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El fascismo, las cadenas productivas y el Pacto Mundial de la O­NU
Humberto Cárdenas Motta / Lunes 12 de octubre de 2009
 

En el marco de la guerra contra los pueblos del mundo y dentro de las políticas económicas del capitalismo, las cadenas productivas se imponen bajo la forma de la ley. La ley deviene en resultado de largos procesos de guerra, no para devolver al campesino la tierra, sino para intentar borrar la historia del despojo asegurando, mediante la ley, la violencia de la expropiación.

Las cadenas productivas presentan unas características que se encuentran, de igual manera, bien en la ley de las corporaciones fascistas [1] de Benito Mussolini (ley del 5 de febrero de 1934), así como en la ley de cadenas productivas promulgada por Álvaro Uribe Vélez (Ley 811 de 2003). Las corporaciones fascistas son las mismas cadenas productivas del estado colombiano:

Las corporaciones fascistas o cadenas productivas tienen tres características básicas:

1. Imponen la conciliación de clases (Mussolini habla del carácter conciliativo de las corporaciones fascistas). En otro momento el fascismo plantea “la conciliación de los intereses opuestos de los patronos y de los trabajadores, y su subordinación a los intereses superiores de la producción” [2];

2. Se impone una cadena por producto o grupo de productos;

3. Las cadenas tienen un carácter consultivo según el mismo estado; en otras palabras, los gremios económicos y las transnacionales se consultan a sí mismas (aparte de que legislan) [3].

Las cadenas productivas son, entonces, la versión actual de las llamadas corporaciones fascistas en las cuales Benito Mussolini organizó la producción por ramas productivas.

A través de la ley 811 se promulga e impone, sin que sus autores depongan las armas, y muy por el contrario refinen sus métodos represivos, la conciliación (inspiración de Mussolini como política de dominación) de los trabajadores con los terratenientes y demás explotadores, que son quienes promueven la guerra para la acumulación de capital.

Esta conciliación de clases se presenta en la ley de cadenas productivas en mitad de un escenario plagado de crímenes de estado, como coordinación o como espacio de diálogo [4] de todos los que participan en la producción: patronos, transnacionales, terratenientes, gremios económicos, y el pueblo trabajador.

Hay que repasar las historias, con mayor rigor que los mismos procesos jurídicos en los que las transnacionales y gremios económicos que promueven el paramilitarismo encabezan estas cadenas productivas y son, a su vez, los paladines de la conciliación, y que, además, hacen parte del pacto mundial (Global Compact) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que desarrolla la misma política de la conciliación de los pueblos con el fascismo.

En el Pacto Mundial está Coca Cola, está la Chiquita Brands, y por algún lado de la ONU anda la transnacional minera Kedadha [efectivamente entre los firmantes del Pacto Mundial está su casa matriz, la AngloGold Ashanti Company, nota de Prensa Rural], sin ruborizar a tan humanitaria institución que, como institución del capital, impone el fascismo.

El corporativismo habla hoy en el Estatuto de Desarrollo Rural (Ley 1152 de 2007) de “los tipos de productor –no habla de campesinos- y de su vinculación a las cadenas productivas”, o “cadenas interdependientes de producción”, tal como se estipula también en la Política Pública de Ruralidad de Bogotá (Decreto 327 de 2007).

Aunque el Estatuto de Desarrollo Rural ha sido declarado inconstitucional, sucede igual que con el proceso de “reinserción y paz” del paramilitarismo: continúa siendo la realidad política y militar que el imperialismo descarga de manera brutal sobre los pueblos.

La Política Pública de Ruralidad ha sido impulsada por el gobierno “democrático de izquierda” de la ciudad de Bogotá [5] (Lucho Garzón y otros), y aclamada por la Alcaldía Local de Sumapaz [6] (Magnolia Agudelo, dirigente del Partido Comunista, y su sucesora en la Alcaldía Local de Sumapaz). Estas dos normas, Estatuto de Desarrollo Rural y Política Pública de Ruralidad, fueron firmadas el mismo 25 de julio de 2007; previamente, en el año de 2005, fue entregado el documento sobre las llamadas Agroredes por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

Las Agroredes hacen parte del proyecto Plan Maestro de Abastecimiento de Alimentos y Seguridad Alimentaria del Distrito Capital, y de su Programa Bogotá Sin Hambre [7] (programa bandera de la campaña de Lucho Garzón a la alcaldía de Bogotá); el Programa Bogotá Sin Hambre es un proyecto con el cual se ha pretendido mitigar la desnutrición de la población infantil en las localidades adonde llega la mayoría de la población desplazada por los ejércitos paramilitares del Estado que vacían los territorios de sus pobladores para el avance de los megaproyectos.

Son las necesidades de la misma población que ha sido desplazada (como la de Ciudad Bolívar y Cazucá), y que se ve así obligada a vivir en los cinturones de miseria de la ciudad de Bogotá, las que son utilizadas para crear este tipo de proyectos que sólo son un escudo en la imposición del sistema corporativo y del fascismo sobre la vida de los desterrados; de esta manera las instituciones del Estado suman millones de dólares a sus proyectos “humanitarios”.

Mediante el documento de las Agroredes se oficializa la imposición de las cadenas productivas en el Páramo de Sumapaz. [8]. La Agrored (afirma el documento de la Universidad Distrital) está conformada por un “grupo de municipios que integran y articulan la actividad de sus cadenas productivas a nivel veredal y de cabecera municipal” [9]. Los socialdemócratas, para no ser evidentes en su neoliberalismo y su profesión de fe en el fascismo, protestaron contra el Estatuto de Desarrollo Rural, pero lo aplican en el Páramo de Sumapaz mediante las Agroredes y la Política Pública de Ruralidad.

El Estatuto de Desarrollo Rural, la Política Pública de Ruralidad y las Agroredes comparten el ideario de la conciliación proclamado por Benito Mussolini, en una evidente declaratoria del destierro de las historias de lucha de los pueblos, y en la brutal fabricación de una historia “democrática” del imperialismo.

La “integración” al corporativismo es vertical, porque como política determina la subordinación absoluta de los pueblos explotados a los intereses de los terratenientes, de las empresas transnacionales, de los gremios económicos, y de todas las instituciones del capital. “Las que se ha dado en llamar construcciones verticales, vistas desde lejos, dan la idea de algo monstruoso y babélico” [10], plantea Mussolini.

En el documento de la Universidad Distrital, se traza la misma política: “En la figura 21 se observa la visión vertical de la integración de la base productiva de un territorio….” [11]. En la Resolución 1516 del INCODER del mismo año de 2005 en que se entregó el documento de la Universidad Distrital, se lee acerca de “productores verticalmente integrados”; en contra de esta Resolución del INCODER, miembros de las comunidades afrodescendientes estuvieron varios días con sus noches protestando en Bogotá sobre el costado de la iglesia de San Francisco.

El documento de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas presenta la pirámide elaborada por Jorge Carulla F., cuya “base productiva” (el pueblo campesino) podrá ver, en la práctica, cómo hacia la cúspide de la pirámide se va concentrando el mercado de sus productos en manos de las “agroindustrias” (según figura 20, página 90), pasando por las “redes de comercializadoras” hasta la cúspide donde se ubica la “Agencia”.

No en vano la Universidad Distrital Francisco José de Caldas fue la institución que realizó el examen de “meritocracia” (el poder de los méritos) a los candidatos para ser presentados en terna al Alcalde Mayor de Bogotá (del Polo Democrático), y escoger de allí al nuevo alcalde local para la localidad de Sumapaz. Los méritos de garantizar la continuidad de la aplicación del fascismo en el páramo de Sumapaz, con batallón de alta montaña, cuyos integrantes superan en varios miles a la población campesina allí asentada.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) expresa el corporativismo fascista como Ciudadanía Corporativa Responsable, o conciencia cívica corporativa. Mussolini lo planteó más claramente: estado corporativo. Ser parte del mismo cuerpo del capital en el marco de la guerra contra los pueblos del mundo. Conciliar con el verdugo. Este es el estado corporativo, la misma vieja historia del fascismo.

Que los paramilitares, como es ya conocido, destrocen a sus víctimas y coman de sus carnes y beban de su sangre, se explica desde la antropofagia del sistema de explotación capitalista: no hay muerte sino devorando a la víctima; no hay acumulación de capital (trabajo vivo convertido en trabajo muerto al ser acumulado), sino devorando la vida y la fuerza de trabajo de los pueblos. Esta es la integración vertical al corporativismo fascista. El capitalismo pone de mantel las leyes y las declaraciones que consagran el fascismo para celebrar el bárbaro festín.

[1Giuseppe Bottai señala que “después del Congreso de junio de 1922, las Corporaciones recibieron la denominación de fascistas…”. La organización corporativa del Estado. 1941. pág. 11.

[2Benito Mussolini. s.f. El Estado corporativo. Buenos Aires. Editorial TOR. Página 78

[3Giuseppe Bottai, en La organización corporativa del Estado(1941), plantea: “Al lado de las atribuciones conciliadoras y consultivas (obligatorias o no) la ley del 5 de febrero, concreta las atribuciones “normativas” de la corporación estableciendo que las normas emanadas de ésta se transformen en obligatorias después de ser aprobadas por la Asamblea General del Consejo y publicadas en decreto del Jefe de Gobierno”. Pág. 28.

[4Ley 811 de 2003, artículo 101, Parágrafo 1. A través de la ley de cadenas productivas se determina que éstas son “un espacio de diálogo”, y que “los integrantes de una organización de cadena ponen a disposición de ésta sus organizaciones y sus estrategias”; de este modo se destruye la historia, el proyecto político y las organizaciones obreras y populares.

[5De acuerdo al artículo 322 de la Constitución Política, “la ciudad de Santafé de Bogotá, Capital de la República y del departamento de Cundinamarca, se organiza como Distrito Capital y goza de autonomía para la gestión de sus intereses, dentro de los límites de la Constitución y la ley” según el Decreto Ley 1421 de 1993. http://www.bogota.gov.co/portel/libreria/php/decide.php?patron=01.0101

[6Bogotá está subdividido en localidades, cada una de las cuales tiene su Alcaldía Local. La localidad 20 es la que corresponde a la Alcaldía Local de Sumapaz.

[7Convenio 010-04 Alcaldía Mayor de Bogotá –Bogotá Sin Hambre-, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Unidad Ejecutiva de Servicios Públicos (UESP): “…conformación de Agroredes en el marco del Plan Maestro de Abastecimiento de Alimentos y Seguridad Alimentaria de Bogotá…” pág. 1

[8El páramo de Sumapaz es el páramo más grande del mundo productor de agua, y tiene una extensión de unas 178.634 hectáreas; “es lugar de nacimiento de varios ríos de la región del Orinoco y de múltiples afluentes del Magdalena”. http://www.bogota.gov.co/portel/libreria/php/frame_detalle_w3c.php?patron=01.01090720&h_id=2090. Allí hacen presencia multinacionales enmascaradas bajo la firma de “canje de deuda por naturaleza”, canje que ha sido firmado por la USAID, Conservación Internacional, TNC, WWF, y los gobiernos de Colombia y de los Estados Unidos de América.

[9Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Facultad del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Julio de 2005. Organización del sistema de producción, comercialización, distribución y consumo del sector agropecuario para la conformación de Agroredes en el marco del Plan Maestro de Abastecimiento de Alimentos y Seguridad Alimentaria del Distrito Capital. Fase I Estudio preliminar para determinar los lineamientos de implementación de las Agroredes. Informe final convenio 010-04 UD-UESP Bogotá D.C., numeral 5.8.2 Regiones del país se conectan al SAAB por medio de Agroredes, página 18. la letra en negrilla es mía.

[10Benito Mussolini. El Estado corporativo. S. f. Página 19

[11Universidad Distrital. 2005. Informe final convenio 010-04 UD-UESP Bogotá D.C., pág. 90