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Opiniones par al paz total
Tres aportes urgentes para los actuales diálogos de Paz
Aunque el momento histórico es favorable para llevar a feliz término una negociación, no se debe perder de vista que los enemigos de la paz no perderán oportunidad para tratar de sabotear el proceso. Los señores de la guerra siempre están al acecho porque su poder económico y su proyecto político tiene como fundamento la violencia. Al fin de cuentas, la violencia ha sido el medio por el cual han logrado generar sus capitales económicos y políticos.
Guillermo Andrés Pérez / Lunes 5 de diciembre de 2022
 

Vientos de esperanza recorren esta patria adolorida pero jamás resignada. Desde que las extintas FARC-EP y el Estado Colombiano allanaron los caminos hacia el Acuerdo Final de Paz, se desató una fuerza de cambio y optimismo que terminó por poner en la Casa de Nariño al Presidente Gustavo Petro con un programa de gobierno cuyo objetivo central es dejar sentadas las bases de una paz completa que garantice, al menos en el mediano plazo, la justicia social, la justicia económica, la justicia ambiental y la erradicación de todo tipo de violencia política.

Es ese el escenario en el que el Ejército de Liberación Nacional – ELN, y las disidencias de las extintas FARC, vuelven a sentarse en una mesa de diálogo con un gobierno colombiano en busca de una solución negociada para cesar el alzamiento armado. Aunque el momento histórico es favorable para llevar a feliz término una negociación, no se debe perder de vista que los enemigos de la paz no perderán oportunidad para tratar de sabotear el proceso. Los señores de la guerra siempre están al acecho porque su poder económico y su proyecto político tiene como fundamento la violencia. Al fin de cuentas, la violencia ha sido el medio por el cual han logrado generar sus capitales económicos y políticos.

Por lo anterior expongo tres elementos, a manera de respetuosos aportes para la guerrilla en este nuevo intento de solución negociada al alzamiento armado.

1. Los acuerdos de paz de La Habana entre las extintas FARC-EP y el Estado colombiano son el principal antecedente en la brega por la solución política y es menester reivindicarlos. Son conocidas las críticas que tiene la guerrilla del ELN con lo pactado en la Habana entre las FARC y el Estado, pero mal haría esa organización guerrillera en no tomar lo pactado como un elemento fundamental en busca de un acuerdo satisfactorio para sus intereses políticos. El ELN debe tener claro que sí bien los Acuerdos son susceptibles de ser mejorados, han sido blindados jurídicamente incluyéndose en la constitución - lo que en buena medida impidió que los uribistas pudieran hacerlos trizas -, y que no será posible ignorarlos. Ello sin mencionar que la comunidad internacional ha destacado el valor de la JEP y de la CEV, y que difícilmente se podrá constituir un nuevo tribunal transicional y de cierre (JEP 2.0 (?)) para todos quienes participaron como máximos responsables en conductas contrarias al DIH en el marco de las hostilidades.

2. Gramsci iluminó el debate sobre la Praxis política bajo la máxima de actuar siempre bajo pesimismo de la inteligencia y no con el optimismo de la voluntad. Y como bien lo señaló el revolucionario italiano, todo plan político debe partir de un análisis de la situación concreta para establecer con claridad la correlación de fuerzas en medio de la disputa política. En otras palabras, una cosa es querer y otra poder establecer acuerdos con el Estado que satisfagan las expectativas revolucionarias de la insurgencia. No se puede perder de vista que en Colombia existe una correlación de fuerzas desfavorable para las transformaciones profundas y que en el momento actual tan sólo se ha conquistado un pequeño margen de maniobra para dignificar la vida de los sectores populares, fortalecer la democracia participativa y robustecer al movimiento social y popular. Cerrar los ojos a esta realidad podría llevar a que los diálogos de paz se tornen en una negociación de imposibles. Poniendo los alcances de una negociación sobre escenarios fácticos posibles para el desmantelamiento de la actividad militar, se debe preparar a la base social, la militancia de la guerrilla y sus simpatizantes para transitar de la actividad clandestinidad a la vida pública, de la acción bélica a la acción colectiva de masas, del combate militar a la lucha por consolidar el poder popular. Materializar los cambios profundos que soñamos los revolucionarios sólo será posible escuchando las demandas de paz de las comunidades más afectadas por el conflicto.

3. La extrema derecha nacional e internacional ha acudido a todo tipo de acciones criminales para sabotear la paz de Colombia desde hace décadas. Fueron ellos los que acudieron e instituyeron a todas las formas de lucha desde el mismo momento en que decidieron que el magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán era procedente ante la popularidad del dirigente liberal. Por eso es de prever que las fuerzas que siempre se han lucrado de la guerra y se han apoderado del Estado por medio de la violencia estén al acecho durante los cuatro años de gobierno del Presidente Gustavo Petro. En un cálculo pragmático y tal vez “alegre” lo mejor que le podría pasar al cúmulo heterogéneo de expresiones progresistas, revolucionarias y de izquierda, es que Petro logre firmar, tan rápido como sea posible, acuerdos de paz y de sometimiento a la justicia con todos los actores armados. Esta sería una victoria política contundente ante los ecos guerreristas del agónico uribismo. También sería la mejor manera de generar condiciones favorables de gobernabilidad al Pacto Histórico y abriría la posibilidad de una victoria electoral en 2026 de una fuerza política que se comprometa a consolidar las banderas de la paz total. Ello sólo será posible si se dan negociaciones rápidas, ágiles, discutiendo sobre lo posible y manteniendo en el horizonte la urgencia de fortalecer un frente amplio por la paz y el bienestar de las mayorías nacionales - es decir, las clases trabajadoras y populares.

Se han echado a andar los diálogos con el ELN y el país se mantiene a la expectativa de lo que sucederá con las demás organizaciones armadas. Que sean el cuarto de hora que durará el gobierno Petro el inicio de un tránsito contundente hacia la acción colectiva de masas, lejos de la guerra y en favor de la paz con justicia social.