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Mercados campesinos en Bogotá: una alternativa a la concentración empresarial en la cadena agroalimentaria y elemento fundamental por la soberanía alimentaria
Freddy Ordóñez / Miércoles 14 de abril de 2010
 

Recientemente Esther Vivas, integrante del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universitat Pompeu Fabra, en entrevista publicada en la revista Fusión, señalaba la importancia de establecer una relación directa entre el productor y el consumidor de alimentos, como parte de la acción colectiva y política encaminada a luchar por la soberanía alimentaria, en el marco de un necesario cambio de paradigma, que avance en otros modelos de producción, distribución y consumo de alimentos (1).

Existen experiencias a nivel mundial encaminadas a este tipo de acercamiento o relación directa, con una clara intensión de construir una propuesta alternativa de comercialización y de producción, en Colombia una de estas experiencias es el proyecto Mercados Campesinos (2) en el centro del país. El pasado viernes 19 de febrero se realizó en la Plaza de Bolívar el primer mercado campesino del 2010, evento en el que se concentraron 1500 campesinos provenientes de 70 municipios, quienes ofrecieron directamente al consumidor su producción.

El presente texto pretende abordar la iniciativa Mercados Campesinos y su importancia para la alimentación adecuada de los capitalinos, es así como en primer lugar, se efectuará una aproximación a lo que es la economía campesina y su incidencia en la alimentación de los habitantes de la capital; posteriormente, se darán a conocer algunos aspectos relacionados con las condiciones socioeconómicas de los bogotanos y sus implicaciones en las condiciones alimentarias; luego se hará una breve relación de lo ha sido el desarrollo de la propuesta de Mercados Campesinos en la capital, y finalmente se presentan algunas conclusiones sobre la participación del campesinado en la alimentación de los capitalinos.

La relación entre la economía campesina y la seguridad alimentaria en la capital colombiana

En el Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, realizado en La Habana del 3 al 7 de septiembre de 2001, se evidenció la cruzada contra las economías campesinas que desde el capital globalizado se adelanta, específicamente son las empresas transnacionales productoras de alimentos y las grandes cadenas comercializadoras quienes pretenden eliminar de la producción y comercialización de alimentos al pequeño productor rural, esto bajo un modelo económico desde el que se trata de engañar a la ciudadanía [afirmando] que las agriculturas campesinas e indígenas y la pesca artesanal son ineficientes e incapaces de responder a las necesidades crecientes de producción de alimentos. Con esta afirmación se pretende imponer una agricultura y pesca industrial intensiva a gran escala. (3)

Algunos académicos en Colombia avalan la importación de alimentos en detrimento de la producción nacional, argumentando que la importación puede proveer una mejor base para la seguridad alimentaria, que la producción domestica (4). Este planteamiento evidentemente no sólo convierte los alimentos en mercancía y condiciona la seguridad alimentaria nacional al libre comercio, sino que genera dependencia entre países, especialmente de los periféricos a los desarrollados, desde los cuales se produce lo que se come (mientras en los primeros se producen los llamados “agrocombustibles” en latifundios (5)) controlando la alimentación de grandes regiones del mundo en una suerte de “imperialismo alimentario”. La importación trae consigo la amenaza del derecho a la alimentación adecuada a raíz de la vulneración de la seguridad, la soberanía, la autonomía, la autosuficiencia y la autogestión alimentaria (6).

El valor de la seguridad alimentaria fue señalada en el Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, donde se contempló la relación entre el Derecho a la Alimentación y la Seguridad Alimentaria, definiendo que se presenta ésta cuando: “todas las personas tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos para llevar una vida activa y sana”. Este concepto da cuenta de la trascendencia del acceso y calidad de los alimentos para el bienestar y desarrollo de la vida. Pero, presenta varias falencias (7), por lo cual conceptos como la soberanía, la autonomía, la autosuficiencia y la autogestión alimentaria, anteriormente referenciados hacen grandes avances en el derecho a la alimentación adecuada.

Por otra parte, la Constitución Política incorpora elementos importantes entre los Derechos Sociales, Económicos y Culturales (Título II, Capítulo 2) que tiene relación directa con la seguridad alimentaria, como son el deber estatal de promover el acceso progresivo a la propiedad de la tierra de los trabajadores agrarios (Art. 64); la protección a la producción de alimentos (Art. 65); y la reglamentación especial para créditos agropecuarios (Art. 66). Del articulado constitucional se tiene que la protección a la producción de alimentos no sólo da rango constitucional a la seguridad alimentaria, sino también a la soberanía alimentaria y resalta la participación del campesinado en la consecución de las mismas. En el caso de Bogotá, la seguridad y la soberanía alimentaria está en buena parte garantizada por el pequeño productor campesino, ya que la capital se encuentra rodeada de municipios en los que predomina la tenencia de la tierra en minifundio. Cundinamarca y Boyacá son un claro ejemplo de supremacía de la economía campesina, estos dos departamentos contaban para el año 2003 con 455.235 (Cundinamarca) y 508.977 (Boyacá) predios rurales.

Aunque una conceptualización de la economía campesina es difícil, debido a los diferentes elementos y a la amplitud de sus componentes, los investigadores Mario Valderrama y Héctor Mondragón, identifican unos rasgos que pueden llegar a ser distintivos de ésta: (i) El factor limitante de la producción es la tierra seguido del capital, mientras que el factor abundante es la fuerza de trabajo familiar por lo que el uso de la tierra es intensivo, pero con poco uso de capital; (ii) La producción agropecuaria de la parcela está orientada fundamentalmente a la subsistencia, lo que significa que se orienta al autoconsumo en proporción importante, pero en Colombia hay muchos casos donde la mayor parte o la totalidad de la producción está dirigida al mercado; (iii) Las decisiones sobre uso de la tierra y las actividades a realizar no están basados en la optimización de la ganancia o de los ingresos sino en garantizar los productos y niveles de autoconsumo para la familia y para la venta en el mercado que aseguren un flujo de ingresos básico continuo, reduciendo el riego que le permita adquirir los productos de subsistencia no agropecuarios; (iv) El ingreso familiar es bajo y está formado casi siempre por varios productos agropecuarios, por productos no agrícolas (artesanías) y por salarios obtenidos fuera de la parcela en la misma actividad agropecuaria o en no agropecuarias; (v) A pesar de sus precarios recursos el campesino está estrechamente ligado al mercado a través de la venta de sus productos agrícolas, de la fuerza de trabajo familiar y de la compra de insumos y productos de subsistencia; (vi) Retiene la fuerza de trabajo familiar hasta cuando puede suministrar alimentos y vivienda mínimos, pero más allá de este punto, parte de la fuerza de trabajo familiar migra permanentemente o temporalmente a otros lugares. En muchos casos este trabajo constante fuera de la parcela, constituye fuente de ingreso adicional (remesas) para mantener la familia (8).

De estos puntos se tiene que son elementos centrales de la economía o producción campesina, la proporción o tamaño pequeño y el uso intensivo de la tierra; la aplicación de mano de obra principalmente familiar a la parcela; de igual forma es central el hecho de que los productos obtenidos no tienen una finalidad comercial primaria, sino de subsistencia y autoconsumo, siendo el escenario del mercado en el que se ofrecen productos que garantizan un ingreso mínimo. De allí que sus unidades de producción sean al tiempo unidades de consumo, cuya principal finalidad es la reproducción de la familia o de la comunidad (9), lo que diferencia al campesinado del empresariado capitalista agropecuario y del latifundista ganadero especulativo (10).

Es claro que la producción de los municipios cercanos a Bogotá (y de las zonas rurales de la ciudad) se encuentra enmarcada dentro de este modelo de economía campesina, la cual, según estudios hechos para la elaboración del Plan Maestro de Abastecimiento de Alimentos para el Distrito Capital y la Región Definida (PMAAB), provee cerca de tres cuartas partes de las 2.8 millones de toneladas de alimentos que ingresan anualmente a Bogotá.

Para el PMAAB se definieron una serie de “anillos” con los cuales se identifican las áreas de producción de alimentos que llegan a Bogotá. El primer anillo, está conformado por 19 municipios aledaños a la ciudad y abastece el 33% del consumo de la ciudad, especialmente en leche, hortalizas, frutas y papa; el segundo anillo reúne los demás municipios de Cundinamarca y los departamentos de Meta, Boyacá y Tolima, abasteciendo el 44% de los alimentos de la capital, principalmente papa, arroz, carne de res, carne de pollo, huevos, plátano, yuca, cítricos, papaya, hortalizas y panela. Finalmente el tercer anillo provee el restante 23% de los alimentos y refiere a los demás departamentos del país.

Como se puede apreciar la producción tradicional campesina surte una gran cantidad de los alimentos consumidos en Bogotá, lo que demuestra la importancia que debe darse al campesinado en la formulación de la política pública alimentaria de la capital, así como en políticas públicas relacionadas con la ruralidad y la generación de empleo en los municipios de Cundinamarca, Tolima, Meta y Boyacá.

A pesar de provenir de gran cantidad de productores campesinos, la distribución y comercialización de alimentos se encuentra centrada en pocas manos, principalmente se están acopiando en 10 Grandes Cadenas Integradas de Comercialización, las cuales corresponden a almacenes de cadena: Cadenalco, Cafam, Carulla, Tía, Alkosto, Olimpica, Makro, Carrefour, Colsubsidio y YEP. El camino recorrido por los alimentos desde el productor hasta el consumidor implica en un momento la concentración en pocas manos de los productos: 26.000 productores diarios (2.000.000 de productores anuales) -> 1.846 intermediarios -> 4.800 agentes mayoristas -> 135.000 distribuidores minoristas -> 7.363.782 consumidores.

Este modelo se denomina como modelo “embudo” o “reloj de arena”, por la estrechez que se presenta en el centro de la cadena y es el que impera en la comercialización de alimentos no sólo en Latinoamérica sino también en Europa:

Hoy, en el Estado español siete empresas controlan el 75% de la distribución de los alimentos. Se trata de Alcampo, Carrefour, Mercadona, Eroski y el Corte Inglés, junto con otras dos centrales de compra. Y la tendencia va a más. En países norte-europeos como Suecia tres grandes cadenas de distribución controlan el 95% de la distribución de aquello que comemos. Es lo que se conoce como “teoría del embudo” o del “reloj de arena”. En un extremo de la cadena comercial tenemos a las y los campesinos y en el otro las y los consumidores y en medio unas pocas empresas monopolizan la comercialización de alimentos, consiguiendo grandes márgenes de beneficio a costa de todos nosotros (11).

Este control de la comercialización influye en el precio final de los alimentos. En el caso de Bogotá, un consumidor paga $100 pesos por un alimento que fue comprado en $35 pesos al productor, cuando los vendedores son las grandes cadenas sus ganancias pueden llegar al 43%. Generalmente las capas populares son quienes más pagan por los alimentos, siendo entonces la capacidad económica un factor decisivo a la hora de comprar alimentos y “ejercer” el derecho a la alimentación adecuada.

Condiciones socioeconómicas de los bogotanos y sus implicaciones en las condiciones alimenticias

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, la Capital de la república tenía 6.778.691 habitantes en el año 2005 (12). Las proyecciones hechas por la Encuesta Calidad de Vida - Bogotá 2007 (13) para el 2010, indican que en la ciudad vivirán este año 7.363.782 personas.

Los datos manejados por el DANE y la Secretaría de Planeación Distrital, muestran que de las 20 localidades, la que mayor cantidad de personas alberga es Kennedy, con un 13,9% del total poblacional, seguida por Suba, Engativá y Ciudad Bolívar, con 13,5%, 11,8% y 8,3% respectivamente.

Bogotá ha crecido de tal forma que se ha construido, lo que el PNUD ha llamado una “segregación socioeconómica en el espacio urbano” (14), es decir en la Capital los ricos y los pobres no se mezclan. Siguiendo al PNUD, ha sido clara la tendencia a la construcción de un norte rico y un sur pobre. El diseño urbanístico, los procesos migratorios, el desplazamiento forzado y la estratificación han llevado a la periferia a los sectores económicamente vulnerables (15). La segregación impide, en lo económico, un mejor ingreso y la reducción de costos de acceso a bienes básicos, como los alimentos. Esta segregación se observa en los indicadores de pobreza, como son las necesidades básicas insatisfechas (NBI), la línea de pobreza y la línea de indigencia. Por ejemplo, las localidades donde se presentan las mayores cantidades de hogares con NBI y que sobrepasan al promedio de la capital (5%), son Sumapaz (21,3%), Ciudad Bolívar (13,9%), Santa Fe (9,2%), Usme (9,1%), Bosa (7,6%), Rafael Uribe Uribe (7,6%), San Cristóbal (7,4%) y Tunjuelito (6,2%) las cuales se encuentran ubicadas al sur de la ciudad.

En general, a pesar de Bogotá aportar el 22% del PIB nacional, se presenta un 7,0% de personas, 493.929, pobres por NBI y un 0,9% de personas, 62.739, en condiciones de miseria por NBI, esta última cantidad podría aumentar, ya que la tendencia en el país, ha sido la estandarización de la pobreza y el aumento de la miseria o indigencia: En 2006, la pobreza en Colombia era del 45,1% y la indigencia del 12%; en 2008, las cifras son del 46% y el 17,8% respectivamente. Lo anterior se presenta como de gran importancia, teniendo claro que la actividad económica de la nación y la de Bogotá son muy similares y los movimientos cíclicos en sus PIB son muy parecidos, presentándose en la capital dinámicas económicas más volátiles y fluctuaciones más intensas.

Si se toma como parámetro de medición el Índice de Condiciones de Vida, ICV (16), que para Bogotá tuvo en el 2007 un valor de 90,1, las localidades más pobres de la capital son: Kennedy, 90,02; Tunjuelito, 88,66; Santa Fe, 87,51; Rafael Uribe Uribe, 87,21; San Cristóbal, 86,65; Bosa, 86,38; Usme, 85,07; Ciudad Bolívar, 83,90; y Sumapaz, 60,83.

En el mismo sentido, las cifras frente a la percepción de suficiencia del ingreso, indican que en aquellas localidades ubicadas al sur de la ciudad se presentan porcentajes mayores de apreciación de insuficiencia del ingreso para cubrir los gastos mínimos, que van de 25,7 a 55,5%; y por el contrario la percepción de cubrimiento más allá de los gastos mínimos van desde 17,4 hasta un 0,2%, lo que es mucho más bajo que el total de Bogotá (19,5%).

Las condiciones socioeconómicas de las personas y los hogares son de gran importancia a la hora de mirar el tema alimentario, ya que la posibilidad de recursos económicos se relacionan directamente con la posibilidad de adquisición de alimentos, nutritivos y suficientes, en igual sentido, entre menores sean los recursos e ingresos que tienen los hogares y las personas éstos se destinan en mayor cantidad, hasta la exclusividad, a la consecución de alimentos.

Los datos presentados por el PNUD señalan que el decil más pobre invierte el mayor porcentaje de sus ingresos a la alimentación, 30%, ítem que en el caso del decil más rico (decil 10), tiene un valor del 15,9%. Los gastos de los deciles más pobres están concentrados básicamente en, además de alimentación, vivienda, salud, servicios públicos y transportes. Por otro lado a medida que se adquieren más recursos se invierte en rubros como cultura, vestuario y educación.

La falta de dinero, de igual forma, es causal frecuente para la escases de alimentos en el hogar. En el caso de Bogotá, la Encuesta Social Longitudinal de Fedesarrollo, 2008, indica que en un 41% de los hogares encuestados, faltó dinero la semana inmediatamente anterior para la compra de alimentos (17). En el mismo sentido, la ECVB - 07, al preguntar en cuáles hogares por falta de dinero algún miembro no consumió ninguna de las tres comidas uno o más días de la semana, obtuvo como respuesta que esta situación se presentó en un 6,5% de los hogares. Pero la cifra anterior casi se duplica en localidades como Ciudad Bolívar (12,4%) y Santa Fe (12,7%).

Para el año 2009, la Encuesta de Percepción Bogotá cómo vamos, revela que en el 8% de los hogares bogotanos algún miembro no consume alguna de las tres comidas diarias (desayuno, almuerzo y comida) por la falta de ingresos suficientes para acceder a los alimentos. De este total, en el 10% de los hogares algún miembro no consumió ninguna de estas tres comidas. De otra parte, la Encuesta de Bienestar y Seguridad Económica realizada por la Veeduría Distrital en mayo de 2009, afirma que en tres de cada diez hogares bogotanos hay al menos un miembro de la familia que se acuesta sin desayunar, sin almorzar o sin comer durante el día, señalándose como razón la falta de dinero. La misma encuesta señala que en el 37 por ciento de las familias algún integrante “muchas veces” o “pocas veces” dejó de comer un alimento en el día por falta de dinero (18).

Efectivamente se puede observar que la garantía del derecho a la alimentación va de la mano con la capacidad para adquirir los alimentos, y que entre mayor sea el número de intermediarios y mayor sea el monopolio de acopio y distribución, los productos tendrán mayores costos y los intermediarios tendrán mayores rentas de la venta de los mismos, lo que implica que el derecho a la alimentación adecuada este sometido a las leyes del mercado. Por ello propuestas tendientes a construir una relación directa entre el productor y el consumidor son urgentes y necesarias.

Los aportes de la experiencia Mercados Campesinos en la construcción de la seguridad y la soberanía alimentaria en Bogotá

Desde el 2004 se ha venido desarrollando la propuesta de Mercados Campesinos en la ciudad de Bogotá, como una dinámica que busca, por una parte, la incidencia del campesinado en la política pública de seguridad alimentaria; y de otro lado, la comercialización alternativa de alimentos.

Mercados Campesinos surge como una apuesta política de organizaciones campesinas que trabajan en el centro del país, quienes, ante el desarrollo de la política de seguridad alimentaria para Bogotá en el año 2004, ven la necesidad de incidir en la formulación de dicha política, intentando hacer visible “a uno de los actores centrales en la producción de alimentos: el campesinado” (19).

Los pequeños productores rurales pretendieron dialogar con la administración local del alcalde Luis Eduardo Garzón, durante el periodo 2004 - 2007, pero éste mantuvo la propuesta de abastecimiento alimentario de las administraciones distritales anteriores, la que tenía un corte eminentemente monopólico y estaba concebida en la lógica del capital global. Fue en las alcaldías municipales y en el Concejo distrital que se generó una recepción a las propuestas de economía campesina. Para la interlocución con los diferentes entes distritales y municipales fue fundamental la construcción del Comité de Interlocución Campesino y Comunal, CICC, apuesta organizativa del campesinado que ha contado con el acompañamiento y asesoría política del Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos, ILSA. La incidencia del Comité logró que se hicieran modificaciones a la propuesta que se tenía en el 2005, a tal punto que en el Decreto 315 de 2006:

Se reconoce la importancia de la economía campesina en el consumo de alimentos de los habitantes de Bogotá.

Se presentan los mercados campesinos como un canal adecuado para el suministro de alimentos.

Se establece una representación campesina y comunal en el Consejo Directivo del Plan Maestro de Abastecimiento (20).

La propuesta comercial a la que le ha apostado Mercados Campesinos consta de: (i) realización de eventos presenciales de venta en parques y plazas de las localidades de Bogotá; (ii) abastecimiento y distribución de productos en plazas de mercado, tiendas de barrio y tiendas fruver; y (iii) eventos de venta en escenarios municipales. Un balance de estos procesos comerciales se encuentra descrito recientemente por los investigadores Gloria Montoya y Héctor Mondragón (21).

Mercados campesinos ha crecido en cobertura y cubrimiento en la capital: en el año 2007, los campesinos vendieron 193 toneladas de alimentos (lo que les representó $440.566.337) en 36 eventos presenciales, realizados en 3 parques; para el 2009, se vendieron 650 toneladas de productos (dejando una cantidad de $2.281.874.113) en 119 eventos, efectuados en 10 parques de la ciudad.

Para el año inmediatamente anterior, Mercados campesinos logró la venta directa de 1.285 toneladas de alimentos en los diferentes canales de comercialización propuestos, lo que se traduce en menores precios para los compradores y mejores ingresos para los campesinos productores, resaltándose que no se presenta ningún tipo de intermediación, en términos económicos el campesinado logro ingresos del orden de más de cinco mil millones de pesos. En cuanto a participación, en este año se contó con 2.422 campesinos, venidos de 81 municipios.

El balance aunque satisfactorio, señala que todavía existen retos por asumir y superar.

A manera de conclusiones

La forma en que se plantea actualmente la comercialización de alimentos busca sacar del proceso agroalimentario al campesinado, va en detrimento de los compradores y somete los derechos fundamentales a la vida, a la salud y a la alimentación adecuada, entre otros, a las lógicas del mercado, en ese sentido el capital plantea que se desarrollen modos de comercialización excluyentes que se concentran en grandes cadenas de distribución, las cuales están ligadas a productoras de semillas transgénicas y a fabricantes de herbicidas en un monopolio de dimensiones transnacionales.

Ante lo anterior se debe proteger la producción nacional de alimentos como una forma de ejercer la seguridad y la soberanía alimentaria, las cuales están en grave afectación ante la firma de tratados bilaterales de comercio con países del norte. Dentro de la producción nacional la economía campesina, se ha visto, desarrolla un papel fundamental de los principales centros urbanos, como lo es la capital de la república.

Las condiciones socioeconómicas de los bogotanos son un factor determinante en la adquisición de alimentos, si se quiere en el ejercicio mismo del derecho a la alimentación adecuada, ante las precarias condiciones de la mayor parte de los capitalinos se requieren políticas públicas de empleo y generación de ingresos.

Mercados Campesinos ha logrado la incidencia en la definición de una política pública fundamental, como lo es la política pública alimentaria para Bogotá, esto se presenta como una apuesta que puede servir de ejemplo para campesinos y otros sectores sociales en otras regiones y localidades del país. Pero todavía existen una serie de exigencias que deben ser satisfechas por la Alcaldía Mayor, estas según el CICC son:

Camiones campesinos. Una dificultad seria para el campesinado es el costo del transporte, lo que significa un aumento en el costo de productos.

Promover un acuerdo conjunto de la Alcaldía Mayor con las demás alcaldías y gobernaciones para apoyar a los campesinos en el trámite de patentes y licencias porque es un cuello de botella para vender directamente los productos.

Participación activa de los campesinos y las campesinas en los convenios que realizan las gobernaciones y municipios porque muchas veces no son tenidos en cuenta.

Divulgar e informar sobre lo que significa la Banca Capital para que los campesinos puedan acceder a los servicios y oportunidades que ofrece.

Garantizar el acceso a la propiedad de los elementos de las plataformas logísticas de pequeños y medianos productores. Lo cual está contemplado en el PMAAB (22).

La presencia en la Alcaldía del distrito de un partido que se define como de izquierda ha permitido también que el diálogo con el campesinado se lleve en condiciones más favorables que las que podrían tenerse con un partido de corte “uribista”.

Los relacionamientos directos entre el productor rural y el comprador urbano son una opción de comercialización a las grandes cadenas de alimentos que buscan la construcción de alternativas a la lógica capitalista, pero que se deben traducir en una lucha política, que articule un gran número de sectores sociales, por un cambio hacia un nuevo modelo de sociedad.

Notas:

1. VIVAS, Esther. Soberanía alimentaria, un derecho. [en línea]. [consultado 16 dic. 2009]. Disponible en:

<http://www.revistafusion.com/200912...>

2. El nombre de Mercados Campesinos hace referencia al proyecto como tal, la apuesta político-organizativa, que toma este nombre del principal símbolo para la incidencia y la participación, de protesta y exigibilidad de derechos, si se quiere decir, el evento presencial de venta “mercado campesino” en el cual los productores ofertan sus productos directamente a los compradores. En el texto cuando se haga referencia al proceso se escribirá “Mercados Campesinos” y cuando la referencia sea a la compraventa se escribirá “mercado campesino”.

3. Declaración Final Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria. La Habana, Cuba, 3 a 7 de septiembre de 2001. Disponible en: KLEIN, Noami, et al. Con la comida no se juega : Transgénicos vs soberanía alimentaria. Bogotá : Fundación para la investigación y la cultura, 2002. p. 179.

4. Esta es la posición de Salomón Kalmanovitz y Enrique López. Ver: KALMANOVITZ, Salomón y LÓPEZ ENCISO, Enrique. La agricultura colombiana en el siglo XX. Bogotá : Fondo de cultura económica, 2006. p. 304.

5. Esta sería la destinación principal de las tierras latinoamericanas en el comercio global, para lo cual los países del sur deben -en el marco de TLC y otros modelos de Acuerdos comerciales- reducir la protección al sector agrícola y a la producción nacional, lo que no hacen los países del norte; y para su efectiva realización necesitaría, evidentemente, de la figura del latifundio, cuyos orígenes Eduardo Galeano ubica en la plantación colonial: “de la plantación colonial, subordinada a las necesidades extranjeras y financiada, en muchos casos, desde el extranjero, proviene en línea recta el latifundio de nuestros días”. GALEANO, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina. 52 ed. Bogotá : Siglo veintiuno, 1988. p. 92.

6. Sobre estos conceptos véase: MANTILLA, Alejandro y MORALES, Juan Carlos. Alimentación digna para todas y todos ¡Es un derecho!. Bogotá : Plataforma colombiana de derechos humanos, democracia y desarrollo, 2008. p. 24 - 27.

7. Frente a los vacíos presentados por la Seguridad Alimentaria ver: MANTILLA, Alejandro. La alimentación que nos ofrecen. Bogotá : Plataforma colombiana de derechos humanos, democracia y desarrollo, 2004.

8. VALDERRAMA, Mario y MONDRAGÓN, Héctor. Desarrollo y equidad con campesinos. Bogotá : IICA y Tercer mundo editores, 1999. pp. 1 - 2.

9. Siguiendo a Forero, en Colombia, se pueden considerar como campesinos también a los productores familiares forestales o pesqueros y las comunidades rurales indígenas o afrocolombianas en las que la economía comunitaria sustituye o complementa la producción familiar. FORERO, Jaime. La economía campesina colombiana 1990 - 2001. Bogotá : ILSA. p. 8.

10. Ibíd. pp. 8 - 9.

11. VIVAS, Esther, Op. Cit.

12. Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE. Censo general 2005. Nivel nacional, p. 29. [en línea]. [consultado 16 dic. 2009]. Disponible en: http://www.dane.gov.co/censo/files/libroCenso2005nacional.pdf

13. Esta encuesta es realizada por la Secretaría de Planeación distrital y desarrollada técnicamente por el DANE, tiene como objetivo medir las condiciones de vida de los habitantes de Bogotá, con el fin de analizar los cambios ocurridos en los niveles de bienestar de la población y actualizar la información socioeconómica y geográfica del Distrito como apoyo a los procesos de planeación, programación, seguimiento y evaluación de las políticas públicas distritales. Encuesta Calidad de Vida - Bogotá 2007. [en línea]. [consultado 16 dic. 2009]. Disponible en: http://www.dane.gov.co/files/investigaciones/condiciones_vida/ecvb/ECVB_07.pdf En adelante: ECVB-07.

14. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Bogotá una apuesta por Colombia. Informe de Desarrollo Humano 2008. Bogotá, PNUD, 2008. p. 33.

15. Ibíd. pp. 33 - 35. Como rutas para superar la segregación el PNUD señala que: (i) se debe disminuir la brecha entre ricos y pobres, mediante políticas que redistribuyan el ingreso y la riqueza; y (ii) el acercamiento en el espacio urbano, lo cual se logra por medio de políticas urbanas que incidan en la distribución del espacio.

16. El ICV trabaja sobre cuatro factores: Acceso y calidad de los servicios; Educación y capital humano; Tamaño y composición del hogar; y Calidad de la vivienda.

17. Fedesarrollo y Cámara de Comercio de Bogotá. Perfil social de Bogotá. [en línea]. [consultado 16 dic. 2009]. Disponible en: http://camara.ccb.org.co/documentos/4774_Perfil_social_de_Bogotá_2008_Parte_2.pdf

18. “Aún se come mal por falta de plata” en El Tiempo, jueves 26 de noviembre de 2009. Pág. 1-18.

19. SUÁREZ, Jesús Aníbal. Mercados campesinos en Bogotá. Rutas de soberanía y seguridad alimentaria. Bogotá : (mimeo), p. 2.

20. Ibíd. p. 5.

21. Montoya Gloria y Mondragón Héctor, Los mercados campesinos: comercialización alternativa de alimentos en Bogotá. Bogotá, Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativo, ILSA, 2010. pp. 33 - 39.

22. Apartes de la intervención de Nelly Velandia, representante del CICC, en el mercado campesino realizado el 19 de febrero de 2010. [en línea]. [consultado 28 feb. 2010]. Disponible en: http://www.alimentabogota.gov.co/web/guest/home