Asociación Campesina del Catatumbo
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Masacre de Tibú: una década por la memoria y contra la impunidad
“El verdadero cementerio es la memoria”
Asociación Campesina del Catatumbo - Ascamcat / Viernes 17 de julio de 2009
 

Eran las 9:45 de la noche cuando los paramilitares incursionaron en el casco urbano de Tibú. Hender Leonardo Avendaño Pineda, Henry Soto Suárez, Nelson Rodríguez Mogollón, Francisco Franqui Pérez, Atilano Rodríguez Romero, Juan de Dios Mendoza Galván y Luis Alfredo Guerrero García, fueron señalados por una desertora encapuchada y ese fue su castigo de muerte. Les hicieron quitar las camisas y ponerlas sobre el suelo, les quitaron la vida y sus sueños a escasos metros de la Estación de Policía.

Minutos después, la caravana de muerte abandonó el casco urbano, pasaron sin impedimento alguno por la estación de policía de Refinerías y en inmediaciones de las Veredas Socuavo y Carboneras ejecutaron a Luís Alberto Lara Pérez, Marcelino Arenas Caicedo, Álvaro Ortega Gualdrón y Luís Enrique Díaz Díaz. Sólo sobrevivió Andrés que a pesar de los disparo fue su oreja derecha la lesionada.

En total ONCE personas fueron las víctimas de la barbarie. ONCE familias se quedaron sin padre, hermano, hijo, tío, sobrino, nieto. UN municipio vivió en carne propia la degradación de la guerra con la complicidad de los militares. UN pueblo que reclama verdad, justicia y una reparación integral sin más dilaciones.

En las versiones, Mancuso1 manifestó que fueron apoyados por el Coronel Gustavo Matamoros, quien para la época se desempeñaba como comandante del Batallón Grupo Mecanizado Maza, y, por el Mayor Mauricio Llorente Chávez, también comandante en ese momento del batallón de contraguerrilla Héroes de Saraguro. La masacre fue una operación comandada por alias Camilo, un capitán que había escapado del ejército huyendo de investigaciones en su contra y quien sería la mano derecha de Mancuso.

Por estos hechos fue condenado el Mayor Mauricio Llorente y pronto será llamado a juicio el coronel Matamoros, el cual ya se encuentra condenado a 40 años dentro del proceso judicial de la Masacre de la Gabarra. El Mayor Llorente lleva 10 años detenido, luego de ser absuelto en las dos instancias, la Corte Suprema de Justicia en Casación lo condenó a 40 años de prisión.

LLorente en recientes declaraciones dadas a la revista Semana ha reconocido la alianza del paramilitarismo con las fuerzas militares. "Yo me reuní con los paras porque decían ir referidos por el Coronel Matamoros".

También contó cómo todo se le facilitó pues él recibió órdenes del general a cargo de la división de enviar gran parte de sus tropas, con lo cual su batallón quedó debilitado. En su testimonio dado a la revista Semana2 dice:

"Yo planeo la incursión con David (alias del sobrino de Mancuso y quien estuvo al tanto de todas las acciones). Le dije que lo único que necesitaba era realizar un simulacro de un hostigamiento al batallón, para justificar que no podía salir a atender otras situaciones. Coordiné todo con el capitán que estaba de segundo al mando de mi batallón, que hoy es un coronel activo y que ya venía trabajando con las autodefensas. Nos reunimos con él y me dijo que lo importante era disminuir aun más el personal, por eso montamos una operación al lado opuesto del lugar de retirada de las autodefensas".

"Esto lo hicimos para que cuando comenzaran a investigarnos, tuviéramos cómo decir que no teníamos personal para apoyar. Nos reunimos con el capitán y 15 soldados de los más antiguos para reforzar los puestos esa noche, porque si colocábamos un soldado muy nuevo, de pronto respondía al escuchar los disparos de las autodefensas y ahí se podía formar un problema. Les pregunté a los soldados si estaban de acuerdo en que las autodefensas entraran al casco urbano, y me dijeron: ’Mi mayor, estamos con ustedes’".

"Ellos se quedaron en las garitas y dejarían quietos los fusiles cuando escucharan los disparos, y uno que otro haría un tiro como si estuviéramos respondiendo. Las autodefensas dispararon a un sector donde queda la pista de gimnasia, para que no le hiciera daño a nada, y el acuerdo es que mientras ellos hacían esto, las otras autodefensas harían su incursión a Tibú".

"En el pueblo, los paramilitares fueron en tres camiones. Unos 65 hombres. Llegaron a la plaza principal de Tibú, sacaron a las personas de los establecimientos, y una informante que llevaban encapuchada señalaba quiénes iban a morir. Esto sucedió a una cuadra de la estación de Policía".

"Pusieron a las mujeres en la primera fila y a los señalados los tiraron al suelo y les dispararon con fusil a la cabeza. "Salía sangre para todos lados", cuenta un testigo. Nueve personas murieron allí. Luego los paramilitares robaron el dinero de los negocios y se llevaron a cuatro más en uno de los vehículos. Fueron dejando sus cuerpos a su retirada, milagrosamente uno de ellos, a pesar de la gravedad de las heridas, sobrevivió y hoy desde el exilio es otro de los testigos clave".

"Hubo una tormenta impresionante y se empezaron a escuchar disparos. Se fue la luz. Todo eso ayudó para lo que iba a pasar esa noche. Inmediatamente ocurre todo, recibo una llamada de un señor de una de la alcabalas, le digo que qué pasó, me dice: ’Mayor, por acá pasaron unas personas, entre ellas una mujer’. Y le pregunte quiénes eran y me dijo que creía que eran paramilitares, pero yo le dije que las autodefensas no tenían mujeres en sus filas".

"Le dije que ya le iba a enviar refuerzos. Nunca los envié porque no los tenía, y fuera de eso no tenía la intención porque yo ya sabía qué estaba pasando. Le pregunté: ¿Ya pasaron por ahí, me dijo: ’Sí’. Entonces yo me dije: ’Ya pasó todo’".

Si hace diez años la muerte caminaba por el Catatumbo, hoy la vida le rinde homenaje a sus muertos. Los campesinos Catatumberos organizados en Ascamcat y declarados en campamento Refugio Humanitario, instalamos hoy 17 de Julio la Mesa de Interlocución y Acuerdo en homenaje a todas las víctimas de la violencia paramilitar. Porque le apostamos a un futuro, luchamos ahora por la vida, la dignidad, la tenencia de la tierra y la defensa del territorio.

¡Porque en medio de la violencia renace el Catatumbo!