Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

El mundo según Monsanto. Parte 8
Marie Monique Robin / Sábado 3 de octubre de 2009
 

Vu Thi Lam y sus dos hijas viven en un pueblo de Nam Dinh, en el norte de Vietnam. Lien, de ocho años, y su hermana Hien, de seis, nacieron sin cristalino y están ciegas. Su futuro en esta comunidad dedicada a la agricultura y la pesca, pobre como el resto del país, está lastrado por los millones de litros de Agente Naranja que lanzó el ejército estadounidense sobre sus llanuras entre 1962 y 1971.

Su padre, Dam Viet Thouc, era entonces conductor de camiones. Un día, mientras atravesaba las carreteras del sur del país, fue rociado con el potente herbicida que EEUU utilizó para matar las cosechas y despejar los campos donde se ocultaba la guerilla comunista. Sus hijas sufrieron las secuelas.

Igual le ocurrió a Le Thi Hoai Nhon. Mide alredor de un metro y medio y sufre malformaciones en los brazos y en los dedos que le impiden trabajar. Su padre era miembro del Ejército de Saigón durante la guerra contra EEUU y estuvo expuesto en numerosas ocasiones al agente, una combinación de dos sustancias químicas -2,4-D y 2,4,5-T- cuya elaboración implica la aparición de dioxinas, uno de los venenos más potentes creado por el hombre.

Los hijos del Agente Naranja abarcan hasta cuatro generaciones de menores discapacitados: alrededor de 150.000 personas entre el millón de afectados por los bombardeos químicos que se calcula hay en el país. Cada año, especialmente en las áreas más castigadas por el ejército de EEUU, la cifra engorda con los miles de niños que nacen con deformidades y enfermedades congénitas, la herencia de la guerra.