Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra
:: Magdalena Medio, Colombia ::
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Discurso pronunciado por la ACVC al recibir el Premio Nacional de Paz
La Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra – ACVC: La lucha por la tierra, la justicia social y la paz
Entonces, que sirva este premio, antes que todo, para hacer un llamado a las Farc, al ELN y al Estado colombiano a sentarse de nuevo en la mesa y conversar
 

Primero que todo, gracias a todos los que apoyaron la postulación de nuestra organización a este premio. Gracias a Orlando Triana Moncada, Diomedes Playonero, Nelsy Cuesta, Carlos Ramirez, Miguel Gonzalez Gutierrez, a todos los compañeros que no alcanzaron a llegar hasta aquí, son nuestros muertos, no están y son muchos ya. A las mujeres de la ACVC por su perseverancia.

Hace 14 años se fundó la ACVC, al fragor de las movilizaciones campesinas, las marchas de 1996, como llaman en el campo el salir a la ciudad a manifestarse exigiendo derechos. Antes hubo otras marchas, otras organizaciones que fueron aniquiladas paulatinamente por la guerra sucia como la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos - ANUC o la Coordinadora Campesina del Magdalena Medio. Las exigencias de las movilizaciones eran y siguen siendo las mismas: salud, educación, servicios, apoyo gubernamental a la economía campesina, vías y sobre todo tierra y vida.

Veniamos del exterminio en la región de la Unión Patriótica, la opción electoral surgida en el marco del proceso de paz entre las FARC y el gobierno de Belisario Betancur en 1985. La posibilidad de esa salida negociada al conflicto terminó en un genocidio político que le cerró las puertas a la participación electoral en la región.

Se propuso entonces construir un organización de juntas de acción comunal y de otras iniciativas de base campesina con el objetivo de luchar por la tierra, de la cual anteriormente habían sido expropiados estos campesinos en Puerto Boyacá, Puerto Berrío y en muchas otras regiones del país. Este objetivo central implicaba la defensa integral de derechos civiles, políticos, económicos y sociales en una región construida por perseguidos políticos, precisamente por exigir estos derechos en sus lugares de origen.

Después de constituida la ACVC se vive en la región una fuerte presión del paramilitarismo que obligó en 1998 a una nueva movilización denominada "Éxodo Campesino del Magdalena Medio". 10 mil hombres y mujeres del sur de Bolívar y del valle del río Cimitarra se tomaron la ciudad de Barrancabermeja durante tres meses exigiendo el derecho a vivir. Por primera vez en la historia del país una masiva movilización popular le exigía al estado colombiano el desmonte del paramilitarismo.
Los acuerdos firmados por Pastrana el 4 de octubre de 1998 incluyeron dos ejes fundamentales: derechos humanos y desarrollo regional. En el primero, Pastrana se comprometía a crear un "bloque de búsqueda" para capturar y judicializar a los autores intelectuales y materiales de los crímenes de lesa humanidad del paramilitarismo, incluidos funcionarios públicos y militares. En el segundo, se acordó el financiamiento estatal a un plan de desarrollo regional formulado por las comunidades que tuviera como eje transversal los derechos humanos.

Sobra decir que ninguno de los acuerdos fue cumplido por el gobierno. El "plan de desarrollo y de protección integral de los derechos humanos", formulado participativamente, representa tal vez el más importante ejercicio de cualificación de la exigibilidad y la reivindicación social en el Magdalena Medio y el país, pero ni una sola de sus iniciativas fue financiada, como era el compromiso gubernamental.

Frente al incumplimiento, la ACVC decide promover la Zona de Reserva Campesina (ZRC) del Valle del río Cimitarra, en las zonas rurales de los municipios de Yondó, Remedios (Antioquia), Cantagallo y San Pablo, (Bolívar), figura contemplada en los acuerdos de 1998, una propuesta institucional de la Ley de Reforma Agraria que buscaba preservar las tierras campesinas de las presiones del latifundio, del narcoparamilitarismo y de las empresas multinacionales con intereses en la región, así como reactivar la economía campesina, sustituir los cultivos de coca y prevenir el desplazamiento forzado mediante la inversión social en el campo a través de su plan de desarrollo sostenible.

La ZRC fue decretada en diciembre de 2002, durante el gobierno de Uribe, para ser posteriormente "suspendida" ilegalmente por esta misma administración atendiendo a las presiones de sectores vinculados al paramilitarismo que aducían que la ZRC generaba conflicto en la región. En la actualidad, la ACVC desarrolla la ZRC de hecho, con una cobertura territorial que incluye el nordeste antioqueño, el valle del río Cimitarra, y Cantagallo y San Pablo, en el sur del departamento de Bolívar, generando desarrollo rural con la ayuda de la cooperación internacional, principalmente proveniente de la Unión Europea. Se trata de proyectos de derechos humanos, soberanía alimentaria, vivienda, saniamiento básico e infraestructura.

Hasta el momento nuestra ZRC se encuentra suspendida, privando al campesinado de la inversión social y la atención del estado contemplada en el plan de desarrollo sostenible de la ZRC. Por eso, desde acá exigimos el levantamiento inmediato de la ilegal suspensión de nuestra ZRC.

En cuanto a la guerra y su presión sobre el campesinado, las cosas no han cambiado.Tan solo hace unos días se escucharon unos disparos sobre el Río Cimitarra, en cercanías de la aldea comunitaria de Puerto Matilde. Detrás del estruendo de las balas llegaron, como siempre, las malas noticias. La mujer y los hijos de Jose Ignacio Galindo se encontraron de repente de frente con la muerte, con la desaparición del esposo, del padre.

Al “cabezón”, como le deciamos todos, se le acabó la vida haciendo lo mismo que siempre hizo, transportar por los ríos gente y mercancías, lo conocían en el Puerto de Barrancabermeja, en las ciénagas y en los ríos Cimitarra, Tamar e Ité. Su asesinato por parte del ejército y el cuerpo malherido del muchachito que le hacía de ayudante, configuran el más reciente caso de falso positivo en la Zona de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra.

Nuestra bella y rica región no está destinada a ser un teatro de guerra hasta el fin de las balas y los actores, tampoco a ser una región de viudas y huérfanos donde se agoten, en la larga espera, los sueños y las esperanzas. Entonces, que sirva este premio, antes que todo, para hacer un llamado a las Farc, al ELN y al Estado colombiano a sentarse de nuevo en la mesa y conversar. Los que gestionan el fin de la guerra con más guerra y los que la promueven no tienen la razón. La guerra se agotó en el Magdalena Medio y en este país inundado, saturado de muertos, miserias y tristezas. Solo queda un camino, nosotros, nosotras y ustedes todos sabemos cual es. Construyamos entre todos la paz. Muchas gracias.