www.telecinco.es/informativos/internacional/noticia/914028/914028. 01.05.09. 21:31h. Agencia EFE.

[3Meertens, Donny. Mujer y violencia en los conflictos rurales. Revista Análisis Político. Nº. 24, ene. – abr. de 2001, pp. 40-57.

[4Es importante decir que en la ciudad de Medellín hay organizaciones aliadas y conocidas por la Red Juvenil que trabajan con poblaciones desplazadas como el grupo Contracorriente, la Corporación Región y la Asociación Campesina de Antioquia (ACA). Esta última asociación acompaña a procesos organizativos campesinos y ha construido dos estrategias frente a esta vivencia. La primera es la de vida digna y garantías de los derechos a los desplazados que se quieren quedar en la ciudad y el retorno de los campesinos a sus pueblos; algunos de los retornos que acompañan son el de San Francisco y Angelópolis, al oriente y suroccidente antioqueño, respectivamente. Además la ACA hace parte de la Coordinación Nacional Agraria (CNA), de la cual hay una Coordinación Nacional de Desplazados (CND). Ver: Desplazamiento forzado y problemática agraria. http://www.acantioquia.org/

[5http://prensarural.org/ En este portal de noticias de las organizaciones campesinas en Colombia se podrá constatar cómo el campesinado es hostigado, amenazado, ultrajado, reprimido y encarcelados sus líderes, pues el fin es no permitir que las personas se concientizen y se organicen en pro de sus comunidades y los derechos de los pueblos. Por otra parte los planes de guerra están en total concordancia con las vías, explotaciones y construcciones necesarias para asegurar el libre comercio de las transnacionales extranjeras, especialmente las de EU en Colombia. En linea: http://www.indepaz.org.co/.

[6Algunas de las empresas parte del sector de la energía hídrica, que son fieles ejemplos de transnacionales y grandes generadoras hidroeléctricas de energía al 2007: la empresa Endesa de España, con sus filiales Pro-Activa, Emgesa y Central Hidroeléctrica Betania en Colombia, la cual genera el 28.1% del total de la hidroelectricidad en Colombia; en compañía de Unión Fenosa -de España- y su filial EPSA en Colombia poseen el 51% de la generación de energía eléctrica (22,9%); EPM con sus hidroeléctricas en el oriente antioqueño y sobre el río Porce, con una capacidad de generación de 25,9%; otras hidroeléctricas son Isagén y AES de EU con su hidroeléctrica Chivor al noroeste de Bogotá, la cual genera 10,6%.